Los autónomos lanzan un grito de socorro por la crisis del coronavirus: “Nos estamos ahogando”

Diversos trabajadores por cuenta propia se han agrupado para exigir ayudas al Gobierno, para hacer frente a la pésima situación económica que se les viene encima por la crisis del coronavirus.
Diversos trabajadores por cuenta propia se han agrupado para exigir ayudas al Gobierno, para hacer frente a la pésima situación económica que se les viene encima por la crisis del coronavirus.
Diversos trabajadores por cuenta propia se han agrupado para exigir ayudas al Gobierno, para hacer frente a la pésima situación económica que se les viene encima por la crisis del coronavirus.
Diversos trabajadores por cuenta propia denuncian su situación ante la crisis del coronavirus.

Debido a la pandemia del coronavirus y al decreto del estado de alarma, millones de autónomos están sufriendo la cancelación de trabajos, proyectos e ingresos de forma indefinida. 

Aunque el Consejo de Ministros ha aprobado este martes que autónomos y empresas puedan aplazar el pago de las cuotas de la Seguridad Social durante seis meses sin intereses, los trabajadores por cuenta propia se preguntan: "¿Y en julio, cómo pagamos?".

De momento, ayer 31 de marzo pagaron la cuota fija mensual de autónomos, "eso sí la podemos reclamar, pero de momento ya la hemos avanzado y estamos sin facturar", exclama Mireia Serrano, propietaria de una clínica podológica en el Maresme que denuncia que este mes debe seguir pagando los impuestos municipales correspondientes y otros gastos fijos como el alquiler del local, agua, luz e internet. 

La situación que viven en primera persona los trabajadores por cuenta propia y la "desprotección" que sienten ha hecho que surjan rios grupos de telegram formados por autónomos de todas las comunidades, para apoyarse y reivindicar sus derechos en un contexto que, aseguran, “les está ahogando”.

Todos ellos denuncian que el hecho de haber podido trabajar hasta el día 13 de marzo, casi la mitad del mes, hace que la cantidad aproximada de pérdidas haya sido del 50%, y no del 75%; así que no pueden optar a las ayudas aprobadas por el Estado. Por ello reclaman una exoneración de los gastos, que no una moratoria ya que, aseguran, no recuperarán lo que no están ingresando ahora.

Hablan las afectadas

Mireia Serrano explica que las nuevas circunstancias la han obligado a cancelar su agenda de citas habitual, pero tiene que atender casos de urgencia para que el sistema sanitario no colapse. Aún y así, asevera que desde el anuncio del estado de alarma no ha entrado ni un solo paciente a su clínica, lo que significa que tampoco ha obtenido ningún tipo de ingreso. “Ahora mismo, si te molesta una uña, no sales para ir al podólogo”, dice.

De todas formas, aunque Serrano tuviera pacientes, no podría cumplir con las medidas de prevención de contagios. “No puedo tener un metro y medio de distancia de seguridad a la hora de atender, ni tampoco dispongo de los EPIS necesarios, por lo que pondría en riesgo la salud de ambos. Lo único que he hecho hasta ahora ha sido atender consultas por vía telefónica y enviar las recetas por Whatsapp para que las impriman en casa. Pero, obviamente, no les he cobrado por ello”, explica.

Las pastelerías, servicios ¿esenciales?

Esta angustia también la comparte Sandra Pauner, quien regenta una pastelería en Sant Carles de la Ràpita. Su negocio se está viniendo abajo con el confinamiento, ya que sus ventas provenían mayoritariamente de los niños y jóvenes que salían de los colegios, de los polideportivos y del parque que tiene enfrente. 

Además, aunque su negocio se considere servicio esencial, ella no lo ve de tal forma. Su tienda es una pastelería artesanal, más especializada en repostería que en la venta de pan, del que apenas vende 15 o 20 barras al día. “¿Para quién abro? Nadie viene a comprar croissants, ni pasteles de cumpleaños”, manifiesta.

"¿Para quién abro la pastelería? Nadie viene a comprar croissants, ni pasteles de cumpleaños"

A la escasez de ventas se le suma otro problema: el producto que ya había comprado y que no podrá vender: “Ahora tenía todo lo relacionado con las monas de Pascua, las figuritas, los crucifijos de chuches que se ponen en las palmas… Todo esto no lo voy vender y lo he tenido que pagar igualmente. He tirado mucha comida; el primer día de confinamiento me sobró todo el género y, además, se me está caducando la harina, mantequilla y otros ingredientes que valen mucho dinero y no se pueden congelar. Es para ponerse a llorar. Además, cuando quiera volver a abrir, tendré que volver a comprarlo todo”, lamenta la propietaria de la Pastisseria la Devesa.

Por si esto fuera poco, Pauner tiene esclerosis múltiple y no tiene tiroides, de modo que se la considera población de riesgo. De hecho, le traen las medicinas a casa, ya que debería cumplir estrictamente con la cuarentena. Por esta razón ha decidido bajar la persiana mientras dure la crisis sanitaria. Sin embargo, como autónoma considera que no se tiene en cuenta su estado de salud.

Si no recibe ayudas del Estado, Pauner teme que no le quede más remedio que cerrar y dejar en la calle a sus dos empleadas, algo que espera no suceda. “Que no me digan que no puedo echar a nadie por el coronavirus; yo no despediré a nadie por eso, sino porque no me dan las ayudas que me tendrían que dar. Si no puedo pagar mis propios gastos, ¿cómo quieren que pague el sueldo de los demás?”, protesta.

"Yo no despediré a nadie por el coronavirus, sino porque no me dan las ayudas que me tendrían que dar"

Sin ingresos y con cuatro hijas a cargo

Otra autónoma afectada es Delia Ispas, quien tiene una peluquería en el mismo municipio. Ella aún puede hacer servicios a domicilio, pero los pocos que le han pedido no eran de primera necesidad: “Eran mujeres que querían ir bien peinadas, no que no se pudieran lavar el pelo”, asegura.

A Ispas, la crisis del coronavirus también la ha llevado a una situación límite. Con la falta de ingresos no puede hacer frente a los gastos fijos del negocio ni tampoco a los de su familia, con cuatro hijas a su cargo. De hecho, confiesa que este mes su madre ha sido quien le ha tenido que pagar la cuota de autónomos, porque, de lo contrario, no le quedaría dinero para comer. 

“Si tengo que seguir pagando facturas sin recibir ingresos me tendré que dar de baja. No veo ninguna otra salida. Es horrible”, lamenta, y añade: “Pedimos al Gobierno que se ponga en nuestro lugar. Desde el día 13 de marzo no tenemos ingresos e igualmente tenemos que pagarlo todo”.

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