Responden, se ríen, discuten. Y vuelta a empezar. José Mercé y Tomatito son amigos, flamencos y sin pelos en la lengua. Ahora regresan a sus raíces para sacar un disco honesto con lo que son. Tan honesto que se llama De verdad.
¿Por qué regresar a los clásicos, al flamenco puro? Bulerías, seguiriyas, tarantos...
Tomatito (T.): Nunca nos fuimos.
José Mercé (J.): Hemos hecho otras cosas, pero hemos seguido en el flamenco. Él ha hecho jazz, yo he hecho pop, pero el eco siempre es flamenco.
T.: A los grandes músicos con los que he trabajado les interesa que yo sea flamenco, si no llamarían a otro. Pero esa es la virtud que tenemos los flamencos, que no perdemos la pureza. Por lo menos los que somos de verdad. Hemos tocado de todo y no se nos ha olvidado. El que se va tiene que estudiar todo esto otra vez.
¿Y qué significa regresar?
J.: Cuando hice Del amanecer abrí un poco el flamenco, luego Aire fue una revolución. Eso nos sirvió a nosotros y para que la gente joven entrara, esa gente joven que luego venían al camerino y me preguntaban por las soleás.
T.: Yo tengo mucho cuidado. Siempre hay un disco flamenco mío en medio. Grabé Sonata Suite, con la Orquesta de España, y Spain Again y luego tuve que hacer Soy flamenco. Una necesidad.
¿Como volver a Andalucía?
T.: Al flamenco más bien. Allí es donde hay más artistas flamencos porque la tierra lo da. Pero siempre hay excepciones como Pamplona con Sabicas. O Rafael Farina [Matinamor, Salamanca], que lo han cantado todos los flamencos.
J.: Don Ramón Montoya, de Aranjuez.
T.: Que es un guitarrista que tendremos que seguirle toda la vida, que inventó la rondeña.
Jerez de la Frontera y Lola Flores, las dos primeras canciones del disco. Vaya inspiraciones.
T.: Ya era hora, ya era hora de que se acordara de Jerez.
J.: Ese tema lo hizo Kiki Cortiñas, que es un maravilloso artista que vendrá con nosotros en la gira. Para mí fue una sorpresa grandiosa y maravillosa. Igual que el tema de Lola Flores, haciéndole ese homenaje. Nosotros estamos muy contentos y hemos disfrutado mucho con este disco, tanto Tomate como yo, que le hemos puesto el alma.
T.: Era algo fisiológico, de la vida, que ya tenía que ser, igual que comer o lo otro. Dilo tú, lo de por la noche y por las mañanas.
Quizá el flamenco sea saber rodearse, aliarse.
J.: Cada uno hemos tenido nuestras carreras en solitario, pero para mí es un honor grande haber trabajado con Tomate en esto.
T.: Yo lo que quiero es divertirme con él. Y pasarlo bien. Porque ya demasiados problemas da la vida.
J.: Tomate, estás hablando como si fueses muy mayor. Yo no sé para qué hablas así, como si lleváramos 40 años en esto, y llevamos dos días.
T.: Conclusión: que hay que divertirse.
Y luego, lo que venga.
T.: Mira, tanto a él como a mí nos gustan los jóvenes que están saliendo. Antes había entre los flamencólogos...
J.: ¿Flamencólogos o flamencólicos?
T.: Flamencólicos más bien, pero por respeto los llamo flamencólogos, que eran los que decían "este no vale nada, y este sí". ¿Y nosotros, que hemos nacido entre dos épocas?
J.: Y las hemos vivido, desde Manolo Caracol o Mairena hasta Camarón o Enrique Morente. Hemos tenido la suerte de vivir todo eso. El flamenco es abierto, fresco.
T.: Entre la última de Caracol a la primera de Camarón. Y éramos jóvenes. Siempre aprender, siempre. Con la juventud, que viene pegando estupendamente.
J..: Estamos encantados.
T.: ¿Por qué? Pues porque estamos lidiando con ellos.
J.: Y aprendemos mucho, tanto a la guitarra como en el cante.
