La Egipto de Mohamed Salah está prácticamente eliminada de la Copa del Mundo, después de haber caído en sus dos primeros encuentros; 1-0 frente a Uruguay en el debut de los de Cúper en el torneo, y 3-1 frente a Rusia, en un duelo en el que la anfitriona ha sido muy superior. Un simple empate de Uruguay frente a Arabia Saudita pondría a los foraones en un avión de vuelta a casa.

Sin duda la ausencia de Salah en el primer encuentro condicionó la capacidad ofensiva de Egipto, que perdía a su gran estrella. El pasado 26 de mayo, en Kiev, Mohamed Salah llegó a soñar con pelear incluso el Balón de Oro. El máximo goleador de la Premier League estaba a un sólo paso de levantar la Liga de Campeones, pero una lesión en aquel fatídico lance con Sergio Ramos le obligó a dejar el césped, siendo aquella la primera de las dos grandes decepciones que ha vivido en el último mes.

A la decepción de perder la final de la Champions sin poder estar en el césped se ha unido una preparación inesperada para Rusia 2018. La lesión en el hombro le ha impedido estar al 100%, hasta el punto de no poder disputar ni un sólo minuto ante Uruguay, y jugando ante Rusia con la sensación de que la dolencia no estaba  totalmente sanada.

Es totalmente cierto que en la segunda jornada, Salah fue el jugador egipcio más destacado sobre el terreno de juego. A pesar de que Rusia estuvo francamente bien cerrando los espacios en campo propio y no permitiendo que el jugador red se girase, él fue quien más sensación dio de peligro, e incluso puso el 3-1 definitivo tras transfromar un penalti cometido por él mismo. Insuficiente para evitar la debacle de Egipto en el Mundial, que necesita un milagro para continuar, y que certifica que después de una temporada de ensueño, el puente aéreo entre Ucrania y Rusa ha significado una absoluta pesadilla para el crack africano.