La belleza, como la felicidad, es algo tan sencillo de percibir como difícil de explicar. A lo largo de los siglos, todas las sociedades la han querido recrear con las herramientas a su alcance. La exposición La belleza, una búsqueda sin fin busca ofrecer una perspectiva y una reflexión a este concepto renuente a los límites desde una perspectiva multidisciplinar: social, cultural, tecnológica y científica.

A través de 150 piezas, de orígenes tan diversos como el Museo de Historia de la Peluquería de Raffel Pagés, los yacimientos arqueológicos burgaleses o de la compañía cosmética L`Oreal, esta exposición temporal —que estará en el Museo de la Evolución Humana (MEH) de Burgos hasta el 12 de enero de 2014— reflexiona sobre "el significado de la belleza para el ser humano a lo largo de la historia", en palabras de Quionia Herrero, comisaria de la muestra.

A través de seis áreas —desde la belleza que crea la naturaleza a través de patrones como la proporción áurea, la fascinación que despierta en el ser humano y sus distintas recreaciones, sus relaciones con el poder, los medios de comunicación y la tecnología— la muestra recoje un amalgama heterogéneo de piezas que van desde un bifaz creado por el Homo ergaster, un brazalete de oro de la edad de Bronce encontrado en la Sierra de Atapuerca o el célebre frasco de colonia creado para que Napoleón pudiera llevarlo en su bota, hasta un kit de piel humana reconstruida.

"La belleza es una creación cultural y existen tantos conceptos e ideales de belleza como culturas", asegura Herrera y sus palabras parecen explicar la heterogenidad de la muestra, que busca alejar la banalidad de esta búsqueda infinita de la belleza. "Los cánones no son unilineales", aseguraba en la inauguración de la exposición el arqueólogo Eudald Carbonell, "los cánones se producen y conviven a la vez".

Naturaleza. Simetría, proporción, equilibrio... La naturaleza contiene unos patrones constructivos básicos que se reproducen a distintas escalas. Buena prueba de ello, es el molusco nautilus cuya concha, como se puede observar en la muestra, es una espiral perfecta basada en el número áureo.

Más allá. Aunque algunos consideren la cosmética como algo banal, el término proviene del término cosmos griego, que significaba orden. "Las civilizaciones antiguas consideraban que los cosméticos eran una forma de comunicación entre el mundo terrenal y el celeste", explica Quionia Herrero.

Poder. "Las élites siempre han tratado de apoderarse de la belleza y convertirla en un signo de distinción y jerarquía dentro de la escala social. Muchas veces, censurando las estéticas que se distanciaban de las que ellas imponían", explica la comisaria de la muestra. En la muestra, dos maniquíes con trajes de las ricas y barrocas cortes europeas de los siglos XVII y XVIII y un gris traje de hombre de negocios capitalista del siglo XIX son prueba de algunas estéticas del poder.

Ciencia. La aspiración humana por alcanzar la inmortalidad y la eterna juventud ha puesto a la belleza en el foco de las investigación médica y tecnológica: los injertos de pelo, las reconstrución de piel o la aplicación tecnología robótica al cuerpo, son buenos ejemplos de ello.

La belleza de los colores del pavo real le sirvió a Charles Darwin, padre de la teoría de la evolución, para refinar su teoría. En su opinión, los llamativos colores de estos animales atraían a los depredadores desafiando a su teoría de la selección natural. Esa reflexión le llevó a escribir un capítulo sobre la "selección sexual": algunas especies priorizaban la conquista de las hembras de su especie a la propia supervivencia.