Un estudio advierte que no disponer de una vivienda digna tiene "efectos devastadores" sobre la salud

Hati, un ocupa desalojado en la calle Sant Ramon el Raval de Barcelona.
Hati, un ocupa desalojado en la calle Sant Ramon el Raval de Barcelona.
MARINA LOPERENA
Hati, un ocupa desalojado en la calle Sant Ramon el Raval de Barcelona.

Las condiciones físicas de la vivienda y su entorno social del barrio pueden repercutir en la salud y bienestar de las personas. Por lo tanto, una política de vivienda adecuada debe ser, en consecuencia, una política de prevención en salud. Esta es una de las principales conclusiones del informe Cuando la casa nos enferma. La vivienda como cuestión de salud pública, presentado este martes en la Universidad Complutense de Madrid por la asociación Provivienda.

Se trata de una investigación que "da cuenta de la profundidad y diversidad de los enlaces existentes entre la inseguridad residencial y la salud" en forma de documental audiovisual que desde este martes está disponible en el canal de YouTube de la ONG.

Este trabajo sobre salud y ocupación residencial "sirve para constatar, mediante los testimonios de las personas entrevistadas, una realidad compleja a la vez que invisibilizada y estigmatizada. Una realidad que es consecuencia de situaciones sobrevenidas, por causas que no están siendo consideradas a la hora de poner solución, desde el ámbito político, a una realidad que afecta a personas y familias enteras y que se ven abocadas a salidas desesperadas", explican desde Provivienda.

Este es el caso de la ocupación, y de familias que solo son atendidas y rescatadas por el sistema de Servicios Sociales y el Tercer Sector una vez han agotado todas las vías de solucionar su situación, acudiendo o bien a redes familiares, a recursos temporales o a las entidades sociales. "Una especie de suerte que les salva en última instancia de quedarse en la calle, y cuyos efectos en la salud, a nivel físico, psicológico y social —soledad, aislamiento, y pérdida de arraigo social—, son devastadores", advierten.

A pesar de las evidencias del impacto en la salud de estas brechas en el sistema de protección social a personas en riesgo de exclusión socio-residencial, Provivienda "constata a través de la voz de expertos en la materia y de los propios afectados, las carencias en materia de políticas públicas que cubran esta brecha".

El objetivo de este estudio es "ponerle cara, voz y nombre a cada una de las consecuencias de no tener un techo, un hogar, ni una vivienda digna".

En Madrid, Provivienda analiza la relación entre ocupación residencial y salud en los distritos de Villaverde, Tetuán, Usera y Puente de Vallecas.

"La mayoría ocupamos por necesidad"

Joanna, una madre de 38 años residente en el barrio madrileño de Usera, es una de las voces que se recoge en este documental de dos partes de diez minutos cada una. "Tocan la puerta y me pongo nerviosa. El pelo se me está cayendo de los nervios. Los vecinos ahora no quiere que nos marchemos, porque han visto que no traemos problemas. No todos los que ocupamos somos unos desórdenes como sale en las noticias. La mayoría estamos por necesidad", dice desde el comedor de la casa en la que vive, con goteras y humedades que —asegura— han afectado a la salud de sus hijos pequeños.

"¿Qué era lo básico en la prehistoria? Una cueva, un fuego y comida. Pues entonces no hemos avanzado, porque hoy en día hay gente que no tiene casa, no tiene calor, ni comida", expone en la segunda parte del documental uno de los participantes en el Programa Habitatge de Inclusió de Cataluña.

Romualdo Ruiz Bustos, director de Servicios Sociales y Patrimonio de la Empresa Municipal de Vivienda y Suelo de Madrid expone que "el precio de la vivienda puede afectar a que otras prioridades —alimentación, medicinas, ocio, educación— se cuiden menos y se reducen. Las secuelas pueden ser estrés, ansiedad, tensiones y malas relaciones familiares... todas estas patologías que se somatizan dando lugar a otras cosas".

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