La científica Duni Sawadogo, premio Harambee 2021: "El tráfico de medicinas mata a 300.000 niños al año en África"

La científica marfileña, Duni Sawadogo, en su laboratorio.
La científica marfileña, Duni Sawadogo, en su laboratorio.
CEDIDA
La científica marfileña, Duni Sawadogo, en su laboratorio.

Duni Sawadogo es consciente de la suerte que tuvo al nacer en el seno de una familia que la ayudó a desarrollar su vocación científica. Sabe que el "simple" hecho de ser escolarizada cambió su vida y le permitió formar parte del pequeño porcentaje de mujeres de Costa de Marfil que ha cursado estudios universitarios. Ese porcentaje no llega al 8% y ella se ha propuesto contribuir a que aumente, una labor que, junto a su lucha contra el tráfico de medicinas falsas, la ha hecho merecedora del Premio Harambee a la Promoción e Igualdad de la Mujer Africana.

El galardón, patrocinado por los laboratorios René Furterer, le fue entregado este jueves por Teresa de Borbón dos Sicilias, presidenta de honor de la ONG Harambee, y por Nicolas Zombré, director general del Grupo Pierre Fabre en España, corporación a la que pertenecen los laboratorios. Las medidas de seguridad impuestas por la pandemia del coronavirus hicieron que el acto tuviese que celebrarse de forma virtual, igual que la rueda de prensa que la doctora ha dado este viernes y la entrevista que este medio le ha realizado. 

¿Cómo de grave es el problema del tráfico ilegal de medicinas en África? Es grave en el mundo pero muy grave en África porque hay pocas personas con Seguridad Social. La pobreza favorece ese tráfico. En Europa o en América del Norte se hace vía internet pero en África las medicinas falsificadas se venden en los mercadillos. Un problema grave es que se trata de un mercado muy lucrativo, que puede generar veinte veces más dinero que la venta de heroína, lo que explica por qué crece en todo el mundo.

¿Qué consecuencias tiene sobre la población? Los antibióticos y antipalúdicos son las medicinas falsificadas más vendidas y esto hace que haya una mortalidad más alta en los niños de menos de cinco años. La OMS calcula que cada año mueren unos 320.000 niños en África por paludismo o infecciones debidas a esas medicinas falsificadas y de baja calidad. Y en mi país está aumentando el número de pacientes con insuficiencia renal, en parte por estos medicamentos. Se hace creer que son tratamientos baratos, pero resultan muy caros por sus consecuencias.

¿Qué medidas se están llevando a cabo para combatir esa lacra? Los países de Europa y algunos de África, entre ellos Costa de Marfil, han firmado una convención que se llama Medicrime y que tiene como objetivo facilitar las informaciones a propósito de este tráfico y de los traficantes. Es una medida muy buena porque se trata de tráficos transnacionales. Además, en mi país hay una legislación bastante severa con multas de 1.000 a 750.000 euros y de dos a diez años de prisión. Otra medida importante consiste en fomentar la industria farmacéutica en África porque solo el 2% de las medicinas que empleamos son fabricadas aquí. El hecho de fomentar la industrialización farmacéutica en el continente también es un medio para combatir esta lacra.

Sorprende el poco tiempo necesario para tener las vacunas contra la Covid y que en los muchísimos años que llevamos con el paludismo no se haya logrado ninguna

¿Ha aumentado ese mercado con la crisis del coronavirus? Es demasiado temprano para decirlo. Con esta pandemia la venta de medicinas contra la fiebre ha aumentado pero no se puede decir con seguridad si se ha incrementado ese tráfico ilícito.

Hablando de la pandemia, ¿cómo se está viviendo en Costa de Marfil y en África en general? Las manifestaciones son menos importantes que lo que se ve en Europa. En Costa de Marfil hay unas 32.000 personas contagiadas y unos 200 muertos y aproximadamente esos pueden ser los datos de los países de alrededor, quizás con una mortalidad un poco más alta. Esta pandemia afecta a los más vulnerables porque las personas piensan que acudiendo al hospital van a coger la enfermedad, así que las mujeres y los niños por ejemplo no vienen. También está teniendo una fuerte repercusión económica sobre un país que vive de sus exportaciones. Hubo empresas que cerraron, más pobreza y un paro más alto en general pero sobre todo entre los más jóvenes.

duni sawadogo

  • Esta marfileña de 59 años es doctora en Farmacia por la Universidad de Abidjan y doctora en Biología Celular y Hematología por la Universidad de Navarra, así como catedrática de Hematología Biológica e investigadora principal en la Facultad de Farmacia de la Universidad Felix Houphouet Boigny, de Abidjan. Durante la pandemia ha sido nombrada miembro del Comité de Directivo de la AIRP (Autorité Ivoirienne de Régulation Pharmaceutique), organismo similar a la Agencia Europea del Medicamento,

Recientemente ha sido nombrada miembro del Comité de Directivo de la AIRP, ¿qué política se ha seguido con el tema de las vacunas contra la Covid? Las primeras vacunas acaban de llegar a Costa de Marfil y el 1 de marzo empezamos a ponerlas. Hemos recibido 500.000 dosis que van a servir para vacunar a 250.000 personas. Los primeros grupos que las van a recibir son el personal sanitario, el Ejército y los profesores de todos los niveles. Después irán los mayores de 50 años. Son las recomendaciones aquí. En África hay sorpresa por la rapidez con la que salieron estas vacunas. El paludismo en Costa de Marfil puede afectar a tres millones de personas. Es una enfermedad importante que mata a muchos niños y que para las embarazadas es un peligro pero a pesar de eso no hay vacunas. La gente se sorprende del poco tiempo necesario para tener las vacunas contra la Covid y de los muchísimos años que llevamos con el paludismo y no se ha conseguido ningún antídoto.

