Depresión, ansiedad y ayuda profesional: la cara oculta de los 'influencers'

La 'influencer' Dulceida, en un acto en Madrid.
La 'influencer' Dulceida, en un acto en Madrid.
GTRES
La 'influencer' Dulceida, en un acto en Madrid.

Las redes sociales se han convertido en un espejo de cómo queremos ser y cómo queremos que los demás nos perciban. Este escaparate de vidas perfectas, donde no existen las preocupaciones y somos felices está comenzando a dañar nuestra propia salud mental. 

Somos conscientes de como afectan las redes sociales a los usuarios, pero casos recientes como los de Aida Domènech -más conocida como Dulceida- o Laura Escanes, que han decidido abandonar por un tiempo Instagram, han puesto sobre la mesa la cuestión de si tanta exposición pasa factura a los influencers

El acoso diario que reciben estos perfiles, la presión porque cada foto sea perfecta para conseguir más oportunidades laborales o el renunciar a su vida social por cumplir con los plazos de publicación, entre otras cosas, no solo desgasta su salud mental, sino que hace que lleguen a replantearse si de verdad merece la pena.

"Mucha gente piensa que esto es una foto y ya está", cuenta a 20minutos Jaz Díaz, experta en marketing e influencers. "La realidad es que estas mujeres le dan a todo muchas vueltas y les come la ansiedad. Tienen mucha presión, estrés porque no les llegan las colaboraciones, que si a la chica de al lado tiene más colaboraciones que ella, la cantidad de dinero que cobran... Algunas llegan a hacerlo hasta gratis. Todo eso repercute en su salud", explica.

Aunque la concepción social de este trabajo es que las influencers viven de publicar fotos sin hacer nada más, la realidad es bastante distinta, y es que detrás de una campaña publicitaria hay muchas horas de planificación y trabajo.

"Cuando contactamos con un influencer para hacer una colaboración, después de haberla aceptado, le mandamos un briefing que tienen que leer y estudiar con atención. En el momento que nos mandan el contenido, este puede ser aprobado o no y, una vez dado el visto bueno, se pacta el momento de publicación. Si es a las 9 de la noche un viernes, tienes que hacerlo a esa hora, aunque tengas planes", esclarece Díaz.  Aunque las influencers solamente más famosas como celebrities o personas con millones de seguidores solo se dedican a las redes, "el 75 % de ellas tienen otro trabajo y sacrifican su tiempo libre en esto".

Elementos como el número de likes en cada publicación, las críticas destructivas o los comentarios de odio solo por hacer daño pueden repercutir significativamente en su autoestima. "Afortunadamente ahora ya se pueden ocultar los likes de las publicaciones, pero sigue habiendo muchísimo agobio cuando son publicaciones pagadas, porque si al final no salen los números, nosotros no estamos contentos y no repetimos", comenta la experta. "También he visto a influencers muy agobiados porque su publicación es a las 10 de la noche y recurren a grupos de apoyo (seguidores falsos que dan like y comentan las publicaciones) para que les salgan bien los números, porque a esas horas no suele haber mucho tráfico en las redes sociales", explica.

La comparación y la rivalidad es algo constante en este sector que hace de este entorno laboral un ambiente aún más tóxico. Jaz compartía la experiencia de uno de sus clientes, que había pasado por una experiencia muy dura por esto: "Es como el bullying que existe en los colegios o el acoso laboral, hacen mucho daño".

Finalmente, otro elemento que pasa factura a la salud mental de los influencers son los haters. Personas que, según cuenta Jaz, actúan por la envidia y buscan hundir a los influencers para poder sentirse bien, "respaldados por las redes sociales para abrir la boca tranquilamente. ¿Ese mismo comentario lo harías en la calle cara a cara con esa persona? En la mayoría de los casos se callarían, lo pensarían, lo comentarían con su amiga de al lado y ahí quedaría. Las redes sociales nos dan ese ligero anonimato y nos envalentonamos más".

Con todo esto a sus espaldas, no es de extrañar que influencers como María Pombo hayan decidido acudir a un profesional para poder gestionar todas estas situaciones y sentimientos y canalizarlos sin que repercuta en su salud mental. Su hermana, Marta Pombo, también tuvo que recurrir a un especialista por los mensajes de odio que recibía en Instagram: "He tenido que pedir ayuda a mi psiquiatra, con la que llevo trabajando desde hace varios meses, porque no estoy bien", reconocía el pasado febrero.

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