El legado de Pau Gasol y el relevo generacional del infinito baloncesto español

<p>Pau Gasol, eufórico tras ganar a Francia en el Eurobasket. </p>
Pau Gasol, eufórico tras ganar a Francia en el Eurobasket.
EFE
<p>Pau Gasol, eufórico tras ganar a Francia en el Eurobasket. </p>

En 2021 se cerró un ciclo en el baloncesto español. La retirada de Pau Gasol significó la extinción de los Juniors de Oro que ganaron el Mundial de su categoría en 1999 y elevaron a la Selección absoluta hasta el Olimpo internacional con el paso de los años. El fin de una era y el comienzo de un relevo generacional que se está produciendo paulatinamente.

La derrota de España ante Estados Unidos que dejaba a los de Sergio Scariolo fuera de la lucha por las medallas de los Juegos Olímpicos de Tokio marcó un antes y después. Tras la eliminación, los hermanos Gasol anunciaron de forma oficial que se retiraban de la selección. Meses más tarde, Marc haría un alto (¿definitivo?) en su carrera NBA para regresar a España y jugar en la Liga LEB con el Bàsquet Girona del que es presidente y Pau colgaría las botas definitivamente.

El legado de los Gasol en la selección y de Pau en particular en el baloncesto en general es impresionante. Ambos fueron parte activa de múltiples medallas y títulos con una selección española cuyo último gran hito fue el Mundial de 2019, con Ricky Rubio en plan estelar y MVP, tomando galones. Las dudas ahora vienen con la reciente lesión del base de El Masnou y si este percance significará también su adiós al combinado nacional.

Es momento de que los Garuba, Abalde, Aldama, Alocén y Hernangómez no hagan olvidar a los Raúl López, Navarro, Felipe Reyes y Gasol, pero sí que tomen el testigo. Un testigo con un peso histórico y una responsabilidad, pero al mismo tiempo entregado mediante una transición de lo más pulcra. Era algo que se veía venir, que tenía que pasar y que se ayudó a que sucediese de forma natural y sin un corte brusco. Ha sido como cuando un conductor reduce de marchas a medida que se acerca a un semáforo, de forma paulatina, y acelera de nuevo cuando al llegar al mismo se pone el verde de nuevo sin necesidad de parar por completo. Ahora es momento de volver a tomar velocidad.

Al anunciar su adiós definitivo del baloncesto, Pau Gasol dijo “mi carrera ha sobrepasado todos mis sueños”. Los nuestros también. Los aficionados al baloncesto, los de la época pre-Pau y los que hemos crecido con él, hemos soñado contigo. Sí, hemos. Porque Pau nos puso en pie a todos en la Copa del Rey que significó su explosión como jugador, nos llevó de viaje a Memphis con él, nos emocionó con sus anillos en los Lakers, nos hizo gritar con él en ese partidazo contra Francia y nos llevó a empatizar al final de su trayectoria marcado por las lesiones y nos ilusionó con su último baile al regresar al FC Barcelona.

La generación post-Pau sabrá de todos esos sueños porque los oirán hablar de ellos hasta la saciedad, al tiempo que dejan que los ‘chavales’ les creen los suyos propios. El baloncesto español es una fuente inagotable de talento y lo demuestra cada año. Los que vienen por detrás nunca serán como los que se fueron, y esa es la gracia. Crearán su propia identidad y harán a los fans partícipes de ella, al igual que los Juniors de Oro recibieron la herencia de sus antecesores y abrieron paso a sus predecesores. Así será siempre. Cambiará el estilo (como lo hará el deporte en sí mismo) y cambiarán los nombres propios, pero el baloncesto español es infinito. Gracias, Pau y compañía. Bienvenidos, ‘chavales’. ¡Os toca!

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