Trabajadores de las funerarias, al límite por el Covid: "Todo es más frío, pero a pesar del dolor las familias lo entienden"

Una funeraria de Madrid
Una funeraria de Madrid
EP
Una funeraria de Madrid

Alicia (nombre ficticio) trabaja para una funeraria privada y presta servicio en dos hospitales de la Comunidad de Madrid desbordados por el coronavirus. Hace tres semanas ella empezó a percibir que la epidemia, por mucho que lo repitieran, "no era una gripe normal". Sus compañeros entonces le llamaban "paranoica", porque ella ya lo desinfectaba todo.

Ahora tiene a su alrededor comerciales enfermos por Covid, funerarias cerradas (como la del municipio madrileño de Morata de Tajuña) por falta de personal, todos contagiados, y al Ayuntamiento de Madrid que ya no acepta servicios de coronavirus en su funeraria por falta de equipos de protección. 

Pero Alicia sigue al pie del cañón, enjuagándose las lágrimas en casa antes de enfundarse la bata de papel, una mascarilla y guantes para empezar jornadas de 12 horas en las que no parará ni a comer ni a cenar. Trabajando a destajo. 

"Si en un fin de semana normal tendríamos, solo nuestra funeraria, 60 ó 70 fallecidos, 90 en los peores días de invierno o verano, este último hemos cubierto más de 200 servicios. Se ha triplicado la demanda, como mínimo", explica con la voz afectada por una mezcla de agotamiento y pena.

Retrasos de 3 ó 4 días en las incineraciones

Lo peor de esta pandemia, según ella, es que ha dado al traste con la manera  tradicional que tenemos de despedir a los seres queridos. En comunidad, con besos y abrazos. Pero ahora los contagiados que fallecen lo hacen en aislamiento, solos durante días, y no podrán ser velados ni se les dedicarán funerales, de momento, prohibidos en el decreto del estado de alarma. 

"Si en un fin de semana normal tendríamos, solo nuestra funeraria, 60 ó 70 fallecidos, este último hemos cubierto más de 200 servicios"

"Todo es mucho más frío. Las familias, dentro del dolor, te dicen que lo entienden. Pero es tan duro. Sus seres queridos han fallecido y no han podido estar con ellos sus últimos días, los hospitales no les están dando ni sus pertenencias, y no van a poder verles por última vez".

El Gobierno permite a las funerarias adelantar entierros e incineraciones, pero la acumulación de cuerpos empieza a ser notable en los crematorios de la Comunidad de Madrid, que ha habilitado como morgue el Palacio de Hielo.

"Sus seres queridos han fallecido y no han podido estar con ellos sus últimos días, no les están dando ni sus pertenencias, y no van a poder verles por última vez"

"Tenemos tres y cuatro días de retrasos con las incineraciones y unas 24 horas para los enterramientos. Se nos acumulan", reconoce Alicia. Los enterramientos están permitidos porque se usan féretros especiales para el Covid, con una capa interior de zinc y precintados. Y con un aforo máximo de cinco familiares, "para evitar contagios".

También el servicio religioso se ha suspendido, por orden del obispado. "Al principio se hacían breves responsos, pero ahora ya no hacemos de ninguna manera, desde hace una semana".

Su trabajo nunca ha sido fácil, pero ahora le cuesta más que nunca ayudar con los trámites postmortem. "Le tienes que dar a la familia la información a dos metros de distancia, cubierta con una bata, con guantes y mascarilla, y no puedes ni darles un abrazo. Encima ellos te dan las gracias y ánimos a ti" .

"Es todo tan injusto", prosigue Alicia, que se revuelve cuando, al salir de un hospital con todas las plantas colapsadas de contagios por coronavirus, observa  a gente que todavía se toma a la ligera las medidas de confinamiento

"Le tienes que dar a la familia la información a dos metros de distancia y no puedes ni darles un abrazo"

Sí cree que al principio se hicieron mal las cosas, cuando a ella la llamaban "paranoica" sus compañeros. Las familias salían de ver a sus fallecidos sin protección, pese a que podían estar contagiados. "Yo era la que les decía que se protegieran, que lo iban a expandir". 

Pero los protocolos han cambiado. Ahora ya no le permiten entran en los hospitales, reciben por teléfono los avisos de fallecimiento y tramitan todo el expediente del servicio funerario por vía telemática. "A veces estoy con dos o tres avisos a la vez. Y esto no decae, al revés, sigue incrementándose", dice. 

No ha terminado con el fallecido de una familia y ya le llaman para que avise cuándo puede coger otro servicio. "Y cada vez que terminas un caso y al final del turno, toca desinfectarlo todo: los bolis, la tablet, el volante del coche", que en casa a Alicia le esperan los suyos.

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