La nave OSIRIS-REx de la NASA hace historia al lograr posarse en el asteroide Bennu y recoger muestras

Instantánea mosaico del asteroide Bennu recogida por la sonda OSIRIS-REx, de la NASA.
Instantánea mosaico del asteroide Bennu recogida por la sonda Osiris-Rex, de la NASA.
GODDARD / UNIVERSITY OF ARIZONA/ NASA / EFE
Instantánea mosaico del asteroide Bennu recogida por la sonda OSIRIS-REx, de la NASA.
Instantánea del momento en el que la nave OSIRIS-REx se posa en el asteroide Bennu.
NASA

Después de orbitarlo durante casi dos años, la nave espacial OSIRIS-REx de la NASA logró aterrizar con éxito este martes en el asteroide Bennu, y extendió su brazo robótico para recolectar muestras de su superficie, un material que no ha variado desde su origen, hace unos 4.000 millones de años, y que se espera que llegue a la Tierra en 2023. Es la primera vez que la agencia espacial estadounidense consigue que una de sus sondas toque tierra en un asteroide.

Tras posarse en Bennu, situado a más de 320 millones de kilómetros de la Tierra, la OSIRIS-REx arrojó nitrógeno comprimido sobre la superficie del asteroide para levantar el polvo y la grava que serían recogidos por la sonda. En una maniobra extremadamente peligrosa denominada "Touch and Go" (tocar e irse), la nave desplegó un brazo mecánico de 3,35 metros de largo con una especie de 'aspiradora' en su extremo, y recogió muestras durante unos diez segundos, evitando el contacto con piedras que pudiesen dañarlo. Una vez conseguido, la sonda, del tamaño aproximado de una camioneta, retrocedió hasta una distancia segura.

La nave despegó de Cabo Cañaveral el 8 de septiembre de 2016, llegó al asteroide a finales de 2018 y, desde entonces, estuvo orbitándolo y realizando diversos estudios sobre su composición, estructura y actividad.

Durante este tiempo, OSIRIS-REx observó eventos frecuentes de eyección de partículas hasta detectar la presencia de rocas muy brillantes, silicatos de tipo basáltico, que contrastan con lo oscuro del resto del material y que hacen pensar en que proceden del exterior, no de la composición original del asteroide.

La NASA no sabrá hasta los próximos días si la recogida ha sido exitosa y la muestra es suficiente (unos 60 gramos) para devolver la sonda a la Tierra o, en caso contrario, hacer un segundo intento el próximo mes de enero.

"Una hazaña increíble"

"Esta ha sido una hazaña increíble", afirmó en un comunicado de la NASA su administrador asociado de la Dirección de Misiones Científicas, Thomas Zurbuchen.

"Un pedazo -añadió- de roca primordial que ha sido testigo de toda la historia de nuestro sistema solar puede estar ahora listo para volver a casa para generaciones de descubrimientos científicos, y estamos ansiosos por ver qué viene después".

La NASA destacó en su comunicado que el asteroide Bennu "ofrece a los científicos una ventana al sistema solar primitivo, ya que empezó a tomar forma por primera vez hace miles de millones de años y arroja ingredientes que podrían haber ayudado a sembrar la vida en la Tierra".

Si la misión ha sido exitosa, en marzo de 2021 -la próxima vez que Bennu se alinee con la Tierra de forma adecuada- la OSIRIS-REx emprenderá su vuelta.

¿Qué explicarán las muestras?

Como otros asteroides de su tipo, Bennu es rico en minerales hidratados y moléculas orgánicas complejas, por lo que estudiar este material, tal y como se encuentra en el asteroide, puede dar las claves para comprender cómo llegaron esos compuestos a la joven Tierra y cómo dieron lugar a los seres vivos que hoy la habitan.

Rocas en Bennu
Rocas en Bennu.
NASA

La maniobra efectuada por OSIRIS-REx fue peligrosa porque, según bromeaba Julia de León, del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), "la ciencia no ha acertado una vez más", y lo que desde la Tierra parecía una superficie cubierta de polvo fino resultó estar completamente llena de rocas, con dimensiones que van desde algunos centímetros hasta decenas de metros. "Es una locura. Esto nos hizo cambiar la estrategia de elección del sitio donde debía maniobrar la nave para su seguridad", explicaba.

A 100.000 km/h

“Hemos llegado, lo hemos estudiado y ahora toca lo más difícil: hacernos con un poco de Bennu para traer a la Tierra y estudiarlo”, decía por su parte Javier Licandro, del IAC. 

Conseguirlo supuso, de hecho, una enorme dificultad: la nave tuvo que descender hacia un objeto de apenas 500 metros que se mueve a 100.000 kilómetros por hora, prácticamente sin gravedad y con una superficie cubierta de piedras.

El objetivo de OSIRIS-REx era, concretamente, tomar una muestra del material que está en el interior de un cráter de 140 metros de diámetro llamado Nightingale. Este se encuentra en una región de apenas 16 metros de diámetro, donde hay bastantes menos piedras que en el resto de la superficie, y la abundancia de polvo parece ser suficiente.

Ahora, OSIRIS-REx continuará orbitando Bennu y emprenderá su camino de vuelta en 2021, portando "su valiosísima carga" en un dispositivo sellado y al vacío, que está previsto que caiga en algún lugar del desierto de Utah (EE UU) en 2023.

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