¿Está siendo nuevamente África un continente olvidado? A primera vista se puede decir que sí, aunque hay organismos internacionales que nos han ayudado mucho en esta situación de la Covid. También Estados Unidos nos apoya mucho en el tratamiento de los enfermeros con VIH. Esta situación muestra a los africanos que el desarrollo de África depende de nosotros, que los demás nos pueden ayudar pero nosotros somos los más interesados en el desarrollo de nuestro continente. Por eso es tan importante la lucha para que haya más científicos en general y más científicas en particular, porque somos los africanos quienes tenemos nuestro destino en las manos y tenemos que luchar para hacer que este continente tenga porvenir. 

Para conseguir que haya más científicas en mi país lo primero que pensé fue en esforzarme yo por ser mejor profesional

El Premio Harambee destaca precisamente su labor como promotora de mujeres universitarias y científicas y del proyecto "La Mujer y la Ciencia" en su país. ¿Qué acciones lleva a cabo en este campo? Para conseguir que haya más mujeres universitarias y científicas en mi país lo primero que pensé fue en esforzarme yo misma por ser una mejor profesional. Esto suponía ir a Europa y a la vuelta, sacarme una cátedra después de un concurso muy difícil que reúne a todas las universidades francófonas de África Tropical. Obtuve el número uno en Farmacia y fui la primera catedrática de Hematología Biológica de mi país. Después elegí formar un equipo con más mujeres que hombres -diez frente a tres- y así poder ayudar a estas chicas a dedicarse a la enseñanza y la ciencia en la universidad. Y las animo a que no les dé miedo coger responsabilidades, aunque suponga más trabajo y sea más complicado.

¿Fue muy difícil para usted labrarse una carrera? Los estudios de Ciencias Médicas en general y de Farmacia concretamente son muy difíciles. Sobre 3.000 estudiantes que se presentan hay 50 en Farmacia y 250 en Medicina. Hay que trabajar mucho, estudiar mucho, para pertenecer a ese pequeño porcentaje pero cuando hay una dificultad te tienes que esforzar. Eso te da la posibilidad de ser mejor. No fue fácil encontrar la beca para ir a estudiar a España y tampoco la vuelta, porque quería ser catedrática. Tuve la suerte de que mi familia siempre me ayudó mucho.

¿Cuál es la situación actual de la mujeres científicas en su país? Los datos del Banco Mundial señalan que en el año 2000 había 3,7% marfileñas con estudios universitarios y en 2019 eran el 7,6%. Hubo una buena evolución porque ha subido el porcentaje pero aún es muy bajo. En el resto del mundo es del 41,9%. Pero al mismo tiempo las mujeres que valen llegan a ocupar los primeros puestos en las universidades. Hace algunos años teníamos una rectora y los decanatos de las cuatro facultades de Medicina y Farmacia estaban ocupados por mujeres. Tenemos una buena carrera si ponemos los medios para llegar.

¿Cuáles son los principales retos a los que se enfrentan y en qué se debería avanzar? Si queremos tener más mujeres en la universidad lo primero es tener más mujeres en Primaria y Secundaria. Ahora en Costa de Marfil la escuela es obligatoria de 6 a 16 años así que vamos a tener más chicas que van a llegar a la universidad. La dificultad es que en casi todos los pueblos hay escuelas primarias pero para ir a Secundaria hay que trasladarse a las ciudades y los padres tienen miedo de mandar a sus hijas lejos de casa. Si abrimos más centros de Secundaria en más pueblos será muy bueno. Otro reto es que haya más universidades. Y algo que parece tan fácil en Europa como tener un laboratorio, una buena biblioteca, las publicaciones al día… reclama muchos esfuerzos en África por la falta de medios.

¿Qué supone para usted recibir el Premio Harambee? Estoy muy orgullosa de que hayan pensado en mí y también muy agradecida a Harambee, al Grupo Pierre Fabre y a los laboratorios René Furterer, no solo en mi nombre sino en el de todas las mujeres que esta semana reivindican la igualdad en todo el mundo y principalmente en el de todas las africanas. Este premio ayuda a visibilizar a las mujeres científicas que en África cada día somos más pero que sin embargo seguimos tenido muchas dificultades para conseguir becas en el extranjero o medios económicos para participar en congresos internacionales. Algo que parece muy simple, como obtener el visado para ir a un país extranjero, supone una gran dificultada y es fundamental si queremos de verdad ser mujeres activas en la ciencia. Hay que seguir luchando para ayudarlas.

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