La etiqueta energética, el secreto para ahorrar hasta 1.000 euros en la factura de la luz con tus electrodomésticos

Como la etiqueta de un electrodoméstico, indica un máximo de eficiencia (A) y un mínimo (G).
Como la etiqueta de un electrodoméstico, indica un máximo de eficiencia (A) y un mínimo (G).
Como la etiqueta de un electrodoméstico, indica un máximo de eficiencia (A) y un mínimo (G).

Las dudas de los ciudadanos ante el nuevo modelo de tramos de la factura eléctrica, el recibo de la luz más caro para un mes de mayo desde que hay registros... Las últimas noticias son cuanto menos poco alentadoras en lo que a consumo eléctrico del hogar se refiere. Pero no todo está perdido y existe una forma de contrarrestar los gastos crecientes de los electrodomésticos. La etiqueta de eficiencia energética es una apuesta a largo plazo que, con paciencia, reporta sus frutos en forma de dinero.

En marzo de este año entró en vigor el nuevo etiquetado de eficiencia energética para electrodomésticos, que restablece el modelo de siete categorías, de la A (mayor eficiencia) a la G (menor eficiencia). La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) señala que “las nuevas etiquetas no solo informan del consumo. También aportan datos sobre el agua por ciclo de lavado, capacidad de almacenamiento o ruido”.

Tener aparatos del hogar más eficientes conlleva también un ahorro nada desdeñable de dinero. Según datos de la Asociación Nacional de Fabricantes e Importadores de Electrodomésticos, los modelos más eficientes de frigorífico (la antigua etiqueta triple A) permiten ahorrar un máximo de 89 euros al año, con una lavadora 60 euros y con un congelador la cifra sube hasta 180 euros anuales.

Basta comprar un solo electrodoméstico con el tope de eficiencia energética para que el bolsillo familiar note la diferencia. Si sustituimos un frigorífico antiguo de muy baja eficiencia por uno de la máxima categoría, al acabar su vida útil (unos 15 años) el ahorro habrá superado los mil euros, de acuerdo con los cálculos del proveedor energético Enerplus. Al cabo de ese tiempo el electrodoméstico se habrá pagado prácticamente solo.

A cambio, se habrá sumado durante esos años una cantidad de cuatro cifras a la economía familiar. Ese dinero puede tener varios destinos. Uno de ellos, la cuenta corriente o un depósito. Aunque con los bajos tipos de interés actuales, a duras penas estos productos harán crecer esos 1.000 euros. En la web de Finect pueden consultarse los depósitos que ofrece un amplio número de entidades financieras.

¿Cuánto ganaría invirtiendo mis ahorros en un depósito?

Las alternativas

Existen otras opciones para sacar provecho al dinero ahorrado con los electrodomésticos. Desde Micapittal, entidad presente en la red de Finect, hacen una recomendación de partida: tener como mínimo un colchón de ahorros que equivalga a 8 meses de gastos. El excedente podrá emplearse en productos de inversión. Suponiendo que tenemos ese fondo de emergencia y los 1.000 euros libres para moverlos, son varias las opciones.

Borja Nieto, asesor financiero de Micappital, descarta los depósitos por los bajos rendimientos que ofrecen en estos momentos. Hay contadas excepciones de “ofertas que durante un periodo (primeros meses, un año) aportan mejores intereses, pero una vez pasa la oferta, la inflación empieza a hacer efecto”, indica este gestor. Una opción más apetecible, sobre todo con vistas a ahorrar a largo plazo, es invertir en un plan de pensiones. Micappital cita como inconveniente de los planes la titularidad de muchos de ellos, en manos de los bancos, que ofrecen rentabilidades muy bajas. Además resulta difícil rescatar el dinero antes de la jubilación.

Para conseguir mayores retornos están productos de inversión más arriesgados, como los fondos, divisas y muchos otros activos. No por ello dejan de ser recomendables para personas poco familiarizadas con ellos. Eso sí, habrá que acercarse a ellos con más cuidado. A la hora de invertir en ellos, Micapittal recomienda aportar a lo largo del tiempo como mucho “un 10% de lo que tenías, para diversificar y reducir pérdidas”.

Rubén Santín, asesor de Mapfre Gestión y presente en la plataforma de asesores de Finect, afirma que una forma de poner a funcionar ese dinero son los fondos de inversión. Lo argumenta con el ejemplo de una familia que gasta 100 euros al mes en la luz: “Si antes pagaba esa cantidad en la factura, con el nuevo electrodoméstico se ahorrará 20. Puede seguir pagando esos 100 euros, pero 80 se irán a la factura y el resto lo puede invertir”.

Santín indica que con un único fondo bastará. “Como tenemos un horizonte temporal largo, y para un perfil conservador, el hecho de poder invertir de forma metódica y mensual nos permite arriesgar más que de otro modo”. Por ello un fondo de renta variable global y esa pequeña aportación de 20 euros no será más que una proporción pequeña del patrimonio de una persona o familia. Para personas sin conocimientos financieros, además, los fondos tienen una gestión activa (se delegan las decisiones sobre el dinero invertido en gestores profesionales). Además, su fiscalidad es mejor que la de otros productos financieros.

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