Los científicos británicos se plantean inocular el coronavirus en pacientes sanos para salvar la vacuna de Oxford

Científicos e investigadores trabajan sin descanso en la búsqueda de un tratamiento que frene al coronavirus. Aquí, en nuestro país, en el hospital Vall de hebron se avanza en un ensayo clínico en torno a un antiinflamatorio para tratar la artritis. Un fármaco que mejoría el estado de los pacientes más graves. La nueva esperanza contra la COVID-19 ya la conocemos. Son los medicamentos contra la artritis los que están dando buenos resultados. Porque se trata precisamente de eliminar la inflamación que produce el propio organismo al luchar contra el virus. De hecho ya se probó en China con éxito. Ahora queda esperar a que los estudios arrojen datos concluyentes.
Científicos e investigadores trabajan sin descanso en la búsqueda de un tratamiento que frene al coronavirus. 
Científicos e investigadores trabajan sin descanso en la búsqueda de un tratamiento que frene al coronavirus. Aquí, en nuestro país, en el hospital Vall de hebron se avanza en un ensayo clínico en torno a un antiinflamatorio para tratar la artritis. Un fármaco que mejoría el estado de los pacientes más graves. La nueva esperanza contra la COVID-19 ya la conocemos. Son los medicamentos contra la artritis los que están dando buenos resultados. Porque se trata precisamente de eliminar la inflamación que produce el propio organismo al luchar contra el virus. De hecho ya se probó en China con éxito. Ahora queda esperar a que los estudios arrojen datos concluyentes.

El proyecto de vacuna que desarrolla la Universidad de Oxford era uno de los más prometedores de entre los más de 100 de todo el planeta. Estaba en el selecto grupo que ya había probado que la vacuna experimental era segura con humanos y los científicos del equipo auguraban hasta un 80% de opciones de que estuviera lista tan pronto como en septiembre.

Sin embargo, los investigadores con contaron con una circunstancia inesperada: la epidemia de Covid-19 se está desvaneciendo demasiado rápido, hasta el punto de que será muy difícil testar si la vacuna es efectiva con tan pocos casos.

“Es una carrera contra la desaparición del virus y contra el tiempo”, declara al periódico británico The Telegraph el profesor Adrian Hill, miembro del equipo de investigación de Oxford. Hill admite que ese 80% de opciones de éxito de la vacuna han caído ya a un 50%: “Estamos en la extraña situación de querer que el Covid se quede, al menos un poco más”.

El riesgo real de que uno de los proyectos de vacuna más prometedores que se están desarrollando en Europa fracase llega en pleno debate ético sobre la que podría ser su solución.

Las vacunas son normalmente testadas mediante su inoculación a un gran grupo que es comparado con otro al que no se le haya inyectado la vacuna, dejando que la exposición natural a la enfermedad haga su trabajo. Sin embargo, este es un método que puede durar meses, requiere miles de participantes y, sobre todo, necesita que la enfermedad esté presente y con tasas de contagio relativamente elevadas.

El diario británico The Guardian recogía este domingo la controversia que existe dentro de la comunidad científica del país sobre la posibilidad de inocular el SARS-CoV-2, el virus causante de la Covid-19, en pacientes sanos para poder testar de manera más rápida y efectiva los proyectos de vacuna que se están desarrollando.

El debate ético

Esta técnica es habitual en el desarrollo de vacunas para enfermedades como la gripe, la malaria o la fiebre tifoidea, pero los riesgos extra que entraña la Covid-19, una enfermedad con tasas de mortalidad mucho más altas y para la que no existe un tratamiento de probada eficacia, hacen que sea un método cuestionable, incluso con pacientes jóvenes.

“Antes de seguir adelante con los ensayos clínicos con humanos necesitaríamos desarrollar alguna terapia muy efectiva, una medicina antiviral quizás, que pueda ser usada en los pocos casos en los que algo vaya seriamente mal”, declara a The Guardian el profesor Lawrence Young, de la Warwick University Medical School.

Los ensayos clínicos con humanos, que buscan comprobar la eficacia de la vacuna en voluntarios que confirman conocer los riesgos que supone participar en el experimento fueron validadas y, de hecho, recomendadas por la OMS.

La organización internacional dependiente de la ONU publicó una guía sobre este tema el 6 de mayo en la que establecía los ocho criterios éticos que deberían seguir estos ensayos clínicos, que incluían el requisito de que se realizaran con pacientes sanos de entre 18 y 30 años y que éstos estuvieran plenamente informados sobre los riesgos y dieran su consentimiento.

Sin embargo, existen voces dentro de la comunidad científica que se muestra reacios a este tipo de ensayos con seres humanos con una enfermedad que aún nos es tan desconocida como al Covid-19.

“Los ensayos clínicos con humanos se realizan para muchas enfermedades, pero solo cuando se siguen estrictos criterios”, declara a The Guardian la profesora Eleanor Riley, de la Universidad de Edimburgo. “Primero, el virus debe haber sido muy bien estudiado y su comportamiento clínico debe ser comprendido en detalle. También debe ser incapaz de causar un daño grave de salud a los participantes o debe haber un medicamento muy efectivo para curar la infección. Ninguno de estos criterios se cumplen con la Covid-19”. 

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