¿Un ictus es una trombosis, un infarto cerebral, una apoplejía, un derrame cerebral…? Son muchos los términos existentes en torno al ictus y que confunden a la población general. En realidad, un ictus, que es un término médico, se refiere a todo accidente cerebro vascular repentino que implica la interrupción del flujo sanguíneo en el cerebro. La causa más común (el 85% de los casos), es la oclusión arterial (generalmente un trombo), lo que provocaría un ictus isquémico. En estos casos hablaríamos de una trombosis, un infarto cerebral… El resto son ictus hemorrágicos (derrame cerebral), que se produce por la rotura de un vaso sanguíneo, y suelen estar causados por aneurismas.
Aunque es cierto que la mayoría de los ictus ocurren en personas de más de 65 años -el 5% de las personas de esta edad ha tenido uno-, el ictus puede producirse en cualquier momento de la vida, ya sea por factores congénitos o de estilo de vida. De hecho, cada vez es más frecuente entre los jóvenes. En los últimos 20 años ha aumentado un 25% el número de casos de ictus entre las personas de 20 a 64 años, y el 0,5% de los casos se da en menores de 20 años.
Getty Images/iStockphotoEs muy poco habitual, pero puede ocurrir, y suelen ser casos más graves, pues la sociedad no es consciente y se actúa más tarde, por lo que provocan secuelas más graves. Como nos explicó Ana Herrero, Presidenta de la Comisión de Neurología del Colegio de Fisioterapeutas de Madrid, "el pronóstico en general es malo porque nadie se imagina que a su hijo le vaya a dar un ictus y no acude al hospital de inmediato".
CedidaUn mito muy extendido es que los ictus llegan sin que podamos hacer nada por evitarlo, y en la inmensa mayoría de las ocasiones no es así. Como alerta la SEN, hasta el 90% de los casos se pueden prevenir con un estilo de vida saludable y evitando exponerse a factores de riesgo, como hipertensión arterial, diabetes, hipercolesterolemia, tabaquismo, obesidad, vida sedentaria o consumo excesivo de alcohol, entre otros.
Los síntomas más llamativos de los ictus -perdida de visión repentina, debilidad muscular en un lado del cuerpo, problemas para hablar, pérdida de conciencia, fuerte dolor de cabeza…- se dan cuando el ictus ya ha empezado, pero según un estudio, en alrededor del 15% de los casos se da una 'cefalea centinela' en la semana previa al accidente cerebrovascular, cefaleas distintas a las que se tienen habitualmente.
Getty ImagesAunque es cierto que la mayoría de casos de ictus se relacionan con el estilo de vida y son prevenibles, hay unas personas que, por causas genéticas o hereditarias, tienen una mayor predisposición a padecerlos, como las personas que ya han tenido uno, que tienen antecedentes familiares o las mujeres, que también son más propensas.
El ictus es una de las principales causas de discapacidad en adultos, pero eso no significa que siempre dejen secuelas que supongan una limitación de la capacidad funcional. De hecho, a largo plazo, y tras un periodo de rehabilitación, la mitad de los pacientes no quedan con secuelas significativas. Además, gracias a los códigos ictus y a que cada vez se actúa con más rapidez, el porcentaje de personas con discapacidad se va reduciendo.
El ictus puede dejar tres tipos de secuelas: motoras, cognitivas (falta de atención, problemas de conducta, afasia, discapacidad intelectual...) o neurológicas (epilepsia). Estas secuelas pueden darse o no, y darse unas y no otras, por ello, aunque son habituales, una persona tras un ictus puede no tener ninguna secuela a nivel cognitivo. Lo que sí es cierto es que las secuelas a nivel cognitivo son las más invisibles.
STOCKDEVILEs cierto que para aprovechar al máximo la plasticidad cerebral, hay que empezar la rehabilitación cuanto antes, idealmente, los primeros seis meses tras el ictus. Sin embargo, más allá de esos seis meses -hasta los dos años- todavía se pueden recuperar funciones, incluso, aunque a menor ritmo, se pueden seguir recuperando durante toda la vida si se sigue trabajando para ello.
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Cuando una persona tiene un ictus, las secuelas son muy evidentes, pero, con rehabilitación, todas mejoran. La rehabilitación suelen ser larga, lenta y, a veces tediosa, pero en muchos casos pueden recuperarse todas las funciones perdidas gracias a la plasticidad cerebral. Y si no todas, reducir mucho las secuelas. Centros como el CEADAC tienen precisamente a este objetivo.
Ante la posibilidad de estar padeciendo un ictus, hay que llamar siempre al 112. Los signos son: dificultad para hablar, debilidad de un brazo -intentar levantarlo y no poder hacerlo- pérdida repentina de visión en uno o los dos ojos, pérdida de equilibrio, dolor repentino y fuerte de cabeza, tener la boca torcida… En ningún caso hay que intentar llevar a la persona al hospital, sino que hay que llamar al 112 para que se active el código ictus. Cuanto antes de actúe, menos secuelas tendrá el paciente porque, como suele decirse, el tiempo es cerebro.