El drama de un ganador de 'Pesadilla en la cocina' que acabó en la calle y consumido por la droga

  • Michael Wray, ganador de la primera edición del concurso, pasó de ganar 250.000 dólares a vivir en la calle por su adicción.
Michael Wray y Gordon Ramsay en la final de 'Pesadilla en la cocina'.
Michael Wray y Gordon Ramsay en la final de 'Pesadilla en la cocina'.
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Michael Wray y Gordon Ramsay en la final de 'Pesadilla en la cocina'.

Michael Wray tenía 27 años cuando en 2005 se convirtió en el ganador de la primera edición de Pesadilla en la cocina, dirigida por el chef Gordon Ramsay, y a pesar del prometedor futuro que se le auguraba tras alzarse con la victoria en el popular talent show de cocina, su vida cambio drásticamente llegando incluso a vivir en la calle, según recoge la BBC.

El joven chef salió del concurso con 250.000 dólares bajo el brazo y una propuesta irrechazable de Ramsay: trabajar con él en su restaurante de Londres. "Cuando Michael estaba celebrando el premio me di cuenta de que era una persona con talento. No quería dejarlo ir", aseguró este durante el episodio.

Wray aceptó la oferta del presentador y viajó hasta Reino Unido, donde trabajó durante cinco días en el restaurante del conocido chef, pero una adicción a las drogas con la que había entrado al programa le alejó de la oportunidad de adentrarse por completo en el mundo de la cocina. "Fue la decisión más difícil que jamás tuve que tomar. Siempre lamentaré haberla tomado", narra el estadounidense, que explica que le "aterrorizaba ir a Londres con esa adicción".

El vencedor del programa cuenta que dos años antes de participar en el concurso había tenido que ser operado de escoliosis y le habían recetado unos fuerte opiáceos para el dolor, a los que se hizo adicto. A pesar de que tenía que entregar todas sus pastillas a los productores antes de que comenzara el reality, Wray guardó algunas y después le pidió a su médico otra receta.

"Gordon quería que me mudara allí. Seguramente le decepcionó que no me fuera a vivir a Londres", cuenta, ya que el chef le ofreció "la oportunidad de ir a Londres para enseñarle y mostrarle cómo funciona, y se encontró con que rechacé su oferta", pero "estaba usando la mitad de mi energía mental sólo para controlar mi adicción y poder trabajar y llevar una vida normal", confiesa Wray.

La muerte de su hija cambió su vida de forma radical

A pesar de dejar a un lado la propuesta de Ramsay, aún le esperaban grandes oportunidades en Los Ángeles (EE UU), donde iba a abrir su propio restaurante y esperaba a su primera hija con su esposa Lola, pero tuvo que enfrentarse a un duro revés: la muerte de su hija poco después de abrir su local.

"Fue un parto con complicaciones, durante el cual dejó de respirar durante siete u ocho minutos. En ese tiempo no le llegó oxígeno al cerebro y murió", explica Michael. "Los años que siguieron fueron en caída libre", confiesa, "todo empezó a desmoronarse a mi alrededor" y las drogas se apoderaron de su vida.

Seis semanas después de la muerte de su hija dejó el restaurante atrás y su matrimonió se rompió. Wray tuvo que empezar a vivir en su camión mientras trabajaba como cocinero, lo que le permitía seguir comprando las pastillas.

Después perdió su camión y comenzó a vivir bajo un puente cercano a Hollywood Boulevard mientras daba clases de gastronomía en uno de los locales de Sur la Table, una cadena de artículos de cocina. Cuando llegaba la noche, Wray aprovechaba para drogarse. "Me volví un completo ermitaño", recuerda, y confiesa que se "inyectaba, y no quería que nadie lo viera. Escuchaba la radio y me dormía. Era como si no viviera, solo existía”, revela el cocinero.

Al gastar todo el dinero que ganaba en drogas, Michael tenía que ir a albergues y refugios para las personas sin hogar para poder comer, donde solía cocinar para los demás.

Un camionero le salvó la vida

Tras años de adicción su médico en Nuevo México, a donde se había trasladado, se negó a seguir proporcionándole la receta de los analgésicos, y Michael comenzó a sufrir el síndrome de abstinencia. Sin embargo, pronto se acordó de que la farmacia en la que compraba estos medicamentos los dejaba en las estanterías durante la noche, por lo que robó los fármacos una vez hubo anochecido rompiendo el cristal con un hacha.

Wray huyó con su coche y no paró hasta que llegó a la mitad del desierto. Según el chef, su intención era aprovechar este lugar para desintoxicarse, pero "lo que terminó sucediendo es que pasé casi 30 días sin comer. No tenía casi ni agua", asegura.

"Estaba literalmente muriéndome en un choza de adobe, viendo el sol salir, atravesar el cielo, ponerse, ver la luna salir, atravesar el firmamento. Había dos crías de culebra cascabel viviendo conmigo en los primeros dos o tres días", cuenta Michael, que recuerda que después de un mes allí empezó a sufrir alucinaciones creyendo que tenía fantasmas dentro del cuerpo, lo que le llevó a intentar suicidarse.

Sin embargo, un camionero que conducía cerca de allí lo encontró medio inconsciente, gateando junto a la carretera. "No quería morir y necesitaba llegar a un sitio donde alguien me viera y me ayudara", narra. Dos días después se despertó en el hospital y decidió entrar a rehabilitación.

La nueva vida de Wray tras desintoxicarse

Después de pasar 10 días recuperándose, Wray entró en un programa de desintoxicación en junio de 2012. Allí "los días se me fueron cocinando tres comidas para siete u ocho personas mientras batallaba contra la drogadicción. Fue un momento muy gratificante de mi vida", señala el hombre.

Allí Michael conoció a su actual esposa, Sharlene, con la que tiene un hijo. "Tuve una sonrisa en la cara durante los primeros dos o tres años. No podía creer lo buena que era la vida", comenta.

Una vez superada su adicción a las drogas, decidió entregarse a las autoridades por el robo en la farmacia, por el que fue condenado a casi un mes de cárcel, donde también aprovechó para ayudar en la cocina. "Sentí que debía pagar por el crimen y hacer lo correcto", expresa.

Después de cumplir su pena, Wray decidió retomar su pasión y volver a cocinar, pero quería ganarse el derecho de poder considerarse un chef, por lo que empezó su andadura en la cocina de una cafetería en la que preparaba desayunos. "Pasé unos tres o cuatro años simplemente recuperando mis habilidades para volver a considerarme chef" y "volví a empezar de cero".

Michael Wray ha trabajado como chef principal en varios restaurantes durante los últimos años, y ha ofrecido sus consejos a otras personas para elaborar sus menús. El nuevo sueño del cocinero es conseguir un camión de cocina porque "me parece que es la máxima expresión de nuestro arte: poder ir a cualquier sitio y cocinar cualquier cosa".

Por otro lado, ha acudido también a Filipinas, donde irá a varios eventos este año si no son cancelados por la pandemia de coronavirus y donde espera abrir un restaurante.

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