Desde hace más de 40 años, España ha defendido para el Sáhara Occidental la necesidad de una solución política mutuamente aceptada para las partes. Eso pasaba tanto por Marruecos como por el Frente Polisario, y todo en el marco de los parámetros fijados por la ONU. Así ha sido hasta el pasado viernes 18 de marzo.
Ese día, Rabat hizo público el contenido de una carta enviada por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, al rey Mohamed VI. De repente, casi por arte de magia, España ha cambiado de opinión y ahora sostiene que el plan de autonomía para el Sáhara Occidental planteado por Marruecos en 2007 constituye "la base más seria y realista" para lograr una solución a este conflicto enquistado.
Tras varios días de declaraciones y reacciones, de falta de explicaciones claras por parte de Moncloa (nada se sabe del por qué, del momento o de los compromisos que asume Marruecos) una cosa queda clara: el Frente Polisario está 'cabreado' con la traición de España, pero sobre todo está sólo.
O casi. A la causa de un Sáhara independiente constituido en nación solo le queda Argelia. Los responsables del Frente Polisario aplauden la que llaman "seriedad" del país magrebí. El Gobierno argelino ha rechazado el cambio de posición de España (además de censurar las maneras: asegura que no hubo una comunicación previa por parte española).
Los campamentos de Tinduf, en territorio argelino
Argelia no sólo apoya el propósito del Frente PoIisario con discursos sino también con hechos. Cuando nos referimos a los campamentos de Tinduf (cosa que hacemos cada año con los niños saharauis que vienen a España a pasar el verano) estamos hablando de Argelia. Esos campamentos, donde sobreviven como pueden unas 180.000 personas en calidad de refugiados, se levantan en territorio argelino.
Viven en pleno desierto de piedra argelino, un entorno aislado, de clima árido y seco. En ese lugar las posibilidades de autonomía productiva son escasas y eso crea una alta dependencia de la ayuda externa, no sólo argelina. Según el Programa Mundial de Alimentos, cerca del 77% de la alimentación de los refugiados saharauis proviene de donaciones internacionales.
De lo que es el verdadero territorio del Sáhara Occidental, la mayor parte, incluyendo toda la costa, está bajo control del ejército marroquí. Del Frente Polisario sólo es la parte oriental del territorio al otro lado del muro construido por Marruecos. Hablamos de hectáreas y hectáreas de desierto prácticamente deshabitado.
Ni todas las tropas del Polisario están en el territorio en disputa. Gran parte están estacionadas en, otra vez, Argelia. No queda duda, el gobierno argelino es el principal apoyo, sustento, de los saharauis. El único. De hecho, Argelia no reconoce ninguna competencia de Marruecos en el Sáhara Occidental.
Un peón "suculento" en la disputa Argelia-Marruecos
El apoyo argelino no es un acto de justicia poética sino un capítulo fundamental de su enfrentamiento con Marruecos por la hegemonía en el Magreb. Ambos países están en mitad de una larga guerra diplomática. El gobierno argelino acusa al marroquí de expansionista y busca recuperar sus áreas tradicionales de influencia, donde Rabat le ha viene ganando pulsos.
Rabat dice que Argelia apoya al Frente Polisario por su interés en obtener una salida al Atlántico
Argelia cree en la causa del Polisario, pero cree más en la necesidad de poner coto a las pretensiones de Marruecos en la zona. Según Inocencio Arias, el Sahara Occidental es "un peón suculento" en el enfrentamiento entre ambos países. Otros analistas compran el argumento de Rabat de que el gobierno argelino apoya al Frente Polisario por su interés en obtener una salida al Atlántico. Y los fosfatos, claro, objeto de deseo de todo los implicados.
Hay más. La frontera entre Marruecos y Argelia es artificial; fruto de la descolonización francesa. De modo que hay territorios en disputa entre ambos países. En concreto, Rabat reclamaba Tinduf (precisamente) y Bechar. En 1972, un acuerdo puso paz: los argelinos se quedaban con lo suyo a cambio de apoyar las pretensiones de Marruecos sobre el Sáhara Occidental (era aún España). La cosa duro hasta la Marcha Verde de 1975.
Desde la salida a la carrera de los españoles, Argelia y Marruecos no han hecho sino enfrentarse. Por todo lo dicho, pero también porque los primeros, ante el expansionismo de los segundos, han buscado tener un estado satélite, un fiel aliado, junto a la frontera sur de su rival.
La defensa de la demanda saharaui por parte de Argelia es un hecho desde la misma declaración de la República Árabe Saharaui Democrática en 1976 y era aún en 2019 una de líneas rojas del Ejército argelino. Por ello y porque acusaba a Marruecos de apoyar a un grupo de independencia regional dentro de Argelia, el gobierno argelino cortó los lazos con su vecino.
Vetó los aviones marroquíes de su espacio aéreo y, en octubre de 2021, decidió dejar de suministrar gas natural a Rabat a través del gasoducto Magreb-Europa. Aquí es cuando hay que recordar que, no obstante, Argelia ha seguido abasteciendo a España a través del gasoducto submarino Medgaz, que no pasa por Marruecos.
El amigo americano... de Marruecos
Es importante señalar que las pretensiones de Marruecos han estado casi siempre avaladas siempre, en mayor o menor medida, por el amigo americano. Con Donald Trump en la Casa Blanca, en 2020 Marruecos decidió establecer relaciones diplomáticas con Israel. A cambio, el presidente de EE UU reconoció la soberanía marroquí sobre el Sáhara.
"La propuesta de autonomía de Marruecos es seria, creíble y realista, la única base para una solución justa y duradera al conflicto", dijo Trump
Al ejecutivo argelino no le quedó otra que mirar y hablar de traición a Palestina. Según ha escrito el politólogo David Alvarado, en ese momento Argelia se encontraba "replegada sobre sus grandes problemas políticos, económicos y sociales, con un jefe de Estado ausente y un Ejecutivo incapaz de abordar acuciantes urgencias".
Trump hizo entonces lo que ahora Pedro Sánchez, romper la posición oficial de EE UU durante décadas (que era apoyar una salida, vía ONU, que respetase la libre determinación del pueblo saharaui). "La propuesta de autonomía de Marruecos es seria, creíble y realista, la única base para una solución justa y duradera al conflicto", dijo en diciembre de 2020 el polémico presidente.
Llegó luego Joe Biden y... y no pasó nada. El demócrata ha preferido no referirse a la cuestión, para garantizarse la fidelidad marroquí. O sea, no ha hecho nada para desdecir a su país de lo expresado por Trump. Y así la celebración de un referéndum para que los saharauis decidan su futuro cada día está un poco más lejos.
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