Novak Djokovic logró este miércoles una victoria agridulce ante Hubert Hurkacz en su último partido de la fase de grupos del Torneo de Maestros (7-6/4-6/6-1). El serbio colocó su segundo punto al casillero, fundamental para no caer eliminado, pero lo hizo con la pérdida de un set que puede significar su eliminación. Ahora depende de lo que ocurra en el último duelo del Grupo Verde, el Holger Rune - Jannik Sinner (21.00 horas) que determinará el orden final de la clasificación.
La tarde comenzó poco plácida para el N.º1 mundial desde los primeros puntos. El motivo, la declaración de intenciones de Hubert Hurckaz, jugador sin opciones de clasificación que le anunció desde los primeros intercambios que iba a por el partido.
El suplente del lesionado Tsitsipas planteo un partido serio construido sobre la solidez de su servicio. Así, a 'saquetazo limpio' lideró el marcador hasta el tie-break. Eso sí, más allá de los diez aces firmados en sus primeros cinco turnos de saque, el polaco también demostró su habilidad camaleónica para hacerse a la resbaladiza superficie en los peloteos.
Djokovic, por su parte, hizo lo que mejor sabe hacer: jugar al 'tenis control' y esperar al momento idóneo para asestar el golpe. Se mostró ofensivo con los saques abiertos y supo apretar los dientes cuando sus golpes empezaban a perder potencia en los largos peloteos. Su fortaleza estaba en su mente más que en los golpes, y así lo demostró haciendo caso omiso a las indicaciones contradictorias que le llegaban desde su 'box'.
El balcánico llegó al tie break mostrando cierta sensación de inferioridad, o eso hizo creer a todo el que aceptó caer en su habitual trampa, y Hurkacz cayó en la argucia. Totalmente amarrado por el miedo, el polaco no acertó más que en un solo punto de una muerte súbita en la que de nuevo se impusieron los galones del más grande con un rotundo 7-1.
El titubeante final del primer set y el similar inicio del segundo parecían confirmar el guion habitual: 'Djokovic sufre pero vuelve a triturar a la next gen'. Pero entonces llegó la sorpresa. Hurkacz cambió el chip para empezar a jugar a pecho descubierto... y la estrategia dio resultados.
El polaco apretó el mango y su raqueta dejó de temblar. Volvió el tiroteo desde la línea de fondo y esos ángulos de derecha empaquetados con su característico giro de muñeca imperceptibles para Nole. Solo fallaba en revés, pero Djokovic no exprimió ese defecto porque de pronto se encontró con un break en contra en blanco confirmado con doble falta (2-3).
Djokovic pagó muy caro esa extraña desconexión. Intentó volver a engancharse, casi lo logra en el siguiente turno de resto, pero el saque de Hurkaz volvió a tornarse incontestable y así fue hasta el final del set.
No hay nada peor que cabrear a Nole. Quedó demostrado en el tercer set, manga a la que Djokovic ya llegó sin opciones de sellar el pase a semifinales con sus propias manos. El serbio perdió el control de la clasificación, y esa rabia la canalizó en un torrente de tenis imparable. A la vez llegó la desconexión total del polaco y con ello el fin de la historia, pues tras el break en el 3-1 de Djokovic el duelo se convirtió en un mero trámite.
Cayó derrotado, sí, pero se fue ovacionado de la pista. Hurkacz logró forzar el tercero y eso fue suficiente para la grada italiana deseosa de ver buen tenis y la eliminación matemática del serbio en el partido entre Holger Rune y Jannik Sinner de esta noche. Al italiano le sale más a cuenta la derrota ante Rune que la victoria, pues conseguiría el pase y la eliminación del mejor jugador del mundo de una tacada. La posibilidad de un "pacto" entre el danés y el italiano es un clamor en Turín... El tenis hablará esta noche.
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