¿Qué hacemos con la mascarilla cuando nos sentamos a la mesa del bar?

Dos personas consumen en un bar con la mascarilla descolgada de sus caras.
Dos personas consumen en un bar con la mascarilla descolgada de sus caras.
AGENCIA ATLAS
Dos personas consumen en un bar con la mascarilla descolgada de sus caras.

Si bien el uso de la mascarilla es obligatoria en todos los lugares públicos, no todos cumplen con la norma de mantenerla puesta en sitios como los interiores de los bares siempre y cuando no se esté consumiendo en ese preciso momento.

"Durante todo el desayuno me la he quitado", asegura un joven consumidor en declaraciones a la Agencia Atlas. Es habitual ver imágenes en las que los clientes de estos establecimientos beben, comen y hablan con la mascarilla en la mano, lo que incrementa el riesgo de contagio debido a las partículas y aerosoles que se pueden transmitir de una persona a otra, advierten los expertos.

Pocas veces la mascarilla se sienta a la mesa, sino que queda descolgada de los encuentros en el bar. Se bebe, se come y se habla con ella en la mano, lo que incrementa el riesgo de contagio, ya que a la hora de hablar, las partículas y aerosoles pueden transmitirse de una persona a otra. Un riesgo que existe fuera de los establecimientos pero también dentro, sobre todo ahora, que con el frío se rehúye más de las terrazas y se consume en el interior de los locales. Pero el contagio se puede evitar con una coreografía muy simple. Bastan dos movimientos: bajarse la mascarilla cuando se bebe o se come y volvérsela a subir una vez se ha consumido.

Este riesgo existe fuera de los locales, pero especialmente dentro, en espacios cerrados con menor ventilación, tal y como han puesto de manifiesto los últimos estudios. "Los virus en los aerosoles pueden permanecer suspendidos en el aire varias horas (...) también pueden viajar más de dos metros y acumularse en habitaciones mal ventiladas, lo que puede provocar eventos de 'superdifusión", alertan en una carta publicada recientemente en la revista Science.

El temor aumenta ahora que con a llegada del frío se rehúye más de las terrazas y se consume en el interior de los locales. 

No obstante, el contagio se puede evitar con una coreografía muy simple. Bastan dos movimientos: bajarse la mascarilla cuando se bebe o se come y volvérsela a subir acto seguido, tal y como recordó recientemente el vicepresidente de Navarra, Javier Remírez: "Se quita la mascarilla, se consume, y se vuelve uno a poner la mascarilla. Parece una tontería, pero no lo es", aseguró.

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