El 'invierno primaveral' que vive España suma ya un mes sin lluvia generalizada, pastos resecos y embalses bajo mínimos

Cielos despejados el día de la Candelaria
Cielos despejados el día de la Candelaria
Meteored
Cielos despejados el día de la Candelaria
Ya ni nos acordamos de la última vez que llovió. Hace casi un mes que no hay precipitaciones generalizadas en nuestro país.
Atlas

El comienzo de febrero siempre ha sido una fecha crucial para saber cómo será el resto del invierno y así organizar los trabajos agrícolas. La meteorología popular lleva largo tiempo tratando de predecir cómo se desarrollará la segunda mitad de esta estación. En España, el 2 de febrero es el día de la Candelaria, momento en el que se observa el comportamiento atmosférico para determinar cómo será el resto del invierno. "Si por la Candelaria plora (o 'llora', en referencia a la lluvia, en otras versiones), ya está el invierno fora, y si no plora, ni dentro ni fora", recuerda el refrán típico José Miguel Viñas, experto de Meteored.

Como explica el propio Viñas, actualmente se cuenta con métodos más científicos con modelos probabilísticos y técnicas estadísticas, pero por el momento estos coinciden con lo observado el día 2: se espera cierta escasez de precipitaciones, una tendencia preocupante que ya se ha dado en enero y en los meses previos -se trata del segundo comienzo de año más seco en lo que va de siglo-. En este comienzo de año hidrológico -comprendido entre el 1 de octubre de un año y el 30 de septiembre del año siguiente- se han registrado menos precipitaciones que su promedio normal, según datos de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET). Octubre recogió un 25% menos de lluvias de lo normal, noviembre un 29% menos y diciembre un 25% menos.

Enero también se ha despedido con muy pocas lluvias. Excepto en el Cantábrico Oriental y en Canarias, las precipitaciones no han alcanzado ni la mitad del valor normal. Y en algunas zonas de los tercios oeste y este de la península ni siquiera se ha llegado a la cuarta parte de los valores normales. Además, de cara a febrero no hay pronósticos importantes de lluvia ni a corto ni a largo plazo.

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¿A qué se debe esta escasez de precipitaciones?

"Nuestro entorno geográfico se encuentra bajo la influencia de las altas presiones desde la última semana de diciembre", explica a 20minutos Rubén del Campo, portavoz de la AEMET. "Desde entonces, tan solo el paso de sistemas frontales entre los días 5 y 7 de enero ha dado lugar a precipitaciones en amplias zonas". Después de estas fechas, tan solo ha habido lluvias de carácter débil y disperso.

Por lo tanto, la presencia continuada de anticiclones, "sistemas de altas presiones atmosféricas que pueden persistir durante bastante tiempo en una misma región", ha impedido el paso de borrascas "dando lugar a un ambiente seco y soleado".

¿Es habitual esta situación?

"Las situaciones de estabilidad atmosférica prolongada en invierno provocan, normalmente, ausencia de precipitaciones", señala del Campo. Sin embargo, a tenor de los datos de la AEMET no ha sido tan habitual en la historia una escasez como esta. Estos datos sitúan el primer tercio de este año hidrológico como el octavo más seco desde 1961 y el segundo del siglo XXI, empatado con el inicio del año 2004-2005 y superado únicamente por el del año 2007-2008.

¿Qué efectos adversos puede generar?

Del Campo explica que, además de la ausencia de precipitaciones, también se dan las llamadas inversiones térmicas, "fenómeno por el cual las temperaturas son más bajas en zonas de valles que en lugares situados a mayor altitud". Estas inversiones producen heladas que pueden dañar algunos cultivos. También la estabilidad atmosférica de altas presiones, "cuando los vientos están en calma o soplan flojos", favorece la acumulación de contaminantes.

Además, las situaciones prolongadas de lluvias escasas afectan especialmente al sector primario, "ya que disminuyen las reservas de agua embalsada y en ocasiones se tiene que reducir el volumen destinado a cultivos de regadío". "Los pastos y cultivos herbáceos también se resienten ante la falta de agua y esto puede afectar al sector ganadero dependiente de esos pastos", señala el experto de la AEMET.

Las reservas de agua embalsada han disminuido en todo el territorio español. Actualmente los embalses se encuentran en un 44,77% de su capacidad, 10 puntos menos que en la misma semana del año anterior y casi 15 menos que la media de este misma semana en los últimos diez años. 

