La ‘mesa de diálogo’ afronta su siguiente reto: Torra exige ya propuestas concretas a Sánchez, que ve un “largo” camino

  • Los independentistas creen que en la “seguridad jurídica” que deberán cumplir los pactos cabe el referendum.
  • De la sorpresa por la unión entre los socios del Govern a un posible cambio en la delegación del Gobierno.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez junto al presidente de la Generalitat, Quim Torra, en la primera reunión de la mesa de diálogo para solucionar el conflicto político en Cataluña.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez junto al presidente de la Generalitat, Quim Torra, en la primera reunión de la mesa de diálogo para solucionar el conflicto político en Cataluña.
EFE
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez junto al presidente de la Generalitat, Quim Torra, en la primera reunión de la mesa de diálogo para solucionar el conflicto político en Cataluña.

La ‘mesa de diálogo’ entre el Gobierno y el Govern sobre Cataluña superó, con su constitución esta semana, la primera prueba de fuego. A pesar de las diferencias de fondo, las dos partes han considerado todo un logro pasar al diálogo después de años de confrontación. Como resultado, se fijó un calendario, con reuniones mensuales y semestrales, que pondrá sobre la mesa el próximo obstáculo: la diferencia sobre la velocidades que debe tener la negociación. Pedro Sánchez ha advertido de que el proceso será “largo y complejo” y el PSOE no descarta incluso que abarque más de una legislatura. Quim Torra ni de lejos quiere dejar pasar tanto tiempo y espera propuestas concretas del Gobierno ya para las próximas reuniones.

Para una parte del Govern, el límite deberían ser las próximas elecciones catalanas, previstas en principio para la primavera. Para entonces, espera que Gobierno haya puesto sobre la mesa ya alguna propuesta concreta de cómo quiere resolver el conflicto. Se le pide a Sánchez que sea valiente y que diga claramente qué propone.

La parte catalana no se refiere a la comisión bilateral Estado-Cataluña que volverá a reunirse para tratar buena parte de los 44 puntos de la “agenda del reencuentro” que el presidente había presentado a Torra a principios de mes. Tal y como exigieron los independentistas, cuestiones relacionadas con inversiones, mejoras laborales para los Mossos o traspasos de competencias no se tratarán en la ‘mesa de diálogo’. El Govern quiere conocer las propuesta a la ‘mesa de diálogo’ a la que Sánchez podría llevar la financiación o un régimen fiscal especial. Quizá a modo de provocación, el Govern cuenta también con recibir una propuesta de reforma reforzada de Estatuto, justo cuando el Gobierno quiere ser especialmente cauto en no hacer menciones demasiado expresas al autonomismo, para no sulfurar los ánimos.

De momento, lo que hay sobre la ‘mesa’ son las visiones que las dos partes plantearon el miércoles sobre el origen del “conflicto político”, como expuso la vicepresidenta Carmen Calvo, en un encuentro en el intervinieron todos los presentes -a excepción del ministro de Transportes, José Luis Ábalos, que tuvo que salir rápidamente para el Congreso-. En la delegación catalana provocó cierta extrañeza que Sánchez habló poco, a pesar de que abrió el encuentro y también lo clausuró con una intervención final.

Presos

Como se esperaban en el Gobierno, Torra y los suyos plantearon la autodeteminación, la situación de los presos, el “exilio” y el mediador. Sobre lo que hay versiones distintas es sobre la supuesta la pregunta sobre los presos que el Govern atribuye al Gobierno y que éste niega de plano. “No fue así”, dicen en Moncloa, donde achacan una diferencia a una cuestión de “interpretación”. 

En todo caso, para el Govern, es perentorio tratar la cuestión de los políticos en prisión y de los que podrían estarlo. Dos días después de la ‘mesa’ desde Barcelona se señalaba directamente a la imputación de uno de los miembros del a delegación catalana, Josep María Jové, por su relación con el procés como una de las cuestiones a las que Sánchez tiene que ofrecer una salida.

