Boris Izaguirre novela a Rosalinda Foz, un personaje real que inspiró a María Dueñas

  • Izaguirre presenta 'Un jardín al norte', con una mujer "inimitable" que también inspiró a María Dueñas para escribir 'El tiempo entre costuras'.
  • La novela está escrita en primera persona, y trata sobre el espionaje y la importancia de las apariencias.
  • Fox "tiene muchas razones para elaborar ese discurso sobre las apariencias, ya que ella misma tiene una apariencia bastante extraordinaria".
El presentador de televisión y escritor Boris Izaguirre
El presentador de televisión y escritor Boris Izaguirre
EFE/José Méndez
El presentador de televisión y escritor Boris Izaguirre

El escritor, guionista y presentador de televisión Boris Izaguirre presenta en Sevilla Un jardín al norte (Editorial Planeta), su novela sobre los primeros 30 años de Rosalinda Fox, el personaje real que inspiró a María Dueñas para escribir El tiempo entre costuras, y alguien a quien el autor considera "inimitable".

"Me llamó mucho la atención que gustaba sobre todo a las mujeres, porque las mujeres intuyeron en ella una especie de héroe, una persona que encarna un sentido de valentía, de riesgo, de arrojo, pero siempre siendo mujer, y esto es lo que activó en mí el deseo de seguir adelante", explica Izaguirre sobre Rosalinda Fox, y precisa que "su deseo no era escribir una biografía sino una novela", para que "precisamente fuera también más héroe".

Escrita en primera persona, una decisión que el autor cree "muy hábil", esta historia se lee con el aliento de las novelas de aventuras, la emoción de los relatos de amor y la intriga de los thrillers de espionaje internacional. "Me interesaba que le diera más veracidad a la ficción, y al mismo tiempo que tuviera ese ímpetu con el que Rosalinda Fox vivió sus primeros 30 años", en el que "su vida parecía una galopar incesante". "Contarlo en primera persona le daba esa velocidad", apostilla.

De este modo, Un jardín la norte se puede definir, a juicio del autor, como una novela "sobre un espíritu y una forma de decidir tu vida continuamente", al tiempo que "te atrapa inmediatamente", ya que lleva al lector a una serie "de escenarios extraordinarios y te hace un repaso sobre una parte de la historia del siglo XX muy personal, valiente y arriesgado", asegura.

Cuestionado sobre la importancia de las apariencias, muy presentes en esta novela, el escritor señala que "son muy importantes para un espía, sobre todo para una espía mujer", porque las apariencias "sirven para ocultar tus verdaderas intenciones o tu verdad, y en ese sentido es una manera más de incitar al lector a seguir leyendo".

Además, Rosalinda Fox "tiene muchas razones para elaborar ese discurso sobre las apariencias, ya que ella misma tiene una apariencia bastante extraordinaria y bastante obvia para una espía; es pelirroja, es la persona más evidente en cualquier salón, y es la que más necesita no ser evidente. Precisamente esa contradicción es lo que le fascina y por eso dedica tanto tiempo a comentar y observar las apariencias".

"Los espías interesan porque pueden entrar y salir de varias vidas"

Sobre la fascinación que en la actualidad provoca en los lectores ese mundo de espías en la guerra, Izaguirre considera que "atribuimos a los espías la capacidad de vivir distintas vidas dentro de una misma vida, que en el fondo es lo que todos queremos", puesto que "estamos aburridos de nuestra propia vida porque no siempre es como uno quiere; pero los espías pueden entrar y salir de varias vidas y eso es lo que los hace tan interesantes", asegura.

Pero, añade el autor, "me gusta mucho que esta novela tenga tantos ingredientes, porque es una novela de espías, de aventuras, histórica y también una historia de amor", la de la protagonista con el político y militar español Juan Luis Beigbeder. Además, para Boris Izaguirre, Rosalinda Fox "es inimitable", aunque confiesa, "me gusta pensar que la verdadera Rosalinda Fox se hubiera sentido muy bien y cómoda admirando a una persona como Margaret Thatcher".

Esta es su undécima novela, pero sin embargo afirma "no sentirse novelista". En este sentido, reconoce que no podría haber escrito Un jardín al norte sin haber adquirido cierto oficio en sus anteriores novelas, y por eso asegura: "siempre pienso que es mi mejor novela, porque es la que más oficio tiene".

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