Miguel Ángel Aguilar Cronista parlamentario
OPINIÓN

Orgullo concéntrico

La ministra de Defensa, Margarita Robles, en su
La ministra de Defensa, Margarita Robles.
EFE
La ministra de Defensa, Margarita Robles, en su

Eran las 10.00 h, faltaba media hora para que se abriera la sesión de la Comisión de Defensa, donde se anunciaba que la ministra del ramo, Margarita Robles, iba a comparecer a petición propia. Cualquiera habría supuesto que el objeto de la comparecencia traería causa del escandalazo de los teléfonos contagiados por Pegasus, de los que fuimos alertados por Citizen Lab y la Universidad de Toronto como pudimos leer en la revista New Yorker. Pero nada que ver. La convocatoria era "para informar sobre la aprobación de la Brújula Estratégica de la Unión Europea y sus efectos sobre la proyección de las Fuerzas Armadas en las misiones internacionales". 

La ministra, interpretada en rojo, atraviesa decidida el enjambre que le cerraba el paso. Vuelan las preguntas. Quieren saber si va a cesar a Paz Esteban, directora del Centro Nacional de Inteligencia. Margarita, muda, baja al estrado de la sala Ernest Lluch, la de mayor porte después del hemiciclo, donde está convocada la Comisión. Hay que arrimar una silla que se echa a faltar. Ningún ujier a la vista. El letrado Luis Cazorla, con cincuenta años de dedicación y en plenitud de facultades físicas, cumple sin problemas la función sustitutoria de acarreo. El presidente de la Comisión, José Antonio Bermúdez de Castro, diputado del Partido Popular por Salamanca, abre puntual la sesión y da la palabra a la ministra, que lee a paso gimnástico un texto engarzado con el objeto de la comparecencia.

Ocuparse de la Brújula estratégica de la Unión Europea hubiera podido ser un ejercicio saludable a cincuenta días vista de la cumbre de la Alianza Atlántica convocada en Madrid. Pero enseguida se vio que las impaciencias de la actualidad se revelaban irresistibles. La ministra quiso hacer un repaso conceptual sumarísimo y presentar las misiones internacionales de la UE cumplidas por las Fuerzas Armadas españolas. Luego abundó en la proclamación de su orgullo en círculos concéntricos cada vez de mayor radio y más inclusivos. Aseguró que España estaba volcada en seguir el itinerario de la Brújula y sus cuatro pilares de actuar, proteger, invertir y asociarse. 

Enseguida se vio que las impaciencias de la actualidad se revelaban irresistibles

Luego, sin eludir por completo la expectación ambiente, dio los gritos de rigor de respeto escrupuloso de la ley y de proclamación de la verdad que establezcan los Tribunales a los que deben acudir quienes se sientan perjudicados. Concluida la intervención inicial de la ministra, el presidente ordenó el debate advirtiendo que se barruntaba el deslizamiento en que pudieran incurrir algunas intervenciones y su deriva hacia asuntos que se han venido caldeando en lo que va de semana. Adelantó que sería tolerante, recomendó contención y encareció que se respetasen los deberes de sigilo que pudieran incumbir a la ministra.

Según los usos para estas ocasiones, el presidente fue dando la palabra a los portavoces de los grupos parlamentarios en orden inverso al de su número de diputados. Empezó la señora Mireia Vehí Cantenys, diputada de la CUP por Barcelona.

Recorrió las contradicciones de las sucesivas versiones aportadas desde que se hizo público el affaire Pegasus, sesión de control al Gobierno del miércoles día 26, y se interesó por Indra. Siguió Isidro Martínez Oblanca, diputado de Foro Asturias, que abrió la línea de las incoherencias y banderías en el seno del Gobierno. Jon Iñarritu, de EH Bildu, fue respondido con grande deferencia por la ministra. El portavoz del PNV, Joseba Andoni Agirretxea, quiso volver en busca de la brújula pero la sesión ya no tenía remedio. Iban sucediéndose los turnos de agraviados a cargo de aquellos amadísimos que venían dando respaldo parlamentario a Sánchez y ahora se lo niegan. Por fin se estrenó en la Comisión de Defensa Pablo Echenique, de Unidas Podemos, para decir a la ministra "usted sabe lo que tiene que hacer", expresión que todos entendimos como una solicitud de dimisión. Pero antes podrían rodar otras cabezas. Veremos.

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