Mujeres de la prehistoria: el valor del tiempo cotidiano

  • La arqueología de género invita a valorar desde otra perspectiva las actividades de mantenimiento en el ámbito doméstico.
Altet de Palau (La Font de la Figuera, Valencia), campaña de excavación de 2017.
Altet de Palau (Valencia), campaña de excavación de 2017.
Museu de Prehistòria de València
Altet de Palau (La Font de la Figuera, Valencia), campaña de excavación de 2017.

Los estudios de la prehistoria han pecado de androcéntricos. Lo que nos han contado como 'la historia del hombre' es, efectivamente, la del género masculino, y no tanto la de las mujeres. Resulta, además, un relato del pasado idealizado, que muestra al hombre como único responsable de la caza, el arte o la metalurgia. Sin embargo, la mujer también fue activa en las representaciones artísticas o apresaba animales con sus propias armas. 

De ambas cuestiones ya existen pruebas científicas. Dos casos recientes: en el refugio rocoso de Los Machos en Granada se ha demostrado que la autoría del arte esquemático que allí encontramos es tanto de mujeres como de hombres. También en los Andes peruanos la tumba de una joven con sus armas muestra que la caza de grandes animales no era sólo asunto de hombres.

¿Cómo es posible tal ausencia de las mujeres en la interpretación arqueológica de la prehistoria? Ya lo dijo Concepción Arenal, que "tratándose de las mujeres, los mayores absurdos se sientan como axiomas que no necesitan demostración".

Lo cierto es que se ha falseado el pasado haciéndonos creer que es un precedente lógico y legitimador de las situaciones discriminatorias del tiempo presente: porque los hombres salían a cazar y las mujeres se quedaban en la cueva dedicadas a la crianza, hoy la división del trabajo, y la consecuente crisis de los cuidados, podrían parecer justificadas. La arqueología de género, desde finales de los años 70 del siglo pasado, trata de derribar esos estereotipos.

El mantenimiento de la vida

A esos mitos que actualmente siguen legitimando las relaciones de género de nuestra sociedad hay que sumar el hecho de que se ha dejado de lado el estudio de las actividades realizadas mayoritariamente por mujeres. Como apunta Ruth Maicas, conservadora del Museo de Arqueología Nacional (MAN), "no se trata tanto de plantear que las mujeres desarrollaran las mismas actividades que los hombres, sino de destacar la importancia de tareas a las que no se les había prestado atención y que, sin embargo, son esenciales para cualquier sociedad: las actividades de mantenimiento’ entendidas como el conjunto de prácticas cotidianas necesarias para el sostenimiento del conjunto del grupo". 

Es decir, las relacionadas con el consumo, la salud y el cuidado, reflejadas en los tejidos, los utensilios para la preparación de alimentos o los sistemas de curación, entre otros. Pautas de cotidianeidad que ahora ya se reflejan en las propuestas de los museos. Ejemplo de ello son las salas del MAN del Neolítico y Calcolítico, en las que, como cuenta Maicas, "se ponen en valor las actividades que se vinculan al procesado de la alimentación y que en el Neolítico suponen cambios importantes en el menú".

El lenguaje como herramienta

Las sociedades han evolucionado porque existen una serie de cuidados en la alimentación, las enfermedades, la lactancia o las distintas etapas de la crianza. María Jesús de Pedro Michó, directora del Museo de Prehistoria de Valencia, explica a 20minutos cómo procuran desde todos los departamentos reflejar esos cambios a través de un lenguaje igualitario. 

"Tratamos de no hacer generalizaciones para referirse a las sociedades humanas como ‘los hombres’. Tenemos que jugar mucho con el lenguaje inclusivo. Antes, en la mayoría de libros de prehistoria, cuando ibas a buscar cualquier ilustración encontrabas, sobre todo, representados como los trabajos más importantes aquellos desarrollados por los hombres. Las mujeres, en cambio, salían en segundo plano, en actitud más pasiva. En el museo hemos ido corrigiendo esa desviación a lo largo del tiempo, equilibrando la presencia de hombres y mujeres, niños y niñas, ancianos y ancianas y diversos tipos que representen todo el espectro de los grupos", concluye.

Un orden simbólico nuevo

Es necesario construir una cultura donde la feminidad no siga representando la alteridad con respecto a lo masculino. En cuanto al estudio de la cultura material de las mujeres, el proyecto colaborativo Pastwomen, en cuyo equipo se encuentran académicas y profesionales de museos de distintas ciudades de España, es uno de los más ricos y ofrece recursos en línea de acceso gratuito. También, de reciente formación, es ArqueólogAs, una iniciativa que, como relata Maicas, perteneciente a dicho grupo, "ha sido creada para estudiar las repercusiones que las pioneras de la Arqueología han tenido en este recorrido".

Otro planteamiento reciente que ilustra el interés por un nuevo relato más incluyente y diverso es el libro Estereotipos de género en la arqueología. Ante su próxima publicación, la investigadora Laura Coltofean, portavoz del proyecto, adelanta a este diario otros estereotipos que en él serán tratados: "Se cree que las sociedades prehistóricas eran o bien matriarcales o bien patriarcales. También que las representaciones femeninas prehistóricas son diosas madres, o que solo los hombres fueron violentos en el pasado".

Sin duda, Mujeres en la prehistoria, exposición organizada por el Museo de Prehistoria de Valencia en el 2006 y que quince años después sigue itinerando por distintas localidades de la geografía española, es una de las propuestas más didácticas y enriquecedoras. Un libro homónimo permite profundizar en las cuestiones más relevantes y puede descargarse de forma gratuita desde su propia web. Si tienen ocasión, no dejen de leerlo.

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