París 2024: unos Juegos Olímpicos sin alcohol en los estadios... salvo para los 'VIPs'

  • La ley Evin francesa prohíbe el consumo de bebidas espirituosas en recintos deportivos salvo en zonas VIP habilitadas que no estarán disponibles en los JJOO.
Aficionados con cerveza en un estadio.
Aficionados con cerveza en un estadio.
Mondadori Portfolio
Aficionados con cerveza en un estadio.

El Comité Olímpico Internacional ha confirmado esta semana que la venta de alcohol no estará permitida en los recintos deportivos de los Juegos Olímpicos de París 2024, según ha informado AFP, en la que será la segunda edición consecutiva libre de alcohol en las gradas de las decenas de eventos deportivos que acoge.

«En aplicación de la ley Evin, la venta de alcohol estará prohibida para el gran público en los estadios durante los Juegos de París 2024», ha explicado el comité este martes, puntualizando aun así que el consumo de bebidas espirituosas sí estará permitido en las zonas VIP de los estadios.

Así lo especifica la ley Evin de 1991, vigente desde hace más de 32 años que prohíbe la venta, distribución e introducción de bebidas alcohólicas en establecimientos deportivos y de actividad física en Francia salvo contadas excepciones, como las mencionadas zonas VIP donde estará permitido si hay una oferta de restauración que lo justifique.

Esa distinción viene propiciando desde hace años un sistema con dos niveles en cada evento deportivo organizado en Francia con capacidad para espacios VIP, distinguiendo entre zonas sin consumo y otras con consumo. Aun así, la legislación permite a los organizadores solicitar hasta diez derogaciones por año y comuna, permitiendo excepciones. 

Sin embargo, en París 2024 no se podrá optar a esta derogación porque el evento contará con "más de 700 sesiones de competición en 15 días", ha precisado el comité de organización, lo que hace inviable organizarse. De este modo, no habrá posibilidades de cambio y no se podrá beber alcohol en las gradas de los JJOO de París, a diferencia de Londres 2012 o Río 2016. En Tokio 2020 nadie pudo, pero se debió a las restricciones por la pandemia, en circunstancias completamente extraordinarias.

Los únicos que podrán, por tanto, beber lo que deseen mientras disfrutan del mejor deporte del mundo, serán aquellos afortunados que accedan a las zonas reservadas de cada sede olímpica, y que cuenten con esa categoría de invitado o espectador destacado y especial. Cuestión de clases o simplemente de dinero, una medida elitista que condena al aficionado de a pie, y que contraviene el propio espíritu de la competición, plural y abierta a todo el mundo.

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