Antonio Espino: "No se puede hablar de genocidio sobre la Conquista de América, pero sí de hecatombe poblacional"

  • Este catedrático especialista en la Conquista y la Edad Moderna publica su estudio 'La invasión de América' (Arpa).
  • El autor incide en las masacres, las políticas del terror (violaciones, aperreamientos, empalamientos) que los conquistadores aplicaron en América durante los procesos de "invasión" y colonización.
  • "Desde el punto de vista de los aborígenes, fue inequívocamente una invasión. Su mundo fue destruido por la acción de grupos extranjeros que usaron habitualmente la guerra, además de la crueldad y la violencia extremas", asegura.
La Tortura de Cuauhtémoc de Leandro Izaguirre, pintura oscurantista del siglo xix.
La Tortura de Cuauhtémoc de Leandro Izaguirre, pintura oscurantista del siglo xix.
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La Tortura de Cuauhtémoc de Leandro Izaguirre, pintura oscurantista del siglo xix.

"Nunca se le había explicado a los españoles la conquista de América con todo detalle la rudeza, y la crudeza, de lo acontecido.  Incluso se ha generado toda una (falsa) explicación en el sentido de que la presencia hispana en América obedeció a motivos loables, todos ellos positivos. Es una gran mentira. Se ha llegado a decir que fue un colonialismo 'generador', civilizatorio, libertador y fue todo lo contrario". Quien así habla es el catedrático Antonio Espino López (Córdoba, 1966), catedrático de Historia Moderna en la Universidad Autónoma de Barcelona y especialista en la historia de la guerra en la Edad Moderna y la conquista hispana de América. 

Tras dos obras de referencia donde ha sintetizado la historia militar de las conquistas de México -Vencer o morir- y Perú -Plata y sangre- , Espino recupera y amplia una obra anterior La invasión de América (Arpa, 2022) donde enumera y describe la historia de violencia y terror que supuso la Conquista, el prefiere referirse a este proceso como "invasión"-. Y en su relato aparecen masacres, ejecuciones por hoguera y empalamientos, amputaciones masivas, política de terror, violaciones... Igual o incluso menores que otros imperialismos históricos, como el británico, como reconoce sin problemas este autor, pero él que el estudia es el hispánico.

En plena polémica, que no cesa, sobre la Hispanidad y sus efectos a ambos lados del Atlántico y con un nuevo roce con México, donde se vuelven a achacar prácticas colonialistas y de "conquista", Espino atiende a 20minutos y dispara: "Creo que el buen patriota, a diferencia de la opinión más generalizada, es aquel que asume su Historia, toda su Historia, e intenta analizar y entender aquellos errores que se hubieran podido cometer para no volver a cometerlos".

Describe una larga lista de masacres y atrocidades... ¿la conquista de América fue un genocidio? No, en absoluto. No podemos utilizar un concepto acuñado para intentar explicar acontecimientos terribles ocurridos en el siglo XX, y que está directamente relacionado con el Holocausto judío, pero no solo el de este pueblo, perpetrado por los nazis, para referirnos a lo acontecido en América hace cinco siglos. En lo que conocemos como Conquista de América, fenómeno al que prefiero referirme como Invasión, se produjeron grandes masacres, amén de otras muchas formas de uso del terror y de la violencia extrema, de la crueldad, para dominar a los pueblos originarios que presentaron lucha. Pero fue posteriormente, en la fase de asentamiento y colonización, cuando se impuso un sistema colonial extractivo realmente terrible, el momento en el que, con el concurso involuntario de las muchas enfermedades llevadas al Nuevo Mundo por los europeos, se produjo un descenso espantoso de los niveles poblacionales, de ahí que se pueda hablar de la existencia de una hecatombe poblacional. Es decir, no hubo genocidio en el sentido de buscar ex profeso la eliminación física de los pueblos originarios, pero sí que puede afirmarse que la llegada de los españoles y la aplicación de un régimen colonial durísimo provocó la desaparición de una parte sustancial de los habitantes originarios como si de un genocidio se tratara.

¿Por qué usar el término invasión en vez de conquista? Porque es mucho más contundente. Unívocamente contundente. El verbo invadir implica irrumpir, entrar por la fuerza, así como ocupar anormal e irregularmente un lugar. Y eso es lo que ocurrió en el caso de América, si nos ponemos por una vez en la piel de los pueblos originarios. Si lo pensamos dos veces creo que se puede entender bien. Para el europeo se produjo el descubrimiento de un mundo desconocido (para ellos, pero no para los indios) y, posteriormente, se decidieron por asentarse en aquellos territorios de forma algo menos violenta y/o conquistarlos, es decir allá donde la resistencia de los indios fue lo suficientemente contundente como para usar de la fuerza militar para domeñarlos. Pero desde el punto de vista de los aborígenes, fue inequívocamente una invasión. Su mundo fue destruido por la acción de grupos extranjeros, exógenos, que usaron habitualmente la guerra, además de la crueldad y la violencia extremas, para apoderarse de esos territorios y controlar las personas. Una invasión en toda regla.

