El legado de Trump: rebajas fiscales, un Supremo republicano, poco muro, mucho conflicto racial y un Gobierno caótico

El presidente de EE UU, Donald Trump, tras llegar en el Air Force One a McClelland Park, California (EE UU).
El presidente de EE UU, Donald Trump, tras llegar en el Air Force One a California (EE UU).
JOHN G. MABANGLO / EFE
El presidente de EE UU, Donald Trump, tras llegar en el Air Force One a McClelland Park, California (EE UU).

Ningún presidente de EE UU pasa desapercibido por la Casa Blanca, pero el número 45, el polémico Donald Trump, menos. Para la especialista en política de EE UU del Real Instituto Elcano, Carolina García Encinas, el calificativo que mejor sirve para describir la presidencia de Trump es "caótica". A su juicio, Donald Trump "ha sido el presidente menos político, ha cuestionado casi todos los preceptos sobre la presidencia y con ello lo que ha conseguido es dañar instituciones, herir al sistema a base de cuestionarlo y de saltarse las normas".

García Encinas recuerda que el legado de los presidentes suele apreciarse mejor con la perspectiva del tiempo, dependiendo entre otras cosas de sus sucesores. Pero tras cuatro años al frente de la primera potencia mundial y en vísperas de presentarse a una difícil reelección el 3 de noviembre, ya es posible marcar la línea de los aciertos y los fallos de Trump.

Economía: el desastre tras la pandemia

La economía fue la baza fuerte de su campaña en 2016. Con el famoso “Make America Great Again”. En su primer discurso a la nación tras saberse ganador de las elecciones dijo que crearía “millones de puestos de trabajo”. Consiguió aprobar la mayor rebaja fiscal de la historia de EE UU (el impuesto de sociedades lo bajó del 35% al 21%), sin embargo, la mayor pandemia de la historia ha llegado este año electoral para arruinarle las cifras. El país ha perdido millones de puestos de trabajo y la crisis económica en la que está inmerso no tiene parangón desde la Gran Depresión.

El presidente de EE UU, Donald Trump, se quita la mascarilla tras regresar a la Casa Blanca después de estar hospitalizado por Covid-19.
El presidente de EE UU, Donald Trump, se quita la mascarilla.
EFE

Política del aislamiento internacional

En su carta de presentación como presidente, en noviembre de 2016, Trump se propuso aupar al país a un liderazgo de un mundo que primase sus intereses. Para ello lo primero que hizo fue romper acuerdos y regulaciones internacionales firmadas durante la era Obama, como el Acuerdo del Clima de París o el Tratado de Libre Comercio Nortemericano, así como el tratado nuclear con Irán. 

Aunque llega a 2020 con unas relaciones vecinales mejores con México y Canadá, que el mismo considera el mayor triunfo de su mandato, EE UU cuenta con menos aliados internacionales que nunca, tras anunciar recortes en la financiación de la OMS en medio de la pandemia y su gobierno está en plena guerra comercial y política con China.

El muro a la inmigración: 50 kilómetros y niños sin sus padres

La BBC ha realizado una investigación sobre la promesa de Trump de elevar un muro en toda la frontera con México, cuya factura abonaría el país vecino. Según sus datos, desde enero de 2017 hasta septiembre se han construido 507 kilómetros del llamado “nuevo sistema de muro fronterizo”, pero la gran mayoría 451 son sustituciones o reparaciones de estructuras previas deterioradas. Lo que deja 56 km de muro nuevo, de una frontera que tiene una longitud de 3.142 km. Pero ni un solo kilómetro ha sido facturado a México.

Integrantes de la caravana centroamericana de inmigrantes, en un albergue de Tijuana (México), junto a la frontera de EE UU.
Inmigrantes, en un albergue de Tijuana (México), junto a la frontera de EE UU.
EFE

Quizás no haya cumplido su promesa de alzar la muralla física, pero los analistas destacan que sus políticas de control en la frontera, como la cruel separación de miles de niños de sus padres, han dejado demasiada huella en la nación. Y será difícil revertir el pensamiento de que los inmigrantes suponen más un peligro que una oportunidad para el país.

La baza del Tribunal Supremo

Una baza a su favor es la nominación de tres jueces para el Tribunal Supremo (TS). La última, a la carrera y en el minuto de descuento tras la muerte de Ruth Bader Ginsburg, la de la jueza ultraconservadora Amy Coney Barrett. Su elección garantiza un TS mayoritariamente republicano, con un 6 contra 3, lo que a la postre podría poner en serias dificultades cualquier medida que tomen los demócratas en la Casa Blanca en relación, por ejemplo, al aborto, a la cobertura sanitaria, a una mayor regulación de las armas o a los derechos civiles. Y será crucial en caso de que las elecciones no tengan un claro ganador.

Las protestas antirracistas

La defensa de los derechos civiles de las minorías ha vivido en su mandato una de las mayores movilizaciones sociales con el Black Live Matters. La serie de marchas multitudinarias por todo el país en protesta contra la violencia policial contra los afroamericanos, desatada por el asesinato grabado en plena calle de George Floyd. Trump calificó al movimiento de “símbolo del odio”. En el último debate, sin embargo, aseguró que no conocía persona menos racista que él. La herida de la identidad racial y de los derechos civiles sigue supurando.

Protests over George Floyd death in New York
Protesta de Black Lives Matter, en Nueva York.
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El negacionismo ecologista

Una de las primeras acciones de gobierno de Donald Trump fue anunciar que sacaría a EE UU del Acuerdo de París para combatir el cambio climático a nivel mundial. El trámite no es tan sencillo. Trump lo inició y se podría completar el 4 de noviembre de este año, si gana las elecciones. Sería el primer país del mundo en darse de baja, pero sobre todo sería el más contaminador. Mientras, a nivel interno su mandato ha revertido muchas políticas de aire más limpio impulsadas en la era Obama, aunque otros intentos de ordenanzas en favor de las industrias más contaminadoras están frenadas en los juzgados.

El desprestigio del Gobierno y la autocracia

La flagrante inexperiencia en la gestión de lo público ha devenido en el “caos” del que le han acusado estos cuatro años en innumerables ocasiones. Quizás ese sea el legado por el que pase a la historia un presidente muy personalista, que ha sido imputado de maniobrar para arrogarse mayor control y poder, de despedir a todos los cargos gubernamentales menos afines a su persona, y de blindarse ante acusaciones de mala praxis y corrupción. Por no mencionar los miles de bulos o ‘fake news’ que ha derrochado en Twitter. Los expertos apuntan a que, sin embargo, habrá que esperar a definir su legado a lo que hagan los presidentes que le sigan, porque muchas de sus políticas fueron órdenes ejecutivas que el siguiente en el cargo podría invalidar.

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