Cómo se genera la electricidad que no proviene del gas: inconvenientes y ventajas de las renovables y la nuclear

Archivo - Molinos de viento en el monte Oiz (Bizkaia)
Molinos de viento en el monte Oiz (Bizkaia).
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Archivo - Molinos de viento en el monte Oiz (Bizkaia)

Cuando hace ahora cuatro meses el megavatio hora batió su máximo histórico al superar los 106 euros en pleno agosto, los españoles no escondían su desasosiego. Temían que la tendencia al alza en el recibo de la luz persistiera hasta final de año, cuando, con la llegada del frío, la calefacción diera el relevo al aire acondicionado. Sus miedos no eran infundados. Ahora, el precio continúa disparado, pulverizando récords, tras haber superado la barrera de los 300 euros durante cuatro días consecutivos. Entre las causas, se hallan la subida del gas natural, la ausencia de viento y el encarecimiento del dióxido de carbono.

De todas ellas, la subida del gas natural es el factor que más está contribuyendo al encarecimiento de la electricidad en esta segunda mitad del año, y la tendencia parece lejos de revertirse a corto plazo. Este combustible alimenta las centrales de ciclo combinado, que actúan como respaldo a la energía nuclear y las renovables cuando estas no son capaces de cubrir toda la demanda, y su precio roza también máximos históricos en el mercado europeo.

La influencia de este combustible se explica por el método empleado para fijar el precio de la luz en España. Todos los días se realiza una subasta inversa en la que las empresas generadoras ofrecen su electricidad y las comercializadoras compran una cantidad determinada para satisfacer la demanda. De este modo, primero adquieren las energías más baratas -las renovables- y prosiguen hasta la más cara -el gas- hasta cubrir las necesidades de los usuarios. Con este sistema, la tecnología que aporta el último MWh del mercado establece el coste final, explica Roberto Gómez-Calvet, profesor del área de Empresa de la Universidad Europea de Valencia y experto en suministro energético. 

De esta manera, se llega a una paradoja: el gas, que cubre en torno al 17% de la demanda anual, según la Red Eléctrica de España (REE), marca el precio de la luz y provoca que sea más elevado. Entonces, ¿a partir de qué energías se genera el resto de la luz que abastece al país? ¿Cuáles son sus pros y sus contras? 

Energías renovables

Una de las principales fuentes de energía que suministran electricidad en España son las renovablesrecursos limpios y casi inagotables que proporciona la naturaleza. Entre ellas, se encuentran la eólica, la solar, la hidráulica, el biogás, la biomasa, la geotérmica... y en 2020 representaron el 44% de la generación total. 

"Dentro de las renovables, la más bondadosa, la que mejor comportamiento tiene, es la hidráulica, porque proporciona una energía muy estable y tiene capacidad de almacenamiento. Sin embargo, es un recurso muy limitado", explica el profesor de la Universidad Europea sobre esta fuente, de la que provino el 12,2% de la electricidad en España en 2020.

El resto de las renovables presentan dos fundamentalmente dos pegas: su comportamiento es "variable" y el almacenamiento "muy limitado, simbólico". "Podemos producir energía con los molinos cuando sopla el viento. Si no lo hay, no podemos hacer nada, más que esperar a que venga", ahonda sobre este recurso, que generó el 21,8% de la electricidad el año pasado.

"Podemos producir energía con los molinos cuando sopla el viento. Si no lo hay, no podemos hacer nada, más que esperar a que venga"

La fotovoltaica es un poco más flexible, ya que no necesita radiación directa y con luz difusa incluso los días nublados sigue produciendo con menos eficacia. Además, España es pionera en la energía solar concentrada, que emplea espejos para concentrar la radiación en un punto, pero su mayor problema es que es muy dependiente de las estaciones.

Más allá de las dos ventajas claras de estas energías, que son no contaminantes y prácticamente inagotables, presentan un par de inconvenientes. El primero: "No son fiables y no son predecibles". "Por sí mismas no son capaces de producir la electricidad necesaria para satisfacer las necesidades de un país, por lo que precisan de un apoyo. Si no, estaríamos abocados a un apagón", agrega Gómez-Calvet. En segundo lugar, su almacenamiento es muy complicado.

"Esta tecnología no está madura todavía. No hay un sistema de baterías que sea capaz de almacenar energía para dar suministro a un país o a una región. Solo se ha desarrollado a pequeña escala. No obstante, estos niveles de precio pueden ser un incentivo para avanzar en esta línea", señala el experto en suministro eléctrico, que plantea también la posibilidad de que los propios consumidores dispongan de sus propias placas fotovoltaicas para ahorrar.

Energía nuclear

La otra gran fuente de energía en España es la nuclear, con cinco centrales y siete reactores, que supuso el 22,2% del mix de generación nacional en 2020, según la REE. Su principal ventaja es que constituye un suministro constante, no emite gases de efecto invernadero y su materia prima -el uranio- "tiene un coste muy acotado", explica Gómez-Calvet. "Desde ese punto de vista, es magnífica: proporciona estabilidad y es fiable", añade.

"Las centrales nucleares dan energía de forma constante, no contaminan, no emiten gases efecto invernadero y su materia prima, el uranio, tiene un coste muy acotado"

Sin embargo, no todo son beneficios con este tipo de energía. Dos palabras bastan para comprender sus principales inconvenientes: Chernóbil y Fukushima. Se trata de los accidentes más graves registrados en centrales nucleares desde la creación de esta tecnología, que tuvieron un efecto devastador sobre el entorno y la salud de sus habitantes. 

El otro gran problema son los residuos generados, que tienen vidas muy largas, de miles de años. Su tratamiento y aislamiento también representan un reto, para evitar la contaminación del medioambiente.

"Accidentes nucleares ha habido, pero también se han producido accidentes en aviones y todos los siguen cogiendo. Sobre los residuos, en muchas ocasiones se encuentran en las propias centrales y no son tal cantidad como para decir que estamos desbordados. Son unas varillas metidas en unas piscinas, enfriadas, y su radiación está contenida, no están transmitiéndola al medioambiente. Además, hay procesos para convertirlos en combustible nuevo", apunta el profesor de la Universidad Europea.

Tanto las graves consecuencias de los accidentes como la larga duración de la huella de esta energía ha llevado a los antinucleares a pedir el cierre de las centrales. Ahora bien, surge un conflicto: esta tecnología se presenta como el gran aliado para abandonar los combustibles fósiles, el carbón y el petróleo, al no emitir gases tóxicos ni contaminantes.

¿Hacia dónde camina España?

El Gobierno presentó el pasado miércoles el tercer Proyecto estratégico para la recuperación y transformación económica (Perte) de energías renovables, hidrógeno verde y almacenamiento que movilizará una inversión de más de 16.300 millones y creará 280.000 empleos. El conjunto de medidas servirá para impulsar una transición energética "justa" y "duradera" que reducirá la dependencia energética exterior de España, que podría ahorrar 67.000 millones en importación de combustibles, según informó el presidente del Ejecutivo, Pedro Sánchez.

En cuanto a la energía nuclear, el Gobierno planea cerrar las centrales antes de 2035, aunque la dependencia actual de este tipo de tecnología es todavía muy elevada y resultaría difícil suplir la electricidad que proporcionan a partir de una fuente diferente al gas. Esta es la línea en la que avanza España, en un momento en el que ha abandonado casi por completo el carbón por sus emisiones contaminantes, en la línea marcada por la Unión Europea.

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