Estamos asistiendo a todo un revival de cierta visión neofranquista de la Historia de España que afecta en especial a la Historia de la América Colonial

Asegura que la visión social sobre aquellos hechos en España, más que evolucionar, ha involucionado… Sin duda. En los últimos años estamos asistiendo a todo un revival de cierta visión neofranquista de la Historia de España que afecta en especial a la Historia de la América Colonial. Así como ensayistas de la derecha han querido reescribir, para blanquear, tanto el golpe de estado del 18 de julio, la Guerra Civil 1936-1939 y la posterior represión franquista, han querido blanquear el propio periodo franquista en definitiva, en un momento dado también se ha pasado a hacer lo propio con la llamada “Leyenda Negra”. Es mas que sabido que la "Leyenda Negra” solo fue propaganda política desarrollada por los enemigos de la Monarquía Hispánica en los siglos XVI y XVII. Y nunca tuvo más valor que ese. Pero en los últimos tiempos, unos años marcados por el ascenso de la extrema derecha, numerosos autores han buscado el éxito fácil reclamando el pasado glorioso del imperio español puesto en entredicho por los enemigos de siempre. El problema es que la sociedad española actual, sin saberlo, sin ser consciente, sigue bajo el influjo cultural en lo que a la Historia se refiere del franquismo, que dispuso de cuarenta años de dictadura, y de cerca de otros cuarenta de supervivencia ideológico-sociológica entre amplias capas de la sociedad, para imponer sus puntos de vista. Por ello, muchos de estos autores “neofranquistas” tienen tanto éxito, a veces ayudados por autores liberales de Latinoamérica, porque llegan a un público acongojado por perder un momento mágico, quasi milagroso, de la Historia de España, como siempre les habían contado, como fue el descubrimiento y conquista de América a causa de cualquier crítica que se pueda realizar. Y lo tienen fácil, pues consiguen colocar la etiqueta de “leyenda negra” a todo aquel escrito que discrepe de sus puntos de vista. Por otro lado, nuestras sociedades han sido desacostumbradas a pensar y ser críticas desde hace ya varias décadas. Por eso, lo más fácil hoy día es consumir aquellos productos culturales que te reafirman en tus ideas previas.

En el siglo XXI, ¿cómo deberíamos valorar aquel hecho histórico? Pues como lo que fue: una invasión en toda regla de amplios territorios de América por parte de unos grupos de voluntarios armados que, sin el apoyo militar de la Monarquía Hispánica, obtuvieron grandes éxitos sobre todo cuando consiguieron aliarse con fuerzas aborígenes para luchar conjuntamente contra mexicas e incas, los dos estados aborígenes más poderosos.

¿Por qué, tanto tiempo después, cuesta reconocer la violencia de la conquista española de América? Primero porque nunca se le había explicado a la población española con todo detalle la rudeza, y la crudeza, de los hechos acontecidos. Siempre se habían empleado términos engañosos, edulcorados, para comentar el asunto. Incluso se ha generado toda una (falsa) explicación en el sentido de que la presencia hispana en América obedeció a motivos loables, todos ellos positivos. Es una gran mentira. Se ha llegado a decir que fue un colonialismo “generador”, civilizatorio, libertador. Lo que fue, en realidad, es todo lo contrario: sanguinario cuando hizo falta, abusador y explotador.

Y segundo porque, creo, a nadie le gusta, muy en el fondo, reconocer que, aunque hayan pasado cinco siglos, las gentes de tu país cometieron atropellos. Porque no nos vamos a engañar, todos los procesos de expansión imperialista son muy parecidos en cuanto al uso de la violencia y la explotación. Y el caso español no es diferente. Bueno, quiero pensar que es así, porque algunas manifestaciones que se me hacen a nivel de las redes sociales por cuenta de mi último libro más bien me llevan a pensar que los bárbaros del siglo XVI están presentes en el siglo XXI.

