En patinete hasta el Polo

Un hombre conduciendo un patinete eléctrico.
Un hombre conduciendo un patinete eléctrico.
MAPFRE
Un hombre conduciendo un patinete eléctrico.

Los patinetes han dejado de ser cosa de niños. Aquel clásico artilugio consistente en una plancha ubicada sobre ruedas, provisto de manillar, se ha sofisticado hasta convertirse, para muchos, en un medio de transporte. 

Lo cierto es que ya en Norteamérica, allá por los años treinta del pasado siglo, muchos carteros distribuían el correo sobre dos ruedas. Se pusieron tan de moda que hasta se les llegó a incorporar un pequeño motor de combustible. La figura del patinete incluso se hizo un espacio en los libros de literatura infantil.

El poeta suizo Klaus Merz nos narró el viaje iniciático de un personaje, llamado Kuno, que decidió viajar hacia el Polo Norte montado en su patinete. Hoy son omnipresentes en nuestras calles y plazas. Se prodigan en los escaparates de los comercios, los hay de todo tipo, tamaño y precio. 

Tienen la virtud de no ser contaminantes; cierto, pero crean algunos problemas de convivencia. La Guardia Urbana vigila que estos ‘Vehículos de Movilidad Personal’ circulen adecuadamente por la ciudad con un solo ocupante y sin avasallar al peatón por las aceras. 

Eso sí, la irrupción masiva de esta modalidad de transporte exige la adecuación del mismo a la norma, establecer garantías de seguridad para sus usuarios y sobre todo para el viandante. Hágase todo ello pero, por favor un poco de poesía, permitan que los niños sigan jugando con los patinetes de toda la vida. Conviene que las nuevas generaciones toquen, al menos, con un pie en el suelo.

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