En todas las comunidades los valores son inferiores a lo normal, pero son especialmente preocupantes en Extremadura (38,5% frente al 59,91% de los últimos 10 años), Castilla La Mancha (37,3% frente a 38,11%), Andalucía (31,45% frente a 59,96%) y Murcia (22,3% frente a 31,82%). En otras regiones ha habido variaciones más amplias, pero su media no baja del 50% de la capacidad y no han notado tanto los estragos en su sector primario.

Estragos en el sector primario: regadío

Javier Alejandre, técnico de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA), explica que, a nivel de la agricultura, hace falta una aproximación separando el secano del regadío. Para Alejandre, es en el regadío donde la situación es peor: "es difícil que se pueda mejorar". Se muestra negativo porque los meses de noviembre, diciembre, enero y febrero son los que suelen contribuir a que se recarguen los embalses.

"El déficit se centra en Andalucía. La media de los embalses está casi 28 puntos por debajo de la media de los últimos 10 años. Es una barbaridad. Esa es la zona más afectada", cuenta. La segunda zona más afectada sería Extremadura y después Castilla La Mancha: "el suroeste es la zona con un déficit acumulado superior". No entra a valorar la situación de zonas como Murcia o Almería, porque "ahí el problema es estructural y depende más de los trasvases".

Para dar una idea de la situación cita el canal de Orellana en Extremadura, "que riega 60.000 hectáreas". "En principio, lo que prevén es que les permitan regar solamente el 20% de la superficie. Eso es una barbaridad", exclama. Teniendo en cuenta que los los meses siguientes son de recarga baja, "cabe pensar que esta situación probablemente no mejore e incluso podría empeorar llevándonos a más restricciones de regadío".

Como no ha habido fríos "excesivos" y hubo algo más de lluvias hasta diciembre, Alejandre se muestra más positivo con los cultivos de secano. "Va a depender totalmente, en mi opinión, de cómo evolucione el tiempo a partir de ahora". Aunque cree que si lloviese pronto podría resolverse, reconoce que en el suroeste "el secano ya empieza a sufrir".

Cultivos de secano, ganadería y apicultura

Para Andrés Góngora, de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) en Andalucía, la situación es más preocupante en la zona oriental de Andalucía, donde "los primeros daños se han producido en los cultivos de secano y en la ganadería, en los pastos, que es donde primero muestra la sequía su cara". A diferencia de Alejandre, cree que es pronto para hablar de pérdidas en el regadío.

"Estimamos que ahora mismo, en torno al 30% de la superficie general de esta zona [Andalucía oriental] no va a salir adelante porque ya no hay tiempo. Para el resto, si llueve en los próximos días, todavía se podría salvar parte de la producción". Su negatividad aumenta al recordar las previsiones para febrero, en el que habrá "mucho más calor y además se suma el viento". "Los temporales de viento lo que hacen, si cabe, es secar más todavía", explica. 

Aclara que la parte más afectada corresponde a pasto y cereales, en cuanto a los árboles de frutos secos, como el almendro -que es especialmente duro para la sequía-, "todavía no se sabe".

Debido a la ausencia de pastos, "la ganadería lo esta pasando mal". "No pueden sacar a los animales a pastar porque literalmente no ha crecido la hierba. Están alimentando a los animales con forrajes externos a las explotaciones", cuenta.

También preocupa la apicultura: "La apicultura depende mucho de la floración de primavera y eso requiere que llueva. Si no llueve en estos días,  no hay floración de cara a finales de febrero, marzo, abril...los meses principales".

Para contrarrestar estos efectos, haría falta una primavera muy lluviosa

Con la tendencia actual, la primavera no parece que vaya a ser esplendorosa. "La mitad de todas las precipitaciones que suelen recogerse en un año hidrológico tienen lugar entre octubre y enero", recuerda del Campo. "Cuando las situaciones de lluvias escasas se prolongan en el tiempo, un episodio puntual no logra reducir la falta de agua, por muy intenso que sea. Solo una estación muy lluviosa es capaz de compensar el déficit de precipitaciones", resalta.

Aunque difícil, no parece del todo imposible. En la primavera de 2018, "la más lluviosa de la serie histórica", se mitigó la falta de agua derivada de un otoño y un invierno muy secos. Del Campo también encuentra ejemplos para el optimismo en el primer lustro de la década de los 90, cuando un periodo especialmente seco "finalizó también gracias a que el invierno de 1995-1996 fue uno de los más lluviosos que se recuerdan".

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