Ya en la época algunos cronistas se quejaban de que aquellos excesos manchaban el nombre de los españoles; que no eran propias de cristianos algunas de sus prácticas de crueldad extrema…

Dice que lo que "sería de buen español" no sería tanto justificar que la conquista fue buena sino asumir los crímenes y atrocidades… Claro. Si ya en la época algunos cronistas se quejaban de que aquellos excesos manchaban el nombre de los españoles; que no eran propias de cristianos algunas de sus prácticas de crueldad extrema… Creo que el “buen” patriota, a diferencia de la opinión más generalizada, es aquel que asume su Historia, toda su Historia, e intenta analizar y entender aquellos errores que se hubieran podido cometer para no volver a cometerlos. Por ejemplo, si no entendemos bien los procesos imperialistas y colonialistas del pasado podemos perfectamente repetirlos en nuestro presente, por ejemplo, dando apoyo a todas las manifestaciones xenófobas. Pensemos que una de las acepciones de xenofobia es patriotería. Es decir, el patrioterismo mal entendido. Para mí un patriota es el que ama y defiende a su patria a pesar de todos sus defectos y de todas las lacras de su Historia, que ha procurado analizar, entender y no ocultar. Un patriotero es el que dice amar su patria escondiendo o mal entendiendo los aspectos más negativos de su Historia, al tiempo que se cree mejor que los demás, eso cuando no es un acomplejado al compararse con otra naciones y sus trayectorias (que son, por lo general, tan oscuras como la propia).

Escribe que tanto nativos como españoles fueron crueles y violentos, pero que los primeros tenían el derecho a defenderse… Obvio, porque sufrían una invasión. Una agresión exógena. ¿Cómo no iban a tener derecho a defenderse? Solo faltaba que también se les negase el derecho a defenderse.

El mestizaje, las universidades, la creación de una civilización nueva... Son algunas de las alegaciones que se hacen como elementos positivos de la conquista, ¿es así? ¿es suficiente? Es que son elementos todos ellos tergiversados. Se piensa en el mestizaje como algo positivo porque nunca se contempla desde la óptica de las mujeres aborígenes que, en el mejor de los casos, se “entregaron” libremente al español y, en el peor, que fueron más numerosos habida cuenta de los testimonios con los que contamos, se vieron forzadas a entregarse. Si tenemos en cuenta que en el siglo XVI desde Europa apenas el 20-25 % de las personas que cruzan el océano para instalarse en el Nuevo Mundo eran mujeres, se puede entender la presión que sufrieron las féminas de los pueblos originarios (un “bien escaso” según la mentalidad de la época, porque, además, desaparecieron de forma galopante). Se creó una civilización nueva, sí, ¿y qué? Nunca se contempla que se creó destruyendo otras muchas civilizaciones. Por cierto, siempre se ataca a los mexicas tildándolos de civilización violenta o muy violenta, como si la civilización cristiana no hubiese dado sobradas muestras a lo largo de la Historia de grandes episodios de violencia. Las universidades que se crearon acogieron a miembros de la élite social aborígen, solo a una parte de la misma, pero no a toda la población aborigen ni a los mestizos o a los esclavos africanos manumitidos… Y si acogieron a los hijos de las caciques fue con la intención última de formarlos para ser utilizados como una pieza más del engranaje colonial hispánico. Y las cátedras de lenguas aborígenes servían para formar al clero para que llevase mucho más nítidamente al indio el mensaje de la nueva religión impuesta.

Si se llegó a violar a señoras españolas cuyos maridos militaban en el bando perdedor en el transcurso de las guerras civiles peruanas, ¿cómo no se iban a violar indias?

¿El hecho de que el nivel de violencia fuera similar o inferior al ejercido por otros imperialismos o colonialismos, como el británico, puede esgrimirse como un atenuante? En absoluto. Todo lo contrario. A mí lo que me interesa realmente, el motivo último de mi trabajo, es analizar la violencia ejercida por el imperialismo desarrollado por Castilla, por la Corona de Castilla, desde fines del siglo XV en adelante. Y no tanto en interesarme por las violencias imperialistas de los demás. En muchos foros se me reclama que me interese también por ellas. Bien, pues aquí y ahora puedo afirmar que el imperialismo inglés/británico a lo largo de su Historia, ya fuese en Irlanda, América del Norte, África, India y Oceanía, seguramente terminó con la vida de tantas o más personas como las exterminadas en la América Hispana. Numerosos historiadores británicos avalan lo que acabo de afirmar. Y, una vez dicho esto, los excesos del imperialismo propio no han mutado, siguen encima de la mesa, exactamente igual que antes.