T.: Salen pocos compositores que hagan cosas nuevas pero cuando lo inventaron decían que estaban locos en esa época.
Decían que el fandango no era un palo.
T.: Sí, decían que venía de la malagueña, como un revuelto de todo.
J.: Pero porque las malagueñas, todas, el única que las cambió fue Don Antonio Chacón, porque antes, con Juan Breve, eran cantes abandolaos. Lo para Chacón y a partir de ahí Enrique el Mellizo, con la música esa que escuchaba de gregorianos, llega y hace esas malagueñas que a mí me englorian.
T.: Pero viene todo de los mismo tercios, de las mismas tonalidades.
¿Qué es el flamenco en este siglo?
J.: Es una forma de vivir. Yo no sabría vivir de otra. Salí de Jerez con 13 años, me vine a Madrid y es lo que sé para la edad que tengo. Es una de las mayores culturas que tenemos en este país, es nuestra música, es Marca España, y los señores que mandan en esto, no el público, le hacen muy poquito caso. Lo llevo reivindicando mucho y voy a seguir: en este país no se le da el sitio que merece a la cultura flamenca.
¿El disco es una respuesta a eso?
J.: Por supuesto.
¿También al mestizaje?
T.: El flamenco es tan sabio que lo que vale se queda y lo que no, fuera. Hay que respetarlo. No está roto, no hay que arreglar nada, sino recrear, inventar. Como en su momento Camarón. El flamenco es rico y hay mucho por descubrir. En la juventud, por ejemplo. Tienen que coger toda la documentación que hay y aprendérsela. La casa se hace por los cimientos.
J.: No se empieza por el tejado. El mestizaje es maravilloso cuando es de verdad, cuando hay innovación, fusión. Y eso no es meter un instrumento que no sea la guitarra flamenca. ¿Dónde está la fusión ahí? Si se hace, se hace de verdad: fusionar una música con otra. Fusionarla, no infusionarla como si estuvieras haciendo una manzanilla.
Al flamenco se llega desde el respeto.
J.: Siempre.
T.. Por fe. Cuando en los chicos y las chicas jóvenes hay movimiento y a los que no son flamencos o no conocen el flamenco les llega, se hacen famosos pero eso no creo que se quede. No todo el mundo es La Niña de los Peines.
J.: Fíjate en quién ha mentado, la Niña de los Peines. Eso es lo más grande.
T.: No se rompen las cosas que no se pueden romper. No puede venir ahora una mujer a decir "yo he inventado esto" porque hago trá y porque hago esto. No, se juega y hasta lo que dure ha durado. Pero el flamenco es mucho más que eso. Embellécelo, si puedes.
Me refería a la llamada apropiación cultural que tanto se le ha criticado, por ejemplo, a Rosalía.
T.: Pero quién ha dicho que por ser de Cataluña no puede cantar flamenco, si Carmen Amaya era de Barcelona y era una de las mejores bailaoras de la historia. O el Poveda, ¿acaso canta malamente ese muchacho? Allí hay un flamenco maravilloso.
J.: Y una afición estupenda.
T.: Tiene la voz bonita. Y afina bien. A mí no me disgusta nada esa muchacha. Pero es que meterme ya en políticas, es absurdo. ¿Quién le va a recriminar nada que por ser de allí no va a poder cantar? ¡Pues claro que sí! Yo voy todos los años a tocar a Barcelona y el Palau se llena. Voy con mi melena, mi etnia y flamenco.
J.: ¿Etnia gitana o paya?
T.: Etnia de la espalda.
Tomatito, ha dicho que los guitarristas son los verdaderos sufridores del flamenco.
J.: Bueno, ya estamos.
T.: Porque somos los que sabemos más de flamenco. Sabemos cuando están desafinados, cuando se porrean rítmicamente, cuando no van a ningún lado. Yo le he tocado a cantaores de pena.
J.: Ahí te doy la razón.
T.: Los cantaores no saben tocar la guitarra. Los que tocan ahora cantan un poquito mejor, afinan bien.
J.: Pero un poquito.
T.: A los bailaores quién les acompaña.
J.: Han sido secundones toda la vida. Ahora es cuando se han espabilado.