Como esperaban las dos partes, cada una se mantuvo en sus posiciones. La sorpresa del Gobierno fue comprobar que la delegación catalana acudió como un bloque compacto, a pesar de la guerra que se vive desde hace meses en el Govern entre JxCAT y ERC. Quizá por eso, los dos socios se han cuidado de elegir personas que se conocen desde hace muchos años y se llevan bien. Entre ellos, Josep Rius, exjefe de gabienete de Carles Puigdemont que fue visto como un topo del expresident por algunos. Para el PSC, sin embargo, se convirtió en una garantía de que Torra había seleccionado personas que realmente conocen el conflicto.

En todo caso y para que no hubiera malentendidos, no fueron los servicios de protocolo de Moncloa, sino el mismo Govern, quien decidió en qué disposición se sentarían los miembros de su delegación -enfrentados a los del Gobierno- a un lado de la mesa de la sala Tàpies que acogió en encuentro en la sede del Gobierno central.

La unión en el equipo del Gobierno se daba por descontada y así fue, incluso con la ausencia del vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, debido a una fuerte amigdalitis, que fue debidamente informado después.

Cambios en el equipo del Gobierno

Para las próximas reuniones, los movimientos podrían llegar del lado más inesperado. El Govern mantendrá su delegación y en las reuniones mensuales sus socios han pactado que la colideren por su parte los dos consellers, de Administración Púbica y de Exteriores, Jordi Puigneró y Alfred Bosch, uno de JxCAT y otro de ERC. 

Por el contrario, en los últimos días se ha abierto la posibilidad de que Sánchez haga un cambio en su delegación, que vendría por un relevo del representante de En Comù Podem. Una vez que Torra ha integrado a personas que no forman parte de su gobierno, la formación de Ada Colau querría sustituir al ministro de Universidades, Manuel Castells, por un perfil más político, algo que la formación no ha confirmado, pero tampoco desmentido.

Cabe el referendum

Torra dijo después en rueda de prensa no haber obtenido respuesta, pero el Gobierno asegura por activa y por pasiva que no habrá autodeterminación ni se actuará sobre los políticos presos, que no presos políticos que, subrayan, no hay en España. El Gobierno asegura que la directriz es la “unidad de España” y niega actuar en competencias que atribuye a la Justicia.

Sobre esto último, la impresión del Govern es distinta. Quizá el elemento más satisfactorio de la reunión del miércoles fue que en el comunicado final no figurara una vez más la palabra “Constitución”. Se limita a circunscribir los eventuales acuerdos a la “seguridad jurídica”, que para Torra también significa un pacto para organizar un referendum de independencia y aceptar los resultados o, en ese caso, no vetar la entrada de la nueva república en la UE.

El equilibrio entre la velocidad de las propuestas y el nombre que se les dé será el siguiente capítulo de la ‘mesa de diálogo’ de la que las dos partes se levantaron con buenas impresiones el miércoles, a pesar de que por las dos partes las expresiones de desconfianza son constantes. Por parte del Gobierno enseguida cundió el alivio al comprobar que, como ellos, el Govern realmente quería negociar. Lo mismo pensó la delegación catalana del Gobierno, a diferencia de lo que interpreta que sucedió en la llamada Cumbre de Pedralbes, donde consideran que fue Sánchez quien se levantó de la mesa.

Para el PSOE, se cumplió el primer objetivo, tan básico como “seguir” en la ‘mesa de diálogo’, nada menos, subrayan, que con un comunicado consensuado y un calendario de reuniones alternas en Moncloa y Sant Jaume. Una vez al mes -la próxima, en Barcelona- se reunirán en delegaciones reducidas, sin presidentes ni vicepresidentes. Si no hay acuerdos que refrendar antes, cada seis meses se incorporarán también Sánchez y Torra y sus vicepresidentes.

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