Una de los elementos de terror que describe es el uso de las violaciones como arma de guerra, ¿fue una práctica habitual? Es una cuestión difícil de analizar porque casi nunca se explicita de una forma clara, pero sabemos que durante las campañas de Hernán Cortés de 1520-1521 previas al sitio de México-Tenochtitlan y durante el propio asedio, sus hombres buscaban, a veces a la desesperada, hacerse con mujeres nativas. Incluso el propio Cortés hubo de poner orden, mediante unas ordenanzas, valga la redundancia, en las que, entre otras advertencias, señala a los miembros de su hueste que no se molestasen a las mujeres de los indios aliados. Cuando se producían capturas de enemigos, que serían esclavizados, los oficiales cortesianos tenían derecho a “ojear” antes a las indias más bellas, que desaparecían de los lotes de esclavas que se ofrecían al resto de los integrantes del grupo. Pero he encontrado muchos testimonios de casos de violaciones sistemáticas en Venezuela, Yucatán, Paraguay, en Nueva Granada (hoy día Colombia). En este caso, fray Pedro Simón relata que los indios cuicas se alzaron en 1556 a causa de las muchas violaciones de sus mujeres, a veces ante su presencia, por parte de los jóvenes soldados de la cercana guarnición de Trujillo. Hubo violaciones en el Perú tanto durante la conquista como durante las guerras civiles entre españoles, cuando se violaron también algunas damas españolas del bando que había resultado perdedor en ese momento de tan terrible enfrentamiento cainita. Si se llegó a violar a señoras españolas cuyos maridos militaban en el bando perdedor en el transcurso de las guerras civiles peruanas, ¿cómo no se iban a violar indias?

¿Qué fueron los aperreamientos? ¿Fueron habituales? El aperreamiento es una técnica de ejecución que consiste en lanzar una jauría de perros contra una persona indefensa que, habitualmente ante la presencia de gentes de su comunidad, es despedazada por los canes en breves minutos. Se buscaba espantar y aterrorizar a los miembros de esas comunidades ejecutando de manera tan atroz a otro miembro de la misma por los motivos que el poder hispano adujese en ese momento, pero los más comunes fueron la negativa a prestar apoyo de todo tipo al grupo hispano, concediendo zapadores, mujeres, porteadores, además de vituallas, o bien para evitar posibles traiciones y rebeliones entre comunidades que ya habían sido sometidas por los españoles. El uso de perros de combate estuvo muy extendido: los encontramos en la invasión y ocupación de las Antillas; sobre todo en el actual Panamá, donde el descubridor del Océano Pacífico, Vasco Núñez de Balboa, los usó con profusión; pero la utilización del aperreamiento estuvo muy extendida, se dio en casi todas partes, pero como una forma más de ejecución: en Nicaragua; en Nueva España, por parte de Cortés, pero también por parte del primer virrey, Antonio de Mendoza, y de sus oficiales; en Guatemala fue utilizado por parte de Pedro de Alvarado, quien también lo usó cuando realizó su incursión en Perú; más abundantes son los testimonios de aperreamientos en Venezuela y Nueva Granada, así como en Florida, Yucatán o Chile. No hay un territorio donde no se usase. Luis de Morales, en 1543, le llegó a solicitar a Carlos I que ordenase la muerte de todos los perros utilizados en este tipo de ejecución aduciendo que sus dueños los criaban con carne de indio.

También habla de empalamientos y ejecuciones en la hoguera… Las ejecuciones en la hoguera fueron un método de ejecución mucho más restrictivo y se reservaban para castigar con ejemplaridad a caciques que o bien se mostrasen reticentes a la presencia hispana, amenazando con la guerra al grupo hispano, o bien, una vez “pacificados” sus territorios, se tuviese la sospecha que se iban a rebelar o fueron atrapados una vez la rebelión estaba en marcha. Hay casos en la conquista de La Española (hoy día Haití y República Dominicana), en Nueva España, en Perú… Pero en otras ocasiones se reservaba la hoguera para la ejecución de indios del común acusados de gran traición, como haber matado a un grupo de españoles en una emboscada, guiarlos malamente por un territorio hostil para buscar la muerte del grupo hispano, etc. Martínez de Irala, conquistador de los indios payaguás y naperus, quienes habían matado en una emboscada a otro conquistador, Juan de Ayolas, llevó al extremo la ejecución por fuego: habiendo atrapado a cinco payaguás, decidió dar un escarmiento notorio cuando los ató a un árbol y ordenó encender fuegos a una cierta distancia para que se fueran quemando lentamente.

España debería pedirse disculpas a los descendientes directos de los pueblos originarios que todavía hoy, por suerte, están presentes en la sociedades latinoamericanas. A esas personas, no a los estados latinoamericanos.

