A raíz de la suspensión de los ensayos clínicos del proyecto de vacuna de AstraZeneca y la Universidad de Oxford, David Escors considera que la presión por tratar de desarrollar cuanto antes la vacuna está llevando a una carrera internacional en la que se están superando las fases demasiado rápido.
¿Es habitual que haya reacciones adversas durante los ensayos clínicos?
No es una cosa típica en un ensayo clínico de fase 3, aunque pueda ocurrir. Lo normal es que pase en fase 1, en la que se prueba la seguridad de la vacuna y puede durar uno o dos años, o en la fase 2, en la que se prueba la efectividad y se ajustan las dosis.
¿A qué se debe que haya ocurrido?
Los ensayos clínicos se han acelerado muchísimo. Normalmente llevan su tiempo porque prima la seguridad de la gente implicada en los mismos. En mi opinión, se está yendo demasiado deprisa. Yo sé que las empresas tienen mucha presión para vender, presión de los gobiernos y presión social, pero los plazos son así por la seguridad.
¿Cuál es el procedimiento cuando sucede algo así?
En cualquiera de estas fases puede pasar que alguna de las personas desarrolle una patología. Cuando hay algún efecto adverso importante con las personas que están participando en el ensayo clínico hay que pararlo y estudiar si tiene relación directa con el tratamiento. Si es así, no continúa.
¿Se puede garantizar que estas vacunas van a ser seguras cuando lleguen al mercado?
Lo que no se puede garantizar es que lleguen al mercado a corto plazo. Tampoco sabemos si tiene alguna relación con la vacuna, pero esto pone en evidencia la debilidad del diseño del desarrollo de algunas de los proyectos de vacuna frente a la Covid, que están yendo más rápido de lo que deberían.
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