La autonomía de Díaz en la construcción de su candidatura genera los primeros roces con Podemos

La ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra; la ministra de Igualdad, Irene Montero; la vicepresidenta tercera y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz.
Ione Belarra, Irene Montero y Yolanda Díaz, en una imagen de archivo.
Europa Press
La ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra; la ministra de Igualdad, Irene Montero; la vicepresidenta tercera y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz.

Podemos sigue teniendo claro que quiere que Yolanda Díaz sea su candidata en las próximas generales, y la propia Díaz tampoco tiene dudas de que el partido morado debe formar parte de su plataforma si finalmente concurre a esta cita. Pero entre ellos han surgido en las últimas semanas ciertos roces que se hicieron evidentes el pasado sábado, con el silencio que mantuvo la dirección de Podemos durante todo el fin de semana en relación al acto en el que participó Díaz junto a Mònica Oltra, Ada Colau, Mónica García y Fátima Hossain. En la dirección morada existe cierta sensación de que Díaz debería mostrarse públicamente más próxima a sus aliados, mientras el entorno de la vicepresidenta defiende su autonomía.

Todas las fuentes consultadas insisten en que la comunicación entre Díaz y Podemos sigue siendo fluida, especialmente en lo tocante a la acción de Gobierno. Pero en ambos sectores admiten que en las últimas semanas han existido discrepancias, que revelan algunas diferencias en relación a la hoja de ruta de la vicepresidenta para poner en marcha un proyecto de "escucha" que, en el futuro, pudiera convertirse en una plataforma electoral que reuniera a Podemos, Más País, IU o Compromís bajo una única marca. 

El exlíder morado, Pablo Iglesias, pidió esta semana que en el futuro proyecto de Díaz "todos los partidos se sientan respetados" y aseguró que lo más conveniente es "cerrar pronto" la construcción de la nueva plataforma para evitar ruido interno. Podemos no ha querido hacer de su ausencia en el evento del pasado sábado una batalla, pero lo cierto es que en algunos sectores de la formación no gustó que ninguna dirigente del partido fuese invitada a compartir escenario con Díaz, Oltra, Colau, García y Hossain.

La dirección morada tiene claro que Díaz es su candidata, pero también desearía que la vicepresidenta se mostrase públicamente más próxima a Podemos para despejar cualquier duda sobre su relación. Esa sensación no solo se produce a raíz del desencuentro relativo al acto en València, sino que también se debe a que Díaz ha pasado de puntillas sobre otros episodios controvertidos para Podemos ocurridos en las últimas semanas, como la polémica elección para el Tribunal Constitucional del juez Enrique Arnaldo o el anuncio del partido -que después dio marcha atrás- de que se querellaría contra la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, por retirar su acta de diputado a Alberto Rodríguez.

La dirección de Podemos no quiere en ningún caso que la imagen de Díaz se vea perjudicada asumiendo un papel protagonista en estas polémicas. Pero también considera que la vicepresidenta no reconoce suficientemente el hecho de que las principales dirigentes del partido estén ejerciendo pararrayos para que ella, precisamente, no tenga que entrar en asuntos espinosos que puedan dañarla. El pasado lunes, Iglesias deslizó que "la clave" de la nueva plataforma de Díaz "no van a ser las caras ni los partidos", pero también agregó que "los partidos van a tener un papel determinante".

La líder de Unidas Podemos ya no es de Podemos

El entorno de Díaz también admite que han existido ciertas "tiranteces" con Podemos en el último mes en relación a los mismos asuntos que plantean los morados: el anuncio de la querella contra Batet, de la que Díaz se habría enterado por un grupo de Telegram, o la elección de Enrique Arnaldo como juez del Tribunal Constitucional, un magistrado designado por el PP y que Unidas Podemos votó pese a las reticencias que generaba su historial. Sin embargo, estas fuentes quitan peso a esos roces, aseguran que son gajes del oficio en la coordinación entre un partido y una líder que es ajena al mismo, e incluso se muestran comprensivas con el hecho de que Podemos reclame que se les tenga más en cuenta.

Precisamente que Díaz no forma parte de Podemos es clave para entender las diferencias de las últimas semanas. Algunas de las fuentes consultadas consideran que el partido morado está en pleno proceso de transición después de la salida de Iglesias de la primera línea política, y apuntan que Podemos debe asumir que tendrá un rol importante en el nuevo escenario a la izquierda del PSOE, pero no tan preponderante como antes.

No obstante, el entorno de Díaz considera que el éxito del acto del pasado sábado en València va a servir para reparar las pequeñas grietas que han aparecido en las últimas semanas en la relación entre Podemos y la vicepresidenta. En esa misma línea se pronunció hace unos días Juan Carlos Monedero, cofundador del partido morado y una de sus voces autorizadas pese a ser un militante de base. "Las quejas por la ausencia de líderes de Podemos y de IU en el acto de València se tapan rápidamente por los beneficios del encuentro. ¿O hubiera sido mejor que hubiera estado alguien de Podemos y hubieran declinado la invitación Mónica Oltra y Mónica García? No. Podemos ya ha hecho su apuesta y se llama Yolanda Díaz como cabeza de lista de Unidas Podemos", zanjó.

El próximo domingo, Díaz volverá a reunirse con Colau y Oltra en el acto de cierre del congreso de Catalunya en Comú, la confluencia catalana de Unidas Podemos. Ese acto, por su propia configuración, no es ni mucho menos comparable al de la semana pasada en València, pero a él asistirá la secretaria de Organización de Podemos, Lilith Verstrynge, lo cual implica que los morados tendrán la representación con la que no contaron el fin de semana pasado. Al acto, de hecho, habían sido invitadas tanto Belarra como su número dos, Irene Montero. No obstante, la primera no asistirá por motivos familiares y enviará un vídeo de apoyo, mientras el equipo de la segunda se limita a señalar que "no puede asistir finalmente".

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