La heráldica, disciplina que estudia los escudos de armas, tiene sus raíces en la Edad Media, entre los siglos XI y XIII. En un contexto de sociedades beligerantes, los caballeros adoptaron símbolos en sus escudos para distinguirse en la guerra y las justas. Estos blasones se heredaron en el mismo linaje, adornando diversas manifestaciones culturales, desde armas y armaduras hasta joyas y sellos.
El blasón, símbolo de distinción, se convirtió en un elemento clave en la cultura visual de la época. Ostentar un escudo propio se asociaba al éxito social, otorgando prestigio y legitimando el poder conseguido, y cada elemento simbólico en un escudo heráldico, como campos, figuras, esmaltes, timbres y ornamentos, estaba codificado y evocaba gestas históricas o hacía referencia al apellido del linaje.
Las copias manuscritas y archivos nobiliarios
El Archivo Histórico de la Nobleza alberga fuentes valiosas para el estudio de la heráldica. Entre ellas se encuentran concesiones de escudos de armas, certificados de reyes de armas, ejecutorias de hidalguía, fundaciones de mayorazgos y concesiones de títulos nobiliarios. Reyes de armas como Diego de Urbina y José Pellicer y Tovar dejaron informes iluminados que proporcionan una visión detallada de linajes y armas.
Estos archivos nobiliarios no solo conservan documentos, sino también copias manuscritas de obras sobre heráldica, nobiliaria y genealogía, destacando los armoriales como fuentes heráldicas por excelencia. Así, la heráldica se erige como un testimonio visual y simbólico de la historia y la identidad de los linajes nobles en España.
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