Una de las peticiones más relevantes durante la crisis del coronavirus al Gobierno ha sido una app de rastreo, con el objetivo realizar un seguimiento más claro de la evolución de la pandemia. Ese plan se pondrá en marcha la semana que viene. El Ejecutivo ha anunciado este martes que a hasta el 13 de julio la isla de la Gomera será el lugar en el que se realizará la prueba piloto de esta herramienta. Se verá la usabilidad de la app, ver qué funciona y qué no. Si funciona, estará en marcha en otoño en todo el país.

"La idea es simular contagios y proponemos que se la descarguen unas 3.000 personas para simular una pandemia del 10% de la población (unos 300 ciudadanos)", explicaron fuentes del Gobierno, antes de añadir que ese elemento es el que hace "único" este programa. "Va a permitir probar cosas que hasta ahora no se han probado, para el rediseño o para su posterior implantación" y se podrán sacar "unas conclusiones" a partir de las cuales se podrá conectar la app "con los sistemas sanitarios".

El Gobierno dice ahora que no estudia "ni a medio ni largo plazo" reactivar la alarma porque los brotes están controlados

Este plan se puso sobre la mesa en abril. "Han sido dos meses de muchos cambios tecnológicos", comentan para salir al paso de posibles retrasos en su implantación. Y dejan clara una cosa: "No íbamos a probarla durante la pandemia". Esperaron a que la situación sanitaria estuviera "bajo control", por lo que "España no va con ningún retraso", sentencian. Desde el Gobierno añaden que esta app -que se apoya en la tecnología de Google y Apple- tuvo como referencia los programas de Corea del Sur y Singapur, pero se descartó "la geolocaclización" por considerarla "invasiva".

En Moncloa han intentado ir paso a paso. "Cualquier solución debía incluir a todos los países de la UE", cuentan, y añaden que desde el Gobierno han "participado en todos los grupos de trabajo" y se ha abierto también "un grupo de trabajo a nivel estatal" con todas las comunidades autónomas". La aplicación, además, empleará el protocolo DP-3T (Rastreo de Proximidad Descentralizado que Preserva la Privacidad), que es "el más garante con los derechos de los usuarios".

"Nada tiene frivolidad: optamos por rigor científico y eficiencia técnica y es eso lo que nos permite presentarlo ahora", apuntan desde el Gobierno, al tiempo que avisan de que esto "no es una carrera". En este sentido, apuntan que toda la UE "ha trabajado a la vez" y para defender la necesidad de ir sin prisa ponen los ejemplos de Austria y Noruega, cuyas apps ya han dado fallos. "Europa opta por un protocolo mejor, que tiene sus dificultades", concluyen.

Esta herramienta se sumaría a las medidas ya existentes para la notificación de contactos de riesgo y que están permitiendo el control de la pandemia. Además, el contrato, aprobado en Consejo de Ministros por el procedimiento de emergencia, se ha suscrito con la empresa Indra por un importe de poco más de 330.000 euros.

¿Cómo funciona la app?

La aplicación utiliza la conexión Bluetooth del terminal, a través de la cual los móviles emiten y observan identificadores anónimos de otros teléfonos que cambian periódicamente. Cuando dos terminales han estado próximos durante un determinado periodo de tiempo, ambos guardan el identificador anónimo emitido por el otro.

Si algún usuario fuera diagnosticado positivo de covid-19 tras realizarse un test PCR, decidiría si dar su consentimiento para que, a través del sistema de salud, puedan enviar una notificación anónima. De esta forma, los móviles que hubieran estado en contacto con el paciente recibirían un aviso sobre el riesgo de posible contagio y se facilitarían instrucciones sobre cómo proceder.

Durante el piloto de esta herramienta se pondrá a prueba su experiencia de uso para validar que es comprensible y manejable para la ciudadanía. Además, se comprobará su funcionamiento a través de identificadores ficticios, con positivos y negativos generados, de forma que se pueda comprobar cómo funciona el sistema de notificaciones ajustando su umbral operativo para evitar que haya distorsiones en un futuro escenario real.