Lewis Hamilton ya es un referente en el automovilismo, pero desde hace años quiere trascender más allá del deporte. No le vale con ser el piloto con más victorias en Fórmula 1 (en Rusia consiguió la 100ª de su carrera deportiva), más poles o más títulos mundiales (empatado, de momento, con Michael Schumacher), sino que quiere convertirse en un modelo a imitar.

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Desde que dejó McLaren para irse a Mercedes en 2013 y, con ello, confirmar su camino a convertirse en leyenda, poco a poco ha ido fomentando un estilo propio, un sello muy personal que se ve desde en sus incursiones en la música como XNDA, pasando por sus proyectos para fomentar la igualdad racial y la inclusión, aunque eso no le impida competir en países como Turquía, Arabia Saudí, Catar o China donde el respeto a los derechos humanos no está entre sus grandes virtudes.

Es esta contradicción lo que sitúa a Hamilton en el foco de las críticas, algo que a él no le preocupa demasiado, y siempre que puede, manda un mensaje en sus redes sociales e incluso en su aspecto. Prueba de ello son las comentadas vestimentas que luce cada jueves al llegar a cada circuito. 

La aparición del heptacampeón en el paddock suscita cada vez más interés (más allá de su peso específico en el campeonato) para los fotógrafos por los looks que muestra. Un día puede aparecer totalmente vestido de naranja, otro con un vistoso abrigo de plumas blancas o, como hizo en Turquía, con una falda con estampado azul y negro a juego con una chaqueta de punto.

Los críticos con Hamilton le acusan de querer llamar la atención muy por encima de lo necesario. Sus fans, todo lo contrario: les encanta ver cómo lleva más allá el concepto de moda. Él, sin embargo, explica que es por un motivo más elevado.

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"Cualquiera puede llevar lo que quiera. Habrá gente que no lo entienda, pero no pasa nada. Esperemos que con el tiempo pasen por la fase de abrir su mente y dejen que la gente sea quien quiera ser", señaló en la sala de prensa del Istambul Park, donde se celebra este fin de semana el GP de Turquía para el que él será penalizado con diez posiciones. No por la ropa, sino por sustituir el motor de combustión de su Mercedes W12.

Hamilton planifica muy bien lo que se pone. Esa llamada de atención en su ropa es para fomentar la inclusión de género, hasta el punto de que ya ha llamado la atención de marcas como Tommy Hilfiger (de la que es embajador) y ha realizado numerosas campañas. "Hace un par de años hice una sesión de fotos para GQ con una falda escocesa, una que hicimos especialmente con Tommy Hilfiger, que también era de género neutro", recordó.

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No es casual que Lewis Hamilton fuese uno de los invitados a la Met Gala de Nueva York o en la Semana de la Moda de París. Este tipo de eventos son una vía de escape para él, ya que la Fórmula 1 es muy cuadriculada y limitada para expresarse. 

"Es un mundo muy diferente, naturalmente, al de la F1, que obviamente no se centra en eso y es muy corporativa. No hay moda, en realidad, en la F1. Siempre pensé que era un lugar en el que no era fácil ser uno mismo. Y cuando voy a un desfile de moda, estoy rodeado de gente de todos los ámbitos de la vida, expresándose de diferentes maneras. Me encanta ese entorno en el que puedo expresarme. Ahora lo hago en el circuito. Y me siento libre de poder hacerlo", contó ante los medios.

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