Adriana Lastra, una socialista leal, de carácter y hábil negociadora para dirigir el PSOE hasta su Congreso de octubre

  • La asturiana, número dos del PSOE y portavoz parlamentaria, gana peso en el partido hasta el Congreso federal.
  • Diputada desde 2015, se mantuvo fiel a Sánchez cuando dimitió en 2016 y le ayudó a recuperar la Secretaría General.
  • De carácter directo y curtida en múltiples negociaciones, mantiene buenas relaciones con los grupos de la investidura.
La vicesecretaria general del PSOE y portavoz socialista en el Congreso, Adriana Lastra.
La vicesecretaria general del PSOE y portavoz socialista en el Congreso, Adriana Lastra.
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La vicesecretaria general del PSOE y portavoz socialista en el Congreso, Adriana Lastra.

Sus compañeros de partido elogian sus principios y su compromiso total con la organización. La derecha la acusa de “sectaria”. Y el resto de grupos en el Congreso, donde ejerce de portavoz socialista, destacan su claridad en las negociaciones y su carácter. Si hay algo seguro es que Adriana Lastra no deja indiferente a nadie. Y también que se ha convertido, por su firmeza, su lealtad y su trabajo, en una figura indispensable en el PSOE de Pedro Sánchez.

Nacida en 1979 en la localidad asturiana de Ribadesella, Lastra es la tercera de cinco hermanas. Cursó estudios de Antropología Social –aunque no terminó la carrera– y se afilió a las Juventudes Socialistas con 18 años. Dos más tarde ya era su secretaria general autonómica, y a los 21 entró en la Ejecutiva de la Federación Socialista de Asturias, pilotada por Javier Fernández, y una de las más conectadas dentro del PSOE a los sindicatos y los movimientos obreros.

Entre 2000 y 2014, Lastra fue vocal de la dirección autonómica, después responsable de Movimientos Sociales y, finalmente, responsable de Política Municipal. Durante ese mismo periodo fue diputada en la Junta General del Principado en tres legislaturas (2007-2011, con el socialista Álvarez Areces en el Gobierno; 2011-2012, cuando el PSOE pasó a la oposición; y 2012-2015, de nuevo en el Gobierno, con Javier Fernández al frente).

Entonces llegó su salto a la política estatal. En julio de 2014, un joven –y desconocido– Pedro Sánchez ganó las primarias del PSOE a Eduardo Madina y José Antonio Pérez Tapias, aupado por barones como Susana Díaz o el asturiano Javier Fernández. Su Ejecutiva era un reflejo de esos apoyos, y Lastra –que ya conocía al recién nombrado secretario general– entró como responsable de Política Municipal, como persona de confianza de Fernández y 'cuota' asturiana. 

Aquella etapa de Sánchez, sin embargo, comenzó a torcerse poco después. Las discrepancias internas fueron multiplicándose y los resultados de las elecciones no acompañaron. Los 90 escaños de 2015 y los 85 de 2016 condujeron a los socialistas a una encrucijada imposible: abstenerse ante el PP, insistir en un pacto con Podemos y Ciudadanos que ya se había demostrado imposible o echar mano de los escaños independentistas, vetados por el Comité Federal.

Para entonces, Lastra, persona de carácter y fuertes convicciones, tenía claro que permanecería del lado del secretario general, y cuando Sánchez se vio obligado a dimitir el 1 de octubre de 2016, ella le fue fiel. A partir de entonces comenzaron meses duros –con el partido regido por una gestora pilotada por Javier Fernández, su 'padre político' y de quien acabó distanciada, la abstención en la investidura de Rajoy, decidida por el Comité Federal y que ella acató "por imperativo", y su degradación en el grupo socialista–, pero también la carrera por recuperar la Secretaría General del PSOE.

José Luis Ábalos –exministro de Transportes y que ha dimitido de la Secretaría de Organización–, Santos Cerdán –diputado navarro que ha asumido las labores de organización– y Lastra fueron de los pocos que se mantuvieron junto a Sánchez. Primero tuvieron que convencerle para que se presentara y, después, dar la vuelta a todas las quinielas. Menos de un año después, en mayo de 2017, el 'sanchismo' derrotó a Susana Díaz y volvió a Ferraz por la puerta grande

En el Congreso Federal de junio de aquel año fue una de las más aplaudidas y fue inicialmente elegida vicesecretaria general, un cargo con más renombre que contenido real, aunque desde entonces no ha dejado de crecer: en 2018, tras la marcha de Margarita Robles al Ministerio de Defensa, se convirtió en la portavoz socialista en el Congreso, y desde entonces intensificó su compleja labor como negociadora al frente de un grupo con sólo 84 diputados.

Tras las elecciones de abril de 2019, Lastra era una de las partidarias de fraguar un pacto para gobernar junto a Unidas Podemos, formó parte del comité negociador y mantuvo la esperanza hasta el final, y tras la repetición de las generales en octubre fue la encargada, junto a Irene Montero, de cerrar todos los detalles de un acuerdo de coalición que celebró públicamente, así como de atar otros apoyos de grupos de izquierdas, nacionalistas e independentistas.

Entre sus éxitos en esta etapa se cuenta el amarrar los votos para sacar adelante los Presupuestos. Pese a la fragmentación parlamentaria, las primeras cuentas del Ejecutivo de coalición salieron adelante con el mayor apoyo parlamentario desde 2007, lo que permitió augurar a la portavoz socialista que "hay Gobierno para muchos años". También se ha visto envuelta en polémicas, como el pacto con Bildu para derogar la reforma laboral, que lleva su firma estampada.

A la vuelta del verano, Lastra tendrá que afanarse nuevamente en reunir apoyos para las cuentas del año que viene y en sacar adelante negociaciones a múltiples bandas. A sus responsabilidades, además, suma ahora –tras la marcha de José Luis Ábalos– la dirección del PSOE junto a Santos Cerdán y la coordinación del 40º Congreso Federal de los socialistas, que se celebrará en octubre. Y, aunque con Sánchez nunca se sabe, todo apunta a que seguirá siendo una figura clave en la nueva etapa de los socialistas.

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