T.: Menos mal. Gracias a Paco de Lucía me apuesto la guitarra a que ya, nosotros, los guitarristas, llevamos a los cantaores en el grupo.
J.: La poca vergüenza de esos cantaores. Que ahora los guitarristas llaman a los cantaores y tienen que acompañarlos ellos. Si levantara la cabeza Farina o mi tío Rafael...
¿Por qué el flamenco acepta un papel secundario?
T.: ¿Te crees que podemos vender cien mil copias con una granaína? Lo hacemos porque nos gusta y lo hacemos el flamenco a nuestra manera. Y queremos el cariño.
J.: La música de raíz nunca está de moda. Un día estamos aquí, otro allá, pero nunca de moda. No existe. Eso es para el pop, el rock...
T.: Ahora tenemos público porque el flamenco sí que llega a más gente. Tú estás diciendo una palabra, "moda", que yo recuerdo que he llevado los pantalones así [estilo campana] y mira ahora [pitillos].
J.: ¿Y qué tiene que ver eso?
T.: Tiene que ver mucho.
J.: Que no hombre, que no. Que no tiene nada que ver el vestir con la cultura.
T.: La palabra moda no debe de existir en la música.
J.: En el flamenco, ¡en la música de raíz, que nunca está de moda! Eso está más claro que el agua.
T.: Tanta gente que tiene que haber para todos...
J.: Pero shiquillo, la música de raíz no puede estar de moda porque seríamos como los demás. Somos unos pocos los que la podemos hacer.
T.: Eso tú no lo quieres. Entonces no hubieras hecho Aire.
J.: ¡¿Cómo?!
T.: Eso es moda.
J.: ¡Que no!... Pues muy bien, pues eso es moda, pero la seguiriya no es moda. La música de raíz no tiene moda.
T.: Pero tiene que haber gente en la moda, para convencer.
J.: Que no, hazme caso. Esas músicas no la puede hacer cualquiera más que los elegidos a los que han tocado con la varita y voy a dar conferencias donde me digáis. La música de raíz no tiene modas. Yo cuando hablo se mueven los cimientos.
T.: Tiene que haber moda siempre. Si George Benson, que grabó conmigo...
J.: ¿Quién?
T.: Tú no le conoces.
J.: ¿A quién no conozco yo?
T.: Al señor este.
J.: Bueno, pues ni me interesa.
T.: Qué buen guitarrista. Discípulo de West Montgomery, que fue un jazzista maravilloso.
J..: Entonces eso es música de raíz.
T.: Uno de los mejores. Y George Benson también de los mejores. Y empezó a cantar y a hacer temas... ¡y se puso de moda!
J.: Que no es moda eso, Tomate. Eso es renovarse o morir.
T.: Para ti la perra gorda.
¿Y por qué no le han puesto de título al disco De raíz y le han llamado De verdad?
T.: De raíz le voy a cortar la cabeza a este.
Acabamos con uno de los versos que cantáis: "¿Por qué cuesta tanto decir te quiero, si cada día lo necesitamos más?".
J.: Porque esta sociedad está cada día más deshumanizada. Esa es la palabra correcta. La gente de nuestra edad veíamos a una persona tirada en la calle y ya estábamos todos encima: hoy en día no te puedes acercar. O sea, esta época de gente joven, todo el día con los aparatitos y nos son capaces de decirle a la cara a la novia "quilla, que te quiero más que a nadie".
T.: Se lo dicen por el WhatsApp.
¿Y qué necesitamos que cada vez nos cueste más?
J.: Ser mejores personas, más conscientes y no ser tan envidiosos. Por la envidia vienen muchas cosas, vino hasta la Guerra Civil, fíjate si vienen cosas por la envidia.
T.: ¿Qué dices? Que eso luego va a salir.
J.: A mí me da igual. Eso lo pones que lo digo yo. Que estamos en el siglo XXI y cada uno tiene libertad de expresión.
T.: Yo no entiendo ni papa de lo que estás diciendo. ¿Envidia a quién?
J.: Shiquillo, de unos a otros.
T.: Anda, anda.
J.: Bueno, que la música de raíz no tiene modas.
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