Sánchez teme que una eventual repetición de las catalanas prolongue la 'guerra' de Iglesias dentro del Gobierno

  • La imposibilidad de investir un presidente en Cataluña prolongaría meses la 'guerra' abierta en la coalición.
  • Lo que en principio fue un pacto para que cada socio hiciera campaña se ha convertido en un malestar creciente en Moncloa por los excesos de Iglesias.
El presidente Pedro Sánchez y el vicepresidente Pablo Iglesias, este martes.
El presidente Pedro Sánchez y el vicepresidente Pablo Iglesias, este martes.
EFE
El presidente Pedro Sánchez y el vicepresidente Pablo Iglesias, este martes.

Que las elecciones catalanas de este domingo tendrán consecuencias más allá de Cataluña nadie lo duda. Más allá de que realmente contribuyan para cerrar la crisis catalana, sus efectos se dejarán sentir también en el Congreso o incluso en política exterior. Pero lo que no esperaba el presidente del Gobierno es la virulencia con la que ya están afectando al corazón de la coalición los ataques que durante la campaña electoral ha lanzado su socio, Unidas Podemos. Hasta el punto de que un temor recorre el Gobierno, alimentando también por lo ajustados que, según las encuestas, van el PSC, ERC e incluso JxCAT: que si el resultado no permite formar gobierno en Cataluña y hay que repetir las elecciones se prolongará durante varios meses más la 'guerra' de Pablo Iglesias dentro del Consejo de Ministros.

Sánchez e Iglesias afrontaron las elecciones catalanas con un acuerdo para dar una especie de vía libre a PSOE y Unidas Podemos, entendiendo que eran dos fuerzas distintas, adversarias de cara al 14F y que, por tanto, competirían entre sí. Por paradójico que parezca, presidente y vicepresidente se dieron una tregua para hacerse la guerra electoral. En este marco, cabía que Iglesias aireara diferencias dentro del Gobierno o tratarse de seguir marcando la agenda. También, dicen en el Gobierno, la competición de la última semana por presentar una reforma del Código Penal para eliminar las penas de cárcel para delitos de expresión.

"Somos fuerzas políticas distintas y estamos en campaña electoral", dijo el martes el portavoz adjunto del PSOE en el Congreso, Rafael Simancas. Poco después, la portavoz del Ejecutivo, María Jesús Montero, subió el tono para acusar a Iglesias de querer "ponerse en una situación de ventaja" de cara al 14-F. "Estamos en campaña y algunas formaciones quieren apadrinar o capitanear algunas cuestiones porque tenemos elecciones el domingo", dijo desde Moncloa.

Iglesias, excedido

A punto de terminar la campaña electoral, Sánchez comprueba con evidente malestar que a Iglesias se le ha ido la mano con su estrategia electoral, que se ha excedido hasta terminar entrando al ataque directo contra "la parte socialista" de la coalición, como distinguió Montero esta semana. Nadie cree que peligre el Gobierno, porque es una relación de 'win-win' que, a pesar de todo, beneficia a las dos partes. Pero el presidente ha ido descubriendo con asombro y preocupación cómo Iglesias ha superado los límites esperados y su particular campaña catalana está dejando tocado al Gobierno, donde cada día es más patente la distancia entre los dos socios.

Según apuntan fuentes del Ejecutivo, Sánchez empezó a ponerse en alerta cuando hace unas semanas Iglesias equiparó a Carles Puigdemont con los exiliados republicanos. Lo que ya se observa directamente con estupefacción es lo que ha ocurrido en los últimos días, con Iglesias y Unidas Podemos insistiendo en que en España no hay "plena normalidad democrática". Asombra y preocupa cómo el vicepresidente segundo contemporizó de esta manera con Rusia, que devolvió la intercesión que Josep Borrell intentó hacer en favor del opositor ruso Alexllei Navalny espetando al Alto Representante de la UE que España tiene presos políticos y exiliados, en alusión a Oriol Junqueras y Puigdemont.

Esta ha sido la gota que de momento ha colmado el vaso de lo que Sánchez podía soportar de la campaña de Unidas Podemos para el 14F y en el Gobierno se habla de preocupación, no solo porque ya afecta a la acción del Ejecutivo -con la queja de diplomáticos incluida por los perjuicios que las palabras de Iglesias provocan a la política exterior- sino porque podría prolongarse en el tiempo. Las encuestas no arrojan un resultado claro y si se tarda en formar gobierno en Cataluña o hay que repetir las elecciones, creen que la guerra de Iglesias contra el Gobierno del que forma parte puede durar todavía semanas o meses.

Comunes y ERC

A dos días de que abran las urnas, son dos los elementos clave que el socio socialista de la coalición tiene en cuenta para intentar avistar qué pasará en Cataluña y también en el Consejo de Ministros. Según las encuestas, el PSC de Illa encabezaría el resultado pero de forma tan ajustada que ERC y JxCAT también podrían hacerlo.

Sánchez está a la espera de ver qué resultado tiene Iglesias a través de los Comunes. Por una parte, necesita que se mantenga porque necesita sus votos para una eventual investidura de Illa. Por otra, si vuelve a darse un batacazo, en el entorno del presidente esperan también que sirva para bajar los humos al vicepresidente. Si bien es cierto que no se espera que sea definitivo, dado que se recuerda lo rápido que se recuperó del mal resultado de la elecciones gallegas del año pasado.

El factor más importante tiene que ver con ERC, que el Gobierno cree que es el partido que más tiene que perder -porque hace apenas unos meses no dudaba de su victoria- y quien más puede hacer perder a Illa y a Sánchez. Según se ve en el Gobierno, la clave aquí es que los republicanos queden por delante de JxCAT, lo que les dará manos libres para, llegado el caso, permitir una investidura de Illa. A pesar del compromiso firmado de que no "pactarán" con él, algo que en Moncloa se ve como una "encerrona" de JxCAT y Puigdemont en la que inexplicablemente cayó ERC.

Si JxCAT queda por delante de ERC, los de Puigdemont habrán ganado la contienda en el bloque independentista y el Gobierno espera a que los de Junqueras, un "socio no de fiar" en Madrid, les tiemblen las piernas y prefieran una repetición electoral a apoyar un candidato distinto al suyo, Pere Aragonés.

En este caso, la guerra de Iglesias contra su socio de Gobierno seguirá servida en Madrid, algo que Sánchez ya teme más que el PSC siga sin gobernar en Cataluña.

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