El distópico vestuario de 'WAH': o cuando hay que ataviar al silencio y a la rebelión

Una escena del musical 'WAH'.
Una escena del musical 'WAH'.
WAH
Una escena del musical 'WAH'.

El de WAH es un espectáculo difícil de definir, pero fácil de defender. Quizá baste decir que es un gran espectáculo musical y gastronómico que se representa en Madrid (Pabellón 2 de IFEMA).

Si lo que queremos es la sinopsis, la cuenta uno de los productores y creadores, Miguel Depáramo. "Hemos recreado el mundo al llegar el día en el que se prohibiera la música. Ha llegado un villano llamado Doctor Mute que tiene un ejército brutal formado por los Omegas, que se dedican a cerrar y clausurar cualquier lugar donde se escuche música", explica el empresario.

Los espectadores entran en ese mundo e interactúan con los perversos omegas, pero también con la parte rebelde. "Los Wah son una rebelión de artistas, de músicos y de bailarines que han creado el único lugar donde se puede vivir la música... lo que no se sabe es si nos van a pillar", advierte Depáramo, pues "la gente entra en un lugar en el que se sienten haciendo algo prohibido, con la amenaza latente de los Omega y una gran sorpresa final".

En WAH hay decenas de personajes, actores, cantantes y músicos, de uno y otro bando y todos ellos portan un vestuario original creado para este espectáculo. Unos atuendos que están al servicio de la historia, pero también de los artistas que los vestirán.

Jordi Dalmau, diseñador de vestuario y director artístico de 'WAH'.
Jordi Dalmau, diseñador de vestuario y director artístico de 'WAH'.
Jorge Paris

Se ha encargado de ello el diseñador Jordi Dalmau y su equipo. "WAH es una nueva manera de ver la música, de ver un espectáculo, de ver un vestuario", explica Dalmau mientras pinta a mano una chaqueta que se lucirá en el espectáculo.

Con una improvisada paleta de pintor aplica una pintura especial, creando formas orgánicas. "Hemos buscado tejidos con texturas diferentes para que conecten bien con la luz, están pintadas a mano con pinturas especiales que reflejan la luz".

En total habrá más de 80 piezas de vestuario, sin contar con los complementos. Hay dos elencos, cuando uno descansa el otro actúa, por lo que hay dos personas por cada personaje y eso implica dos trajes completamente diferentes, en la talla, pero también en la personalidad.

"A cada traje le hemos puesto la personalidad del artista que lo iba a llevar y eso les ha gustado mucho, por eso se sienten tan identificados, explica el diseñador.

Todo es dispar y lleno de contraste en WAH y el elenco no es una excepción. Entre los cantantes hay ganadores de La Voz y actúan junto a cantantes y bailarines que estuvieron en El Rey León, El fantasma de la Ópera o grandes producciones de Broadway, mezclándose en escena con intérpretes, tenores y sopranos que vienen de las principales óperas del mundo y de festivales de rock y electrónica como Tomorrowland o Ushuaia Ibiza.

Jordi Dalmau estuvo en las pruebas de casting como director de arte en la producción. "Ahí veía cómo era la persona, hablabas con él o con ella, veías como vestía, cómo hablaba, cómo se relacionaba con los demás…", rememora y en todo eso se inspiró para crear cada atuendo.

Se trata de looks distópicos, con muchos detalles entre lo moderno y lo clásico, lo que tiene ventajas e inconvenientes. "Es inevitable que los trajes den calor, porque llevan muchas capas, chalecos, cambios… pero los artistas si se ven guapos no se acuerdan ni del calor", hace ver Dalmau, que se ha personalizado incluso sus propios zapatos con el logo de WAH.

Hay dos grandes sectores y dos estilos muy diferentes, pero todos ellos son una fusión de todo lo que Dalmau ha visto o le ha inspirado. "Es una fusión. Los malos, los Omega, tenían que ser épicos, diferentes, y por eso son una mezcla de todo, del médico de la peste modificado, llevan un sombrero de copa, un mono blanco de neopreno, que representa pureza y ausencia de sonido… En WAH los malos no visten de negro, como suele ocurrir con los malos".

Los Wah son una tribu con una nueva manera de pensar y los que quieren evitar que la música desaparezca, los rebeldes. "Son mucho más locos, con mucho color y todo pintado a mano".

Sala de vestuario del espectáculo 'Wah'.
Sala de vestuario del espectáculo 'Wah'.
Jorge Paris

El taller de confección está situado detrás del escenario, ajeno al ajetreo, pero con su propio ritmo desenfrenado. Aquí hay burros (esas barras con ruedas para colgar prendas) llenos de trajes con todos los elementos imaginables, lentejuelas, brilli-brilli, monos, cuero, plumas, cananas de balas, sombreros de copa… y colores morados, granas, negros, plata, blancos… Todo eso hace que no haya dos trajes iguales. Las máquinas Singer y Duerkopp-Adler tabletean sobre parches bordados y complementos.

Pero además se ha creado vestuario pensando en los diferentes estilos musicales que se viven en WAH, donde el público entra en una primera zona llamada WAH Food Hall, donde hay 12 estaciones gastronómicas con Show Cooking donde el público puede comprar comida mientras la experiencia comienza, con sucesos y performances desde el mismo momento de entrar.

Después se accede a otra gran estancia, donde se produce una suerte de espectáculo atípico lleno de música y con la sensación de lo prohibido, pues la historia lleva a participar en algo clandestino donde hay guiños y referencias a la factoría Marvel, Disney, la ópera de Berlín, o el Teatro Real en una experiencia de más de cuatro horas de duración.

El espectáculo repasa los mejores temas musicales de autores dispares, pero geniales, como Puccini, Paco de Lucia, Guns & Roses, Guetta o Lady Gaga y de estilos que van de la ópera al house, el flamenco, la electrónica, el góspel o el rock.

Los Wah son unos supervivientes en un mundo sin música. El propio espectáculo es un superviviente de un mundo que se paró. "WAH es el show más espectacular del mundo y lo tenemos en Madrid. Se ha creado completamente de cero, desde la primera nota al último botón del vestuario", explica Depáramo.

Wah estaba pensado para lanzarse hace casi año y medio, pero lo impidió la pandemia, que sin embargo permitió a los creadores "pensar más, imaginar más, para que el show sea aún más brutal", expone el productor.

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