Los españoles sufren la mayor subida de precios de las grandes economías de la UE

Un pescadero atiende a su clientela en el mercado de Triana (Sevilla)
Un pescadero atiende a su clientela en el mercado de Triana (Sevilla)
EUROPA PRESS
Un pescadero atiende a su clientela en el mercado de Triana (Sevilla)

Los consumidores españoles concluyeron 2021 pagando unos precios un 6,7% más elevados de lo que lo hacían en diciembre de 2020, un incremento en el coste de la vida sin precedentes en las últimas tres décadas. El último dato de inflación mensual del año pasado sitúa a España como el país dentro de las grandes economías del euro que cerró 2021 con unos precios más elevados.

Dentro de la Unión Europea, solo los países bálticos -Estonia (con una subida de precios del 12%), Lituania (10,7%) y Letonia (7,7%)- acabaron pagando más por los bienes de consumo, según datos publicados el viernes por Eurostat

A falta de que se conozcan los datos de inflación de cierre de año de los países de la UE con moneda propia (en este grupo están, por ejemplo, Polonia, República Checa, Suecia o Dinamarca), los españoles sufrieron un aumento de los precios superior al de belgas (6,5%), holandeses (6,4%), alemanes (5,7%), italianos (4,2%) y franceses (3,4%).

No obstante, si se tiene en cuenta el promedio de subida de precios de todos los meses del año y no solo el dato del último -un cálculo que refleja con mayor fidelidad la inflación registrada a lo largo del ejercicio-, España, con un 3%, se encuentra por debajo de Alemania (3,2%) y Bélgica (3,1%), aunque por encima de la media comunitaria (2,7%).

A diferencia del resto de las grandes economías europeas, donde la inflación interanual se mantuvo estable en diciembre e incluso descendió en comparación con noviembre, en España se incrementó 1,2 puntos porcentuales. 

Una parte de esa subida se puede atribuir a que España partía de una situación de precios más bajos el año pasado que otros países de su entorno. En diciembre de 2020, el Índice de precios de consumo armonizado (IPCA), el medidor por antonomasia de la inflación en Europa, era del -0,6%, frente al 0,4% de Bélgica o el 0,9% de Países Bajos. Al partir de una situación de precios más reducidos, cuando estos suben el incremento interanual se amplifica -lo que se conoce como efecto base o efecto escalón-.

Sin embargo, el grueso del encarecimiento del consumo es achacable a la crisis de precios de la energía. Aunque todavía se conoce qué productos concretos han subido más de precio, el Instituto Nacional de Estadística (INE) avanzó a finales de diciembre algunas pinceladas que apuntan a la factura de la luz como el principal causante y, en menor medida, al alza de los precios de los alimentos.

Conviene recordar que el pasado diciembre cerró con el recibo eléctrico más elevado de la historia: en torno a 120 euros para un hogar promedio en el mercado regulado (al que pertenecen el 40% de los hogares españoles), según la OCU. Este importe es un 24% superior al de noviembre y duplica lo que se pagó en diciembre de 2020, pese a las fuertes rebajas fiscales que el Gobierno ha introducido para abarata la factura. 

La falta de una estadística pública que refleje los precios promedio en el mercado libre impide saber con precisión cómo ha sido el impacto en el recto de usuarios, pero se estima que también han subido para muchos de estos consumidores.

Aparte de la crisis de la energía, las interrupciones que todavía persisten en las cadenas globales de suministros, siguen causando escasez en determinadas materias primas (especialmente los microchips). La pandemia todavía impide el funcionamiento normal de varios servicios (turismo, conciertos, cine, etc.) por lo que los consumidores siguen desplazando esos gastos a bienes materiales (especialmente los tecnológicos). Los problemas que están teniendo las empresas para atender toda esa demanda han provocado que los precios suban.

No obstante, la mayoría de analistas creen que, al menos en Europa, todas estas presiones -incluidos los precios de la energía- se irán disipando a lo largo de este año.

Pérdidas de poder adquisitivo

Una de las principales consecuencias de la alta inflación es que los consumidores pierden poder adquisitivo si no suben los salarios. A diferencia de lo que ocurre con los datos de inflación, que tanto el INE como Eurostat a nivel europeo publican cada mes, resulta más difícil medir con tanta frecuencia y precisión como evolucionan los salarios. 

Una forma aproximada de saber si los salarios están respondiendo a la inflación es recurrir a la estadística de actualización de los convenios colectivos que publica el ministerio de Trabajo y Asuntos Económicos. En España, casi tres de cada cuatro trabajadores está acogido a un convenio colectivo. Las últimas cifras, publicadas en noviembre reflejan que los salarios sujetos a convenio han subido en promedio un 1,5%, un incremento muy alejado de la inflación de diciembre (6,7%) e incluso del promedio del año pasado (3,1%).

Los empleados públicos, para quienes el Gobierno aprobó en los Presupuestos Generales del Estado una subida salarial del 2%, también han perdido poder adquisitivo. El único colectivo blindado ante la inflación son los pensionistas, cuyas prestaciones se han actualizado conforme a la subida del IPC, tal y como aprobó el Ejecutivo a finales del año pasado.

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