La hazaña de Alonso en Canadá: así fue la clasificación que le permite soñar con ganar

Fernando Alonso, en el GP de Canadá
Fernando Alonso, en el GP de Canadá
EFE
Fernando Alonso, en el GP de Canadá

Gane o no gane el Gran Premio de Canadá (es más probable lo segundo que lo primero), Fernando Alonso no olvidará nunca este fin de semana. A poco más de un mes de cumplir 41 años, dio una lección de lo que en el argot automovilístico se llaman 'manos'.

El Gilles Villeneuve es un circuito muy complicado ya en seco, por lo que rodar con la pista mojada o directamente con lluvia supone un riesgo extra para todos. En estas condiciones, lo fácil (y casi lo lógico) es acabar fallando, bien contra el muro como le pasó a Sergio 'Benzema' Pérez, bien en términos de prestaciones: hay pilotos que, sencillamente, no dan la talla y se ven obligados a aflojar.

No es el caso de Alonso. Desde el primer momento del sábado, cuando fue el más rápido de los últimos libres, dejó claro que en el agua se mueve como un delfín y no precisamente por el temible marsopeo que tantos problemas está dando. Alonso fue segundo en las tres tandas de la clasificación, que se disputaron en condiciones muy dispares.

Alonso tira de cabeza

La Q1 fue con la pista totalmente anegada. Rodar con neumáticos de lluvia extrema era algo obligado, pese a que poco a poco se fue haciendo carril. Ya en los últimos instantes parecía factible salir con intermedios, pero no fue hasta la Q2 cuando lo hicieron. Alonso salió a rodar de los primeros, consciente de que necesitaba un tiempo óptimo en caso de una eventual bandera roja o que arreciase la lluvia. La experiencia es un grado.

'Checo' Pérez (en este caso, 'Choco') la provocó y la sesión se paró... lo que provocó que la pista se secara un poco más. El pequeño carril que habían creado se ensanchó y ya era un camino razonablemente ancho en muchas partes del circuito, hasta el punto de que se planteó la idea de salir con los neumáticos de seco en la Q3. Un órdago para el que había que llevar buenas cartas... y no fue el caso. George Russell se tiró un triple con neumáticos blandos de seco y acabó en la hierba. Un 10 a la valentía, un 0 a la templanza.

Alonso volvió a tirar de cabeza, porque a estrategias pocos le ganan, y se quedó en boxes justo hasta el final. En cuanto Russell se salió, supo que había acertado. Solo tuvo que hacer el más difícil todavía: lograr su mejor vuelta del fin de semana.

La vuelta definitiva de Alonso en la Q3: así clasificó 2º

Max Verstappen y Carlos Sainz ya habían hecho sus vueltas, cuando Alonso estaba llegando a meta. Venía con un tiempo ligeramente inferior al del neerlandés, por lo que su pelea no iba a ser por la pole. Solo tenía que no fallar, porque la mejoría de la pista había hecho que muchos hubieran pasado su primer intento.

Última chicane, y mirada a la pared de la derecha, el muro de los campeones. Alonso dio gas y, como había hecho en las vueltas anteriores, cruzada de su Alpine. Un golpe de acelerador certero, un giro de volante al grado exacto y directo a la meta para lograr su mejor resultado en una clasificación desde hace 10 años.

Como él mismo dijo en 2013, hace ya nueve años, solo teme a la lluvia quien no quiere mojarse.

No es una amenaza, sino una promesa

Un vitoreado Fernando Alonso habló muy claro cuando su excompañero (compartieron unas pocas carreras en Renault) el ínclito Jacques Villeneuve le preguntó sobre su estrategia para la carrera: la idea es tan sencilla de decir como difícil de ejecutar.

"Atacaré a Max en la primera curva", prometió Alonso. "Llevo diciéndole a Verstappen que le voy a atacar pronto 20 minutos, a ver si se pone nervioso, pero no creo", admitió. 

Más calmado, colocó el listón de su objetivo mucho más abajo, en la quinta o sexta posición. En seco, tendrá más difícil pelearle la victoria o incluso el podio a Verstappen, Sainz o los presumiblemente rápidos Mercedes. Pero, como señalaban en aquel libro, para el héroe, lo bello es lo difícil.

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