El empalamiento es el tipo de ejecución menos generalizada y lo he encontrado en especial en las conquistas de Nueva Granada, Venezuela y Chile. El padre Aguado, cronista de Nueva Granada, espantado por el uso de esta técnica del horror por parte de sus compatriotas, no dudó en escribir que el empalamiento era “muerte cierto cruelísima y que entre cristianos no se debía de usar por no imitar en ella la crueldad de los turcos, que primero la inventaron”. También cabe decir, por contra, que el emperador inca Manco Inca, quien llegó al poder de la mano de Francisco Pizarro, al rebelarse contra los españoles hasta su muerte en 1544, usó habitualmente del empalamiento para aterrorizar, en especial, a los indios huancas, sus principales enemigos y primeros aliados de los españoles aquellos terribles años.

Vuelve a haber polémica entre México y España, ¿debería pedir perdón España a los países americanos? Deberían pedirse disculpas a los descendientes directos de los pueblos originarios que todavía hoy, por suerte, están presentes en la sociedades latinoamericanas. A esas personas, no a los estados latinoamericanos.

Y el asunto del derribo de estatuas de conquistadores y personajes relacionados con la etapa colonial española, ¿cómo lo valora? Pues se puede entender en el caso de estatuas de invasores/conquistadores especialmente crueles pero, sobre todo, partiendo de la base de que como los descendientes de los pueblos originarios nunca han recibido ningún tipo de reparación, de disculpa, salvo la del papa Francisco, la presencia de esas estatuas es un recordatorio del oprobio del pasado. El problema es que, en numerosos casos, el oprobio se mantiene, pero cometido por las sociedades actuales, herederas de aquellas que consiguieron la independencia. Es más, los descendientes de aquellos que obtuvieron las independencias y se apoderaron de las estructuras de poder de sus nuevos países son los primeros, entiendo, que deberían pedir disculpas a los indios supervivientes.

También puedo entender el derribo de estatuas de otros personajes como fray Junípero Serra, en el sentido de que, con las mejores intenciones del mundo, la mayoría de los misioneros fueron los primeros en contactar con los grupos aborígenes y prepararon la llegada de los soldados. Es decir, una cruz amable preparó el camino para la llegada de una espada ya no tan amable. Pero en el caso de Serra es forzar un tanto las cosas. Lo mejor, como dije en alguna ocasión, es que las municipalidades invirtieran menos en estatuas y más en bibliotecas. Y también sería de desear que muchos políticos se decidiesen por trabajar para encarar mejor el futuro, pero sin pretender reescribir la Historia según sus intereses como están intentando hacer la derecha y la extrema derecha españolas desde hace ya más de un cuarto de siglo.

El mundo indigenista sabe que las sociedades pre-colombinas no eran edénicas; lo que no soportan es que se diga que el imperialismo y el colonialismo hispánicos fueron positivos, porque es una gran mentira. Es algo perverso e intrínsecamente insultante.

Indigenismo contra los contrarios a la Leyenda Negra, ¿qué versión histórica le parece más distorsionada? Sin duda la de aquellos que aceptan que una leyenda negra sigue existiendo. Porque tiene más consecuencias a todos los niveles, sobre todo en cuanto a desinformación de la ciudadanía que puede conducir a un adoctrinamiento político e ideológico muy marcado hacia la derecha y la extrema derecha. Los excesos del indigenismo, que los hay, son mucho más inocuos, aunque se quiera hacer pensar lo contrario, porque se desarticularían fácilmente en el momento en que hubiese una más clara conciencia de los excesos cometidos hace quinientos años por el imperialismo que los oprimió. En el fondo, el mundo indigenista sabe que las sociedades pre-colombinas no eran edénicas; lo que no soportan es que se diga que el imperialismo y el colonialismo hispánicos fueron positivos, porque es una gran mentira. Es algo perverso e intrínsecamente insultante.

Cinco siglos después, ¿no debería haber ya un discurso histórico aceptable de aquellos años, aceptable a ambos lados del Atlántico? ¿O al menos dos discursos enfocados desde distintos ángulos pero aceptables para el otro? Ojalá fuera así. Yo abogo por ello, claramente. Pero ambas partes deben ceder en algo, sobre todo desde el lado español. El gran problema son los intereses ideológico-políticos que ciertas mal llamadas élites, porque de élite intelectual y cultural tienen poco, están fomentando en España. Y sin olvidarme tampoco, ni mucho menos, del discurso interesado que, por ejemplo, en los últimos años está desarrollando el señor presidente de México.

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