Cohousing: vivir en un piso sin comprar ni alquilar... y disfrutar de tus vecinos

Los futuros vecinos del edificio de la cooperativa Entrepatios en el distrito madrileño de Usera.
Los futuros vecinos del edificio de la cooperativa Entrepatios en el distrito madrileño de Usera.
ENTREPATIOS
Los futuros vecinos del edificio de la cooperativa Entrepatios en el distrito madrileño de Usera.

Existe una tercera vía, más allá de la tradicional disyuntiva entre comprar o alquilar, para disfrutar de un hogar: el cohousing o derecho de uso de una vivienda. Se trata de un modelo extendido en el norte de Europa y que poco a poco está penetrando en España.

El funcionamiento más habitual consiste en un edificio propiedad de una cooperativa, que cede a sus cooperativistas el derecho de uso de las viviendas de forma indefinida a cambio de una cuota.

En Madrid, la cooperativa Entrepatios está construyendo en el distrito de Usera el primer edificio cohousing de la capital, que estará listo a finales de año. "Todos los que vamos a vivir aquí consideramos que la vivienda es un derecho y no un bien especulativo. Apostar por este modelo es una forma de demostrar que las cosas podrían hacerse de otra manera", afirma Berta Iglesias, futura vecina.

Un futuro vecino observa con su hijo el futuro edificio de Entrepatios, en Madrid.
Un futuro vecino observa con su hijo el futuro edificio de Entrepatios, en Madrid.

No obstante, la falta de ayudas públicas del Ayuntamiento hará que vivir en este edificio no resulte mucho más económico que los modelos tradicionales. "Podría ser muy barato si tuviera apoyo institucional, como ocurre en Dinamarca o, incluso, en Barcelona, donde el Ayuntamiento sí ha cedido terrenos a cooperativas. Nosotros hemos tenido que comprar el suelo y eso ha encarecido mucho el proyecto", lamenta Berta.

"Hemos puesto 50.000 euros de entrada y pagaremos una cuota mensual de 800. Son, más o menos, los precios que se pagan en el barrio. No venimos a vivir aquí por dinero, es una cuestión ideológica. Obviamente, si se queda solo en nuestra experiencia será algo anecdótico, pero si se fomenta podría frenarse la especulación tanto en el mercado de alquiler como en el de compraventa", subraya.

Edificio de la cooperativa Entrepatios, en Usera.
Edificio de la cooperativa Entrepatios, en Usera.

En Barcelona, los 60 cooperativistas de La Borda llevan ya tres meses viviendo en su edificio cohousing de Sants. Y como decía Berta, ellos sí lograron que el Ayuntamiento les cediera el terreno –por un periodo de 75 años–, una ayuda que abarató el proyecto.

"Pusimos 18.500 euros de capital social y por un piso de 73 metros cuadrados, que es donde vivo yo, estoy pagando 538 euros", cuenta Joan Miquel Gual, uno de los inquilinos.

Las reuniones de vecinos no son un infierno

Pero más allá del dinero, una razón fundamental para apostar por el cohousing es el concepto de vecindad, pues este tipo de edificios cuentan con numerosos espacios comunes.

"Queremos construir lugares mutuos para contrarrestar la frialdad de las ciudades. Vamos a tener una azotea común, una gran sala polivalente con cocina para reunirnos y para que los niños puedan jugar; y una lavandería, porque no hace falta tener lavadoras en cada piso, con cuatro o cinco se puede lavar perfectamente la ropa de toda la comunidad", explica Berta.

Lógicamente, saben que la vida en común puede provocar roces, pero se trata de "cambiar radicalmente la filosofía", dice Iñaki Alonso, arquitecto del proyecto y futuro residente: "Tenemos el concepto de que las reuniones de vecinos son un infierno, pero aquí no vamos a juntarnos para discutir, sino para hacer cosas divertidas y para que nuestros hijos puedan vivir en una comunidad activa".

Reunión de los futuros vecinos de Entrepatios, en el solar donde están levantando su edificio.
Reunión de los futuros vecinos de Entrepatios, en el solar donde están levantando su edificio.

Esperan, por ejemplo, compartir coches y apostar firmemente por la bicicleta: en el garaje solo habrá 14 plazas para vehículos y 60 para bicis. También contarán con un único contrato de internet, "más barato que tener 17 distintos", y con un huerto: "La idea es cultivar, queremos ser un edificio productor de alimentos".

Es más, pretenden crear "un grupo de consumo" y recibir "en casa" productos del campo. "La idea es tener acuerdos con productores para que nos traigan alimentos ecológicos al edificio. Es una forma de no ir todos los días a la compra y de ofrecer un servicio al barrio", ya que su intención es abrir ese grupo de consumo a todo el vecindario.

En La Borda ya experimentan las bondades de la convivencia, que está siendo "fantástica", según Joan: "Ahora vamos a construir un gran comedor comunitario para turnarnos con las comidas. La idea es que te toque cocinar un día a la semana, pero luego la tengas hecha los seis restantes. También estamos estudiando cómo organizarnos para compartir los cuidados de los más mayores y pequeños".

Por compartir, han compartido hasta un parto: "Hace dos semanas nació aquí, en el edificio, la primera habitante de La Borda. Ahora tenemos vecinos desde cero años hasta jubilados. Creemos que la intergeneracionalidad, el poder compartir diferentes momentos vitales, es un valor añadido".

Edificios de madera y descarbonizados

Otro pilar del cohousing es el ecológico. De hecho, lo primero que sorprende al ver las obras del edificio de Entrepatios es su estructura de madera en lugar del clásico hormigón armado. "Con herramientas de análisis de ciclo de vida hemos calculado la huella de carbono del edificio, el coste energético de construirlo, y hemos visto que hacerlo de madera tiene menos impacto medioambiental. También utilizamos fibras recicladas y pinturas vegetales", explica Iñaki.

Y no solo se trata de minimizar el impacto de su construcción, también de maximizar su eficiencia energética: "Es un edificio que apenas consume energía y eso se consigue con un buen aislamiento para evitar perder calorías o frigorías. Además, tiene una instalación fotovoltáica de 30kw para generar energía propia. También es un edificio descarbonizado, no tiene elementos de combustión, ni en calderas, ni cocinas". Contará, además, con un sistema de reciclaje de aguas pluviales y aguas grises, aquellas procedentes de bañeras y lavabos.

Interior del edificio de La Borda, en Barcelona, durante su construcción.
Interior del edificio de La Borda, en Barcelona, durante su construcción.

Iñaki prevé que "la mitad de las viviendas no necesitarán calefacción" en invierno: "Solo con lo que se calentarán durante el día gracias a un diseño bioclimático y al calor que desprenden las personas, será suficiente".

Joan lo corrobora, pues el edificio de La Borda, también de madera, sigue los mismos patrones de sostenibilidad: "Este invierno no he tenido que utilizar la calefacción ni un solo día y el piso se ha mantenido a 20 grados permanentemente. No sabía que la madera conservara tan bien el calor".

Con seis plantas levantadas, el edificio de esta cooperativa de Barcelona es uno de los más altos de España construido en madera. Su diseño bioclimático cuenta con un patio central cubierto por una gran cúpula, que permite que el sol caliente de forma natural las viviendas. En verano, esta cúpula se puede abrir para mejorar la ventilación y refrigeración de los pisos.

Estructura del edificio de La Borda.
Estructura del edificio de La Borda.
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