Un rebaño de cabras corría solo por la calle cuando un grupo de hombres se percataron de que varias caminaban atadas entre sí por el cuello. Al parecer, los collares de cuatro de ellas se habían enganchado, ocasionando que una se ahogara y fuera arrastrada por el resto.
Uno de los hombres se acercó corriendo a este grupo y desató a los animales para que pudieran correr libres. Pero, lejos de rendirse y abandonar el cuerpo de la cabra muerta, la tumbó en el suelo y procedió a hacerle la reanimación cardiopulmonar.
El hombre, que parece ser un pastor, le hizo el boca a boca al animal, aunque en realidad fue un boca a nariz. Le insufló aire repetidas veces a través de los orificios del hocico y, en el momento que le realizó el masaje cardíaco, la cabra revivió con un ensordecedor balido.
Después, este veterinario improvisado la puso en pie y la cabra corrió algo desorientada pero con una segunda oportunidad para vivir.
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