"Nunca había tenido problemas de salud mental pero mi estabilidad se agujereó con la pandemia y acabé ingresada"

El madrileño Paseo de la Castellana vacío en pleno confinamiento domiciliario por la pandemia del coronarivus.
El madrileño Paseo de la Castellana vacío en pleno confinamiento domiciliario por la pandemia del coronarivus.
Jorge París
El madrileño Paseo de la Castellana vacío en pleno confinamiento domiciliario por la pandemia del coronarivus.

"Mucha gente cree que algo así no le puede pasar y yo era una de esas personas. Nunca había tenido un problema de salud mental. Pero toda mi estabilidad se agujereó y acabé ingresada". Hoy, año y medio después de aquel episodio, Laura habla abiertamente del fuerte impacto que tuvo en ella el confinamiento domiciliario decretado en marzo de 2020 por el coronavirus. Hoy hay recuerdos de entonces que aún provocan en ella cierto nerviosismo pero ahora ya puede decir que ha recuperado la calma.

la mitad de los empleados afectados

  • El 58% de los empleados buscó ayuda profesional en el último año por problemas de salud mental. Así lo refleja un estudio elaborado por Cobee, con la colaboración de DKV, Gympass e ifeel. La fatiga, el malestar, la ansiedad o los dolores de cabeza son solo algunos de los síntomas derivados del estrés, que han atravesado ocho de cada diez trabajadores. El 70% asegura además que su salud física también ha empeorado.

A esta mujer de 39 años el estallido de la pandemia le pilló recién mudada a un piso compartido con dos personas que acababa de conocer. Un año antes había roto con su pareja, tras dos décadas de relación, y no vivía su mejor momento. En ese contexto de vulnerabilidad, el encierro cayó a plomo sobre ella. "Contribuyó a que sintiera que todo se me venía abajo. Aquella idea que tenía de estar con una persona hasta el fin de mis días se había desvanecido y a partir de ahí todo lo que me daba ciertas certezas también se iba cayendo. De repente la red en la que podía apoyarme estaba completamente alterada", relata y suma como factor de su colapso emocional «el atiborramiento de información" sobre la Covid.

Las historias de allegados que pasaban por circunstancias complicadas tampoco ayudaron a su estado emocional. Ni su trabajo. Por un lado daba clases como profesora universitaria y por otro colaboraba en un dispositivo de atención psicológica enfocado a ayudar a personas con dificultades de lectura. El contacto con tanta gente hizo mella, toda vez que en mayor o menor medida recibía la angustia que quienes la rodeaban iban sintiendo: "Había personas con padres contagiados e ingresados que dejaban de trabajar conmigo porque lo que menos les interesaba en aquel momento era estar entrenando lectura. También había alumnos que no podían rendir bien en aquellas circunstancias".

Todo ello fue generando un cóctel explosivo en su cabeza que a principios de abril la llevó al hospital y a permanecer ingresada tres semanas. "Empecé a no poder dormir, a tener una ansiedad bastante disparada, a casi no comer… Después de un par de noches de insomnio hubo un momento que por diferentes detonantes empecé a hablar sin mucho sentido, a delirar bastante explícitamente y a cabrearme mucho por cosas de la convivencia. Mis compañeros, que llevaban una cierta preocupación conmigo porque me veían muy inestable –a ratos lloraba, a ratos me reía– decidieron llamar a uno de mis mejores amigos, que me llevó a urgencias".

"Nunca había tenido problemas de salud mental pero mi estabilidad se agujereó con la pandemia y acabé ingresada"

Laura afirma que no opuso resistencia porque era consciente de que algo no iba bien, de que estaba "en otra realidad": "Era muy extraño porque realmente yo podía mantener un discurso coherente. No era un episodio maníaco de estar fuera totalmente de ti y no poder interactuar con el mundo como se ve en las películas. Yo podía". "En aquel momento para mí la Covid no tenía una entidad. Yo estaba flipando tanto con la situación que me costó mucho aceptar que había una pandemia y que el virus existe de verdad. Yo creo que lo acepté mientras estuve ingresada", añade.

Esta mujer, que tuvo que estar medicada durante meses, continúa en seguimiento pero ha podido retomar su vida, aunque reconoce que no ha sido fácil y define como "gymkana de servicios en salud mental" su recorrido hasta obtener el alta: "En el ingreso en el hospital de agudos y sub agudos mis derechos se vieron recortados -un poco más de como hemos vivido todos en la pandemia- en aras de cuidar mi bienestar, pero dejándome bastante fuera".

"Recibí pasivamente el diagnóstico y la medicación que tuve que aceptar, tanto yo como todo mi entorno, y se trazó el plan para que fuera al hospital de día. Los meses de asistencia a ese centro -forzada la muy baja frecuencia por diferentes circunstancias- fueron un espacio en el que decidí que no viviría medicada. Gracias al apoyo de mi círculo cercano, de algunos profesionales de aquel servicio, de la terapia de palabra que me proporcionaba un espacio de elaboración sin juicios pero serio y de un arduo trabajo pude ir retirando poco a poco la medicación, siempre en acuerdo, aunque fuera a posteriori, con los profesionales que me acompañaban en el camino", continúa.

'mañana puedes ser tú'

  • La Confederación Salud Mental España ha lanzado la campaña 'Mañana puedes ser tú' para concienciar sobre los prejuicios y estereotipos que existen en torno a los trastornos mentales y quienes los sufren. Con ese objetivo, el sábado se celebró una jornada en Matadero Madrid, "un espacio donde aprender qué es la salud mental y desaprender sobre los mitos" que rodean a estos problemas. "El día de mañana podemos ser cualquiera de nosotros", afirma la organización.

En ese camino hacia la recuperación para ella también ha supuesto una gran ayuda formar parte del grupo de portavoces de Obertament, una plataforma que lleva más de diez años luchando contra la discriminación que sufren las personas con algún problema de salud mental y a quienes pretenden hacer dueñas de su cambio. Ese grupo lo componen un centenar de activistas que tienen o han tenido un trastorno y han sufrido las consecuencias de un estigma que dificulta su recuperación. Esta entidad denuncia que se trata de ciudadanos que además suelen ser infradiagnosticados cuando padecen alguna enfermedad física porque sus dolencias tienden a asociarse a su estado psicológico.  

Laura admite que ella misma ha tenido que luchar contra sus propios estigmas: "A mí también me ha costado asimilar que tenía delirios y alucinaciones. No es fácil ver partes oscuras de ti que te sorprenden". La vuelta a la actividad tras el alta y los diferentes encuentros que mantiene son los que le han permitido "volver a saborear la vida": "Algo que había dejado de sentir bastante antes de mi ingreso."

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