La sinfonía de España suena muy bien, pero aún hay cosas por afinar para el futuro

Luis Enrique agradece el apoyo de la afición tras el Italia - España
Luis Enrique agradece el apoyo de la afición tras el Italia - España
EFE
Luis Enrique agradece el apoyo de la afición tras el Italia - España

La canción de esta semifinal suena a gran oportunidad perdida y a una pena grande. Muy grande. España lo hizo casi todo bien, volvió a maravillar por momentos por su lectura táctica, por la genial apuesta por Dani Olmo entre líneas, generando superioridad en el centro del campo y, aunque más vistosa que profunda, nadie había conseguido someter a la Italia de Mancini como lo hizo nuestra Selección. Sólo en la tanda, maldita tanda de penaltis, la España de Luis Enrique, sucumbió.

Si se analiza desde el resultado y, sobre todo, desde las expectativas, estar entre los cuatro mejores de la Eurocopa se puede considerar un sueño hecho realidad; si se hace el ejercicio desde la mirada futbolística, España ha tenido la fuerza del grupo, por encima de la fuerza de su juego hasta este partido frente a Italia y si lo hacemos con el corazón y cerramos los ojos, esta España de autor (Luis Enrique) podemos y debemos creer y soñar en un futuro exitoso. Soñando paradójicamente, el día que nos mandaron para casa. Así de caprichoso es el fútbol.

Una victoria en cinco partidos no debería ser motivo para sacar pecho. Los que gustan de ver el vaso medio lleno tienen un carro de argumentos, pero tan válidos como los que lo han visto medio vacío desde el principio. Bueno incluso desde que conocieron la lista de los 23 convocados. El resultado suele explicar solo una parte del camino y no siempre el verdadero, pero la historia no solo entiende de palmarés.

Para los nostálgicos y soñadores del fútbol excelente con magníficos jugadores, la ‘Brasil del 82’ pasó a la historia como una selección de época por su manera de jugar, a pesar de que Italia la apeó de aquel Mundial desde un estilo totalmente contrapuesto. Esta Italia de Mancini es orgullo para su país por su contra cultura futbolística y por el camino elegido para trascender. 

La ‘Azzurra’ de los bajitos (Verratti, Barella, Chiesa e Insigne) ha sido un regalo para la vista. Eso sí, sin balón, parecía bastante menos. Ganar desde el sufrimiento también es seña de identidad de los grandes equipos. 

Contra España en la semifinales de la Eurocopa, fue más Italia y supo vivir de los fallos de España hasta en la tanda de penaltis, donde Olmo y Morata fallaron y en el futuro si se quiere ganar algo no se puede errar tantas oportunidades y mucho menos desde los once metros porque a España le mató, en su mejor día con el balón, la carencia de jerarquía defensiva y la puntería otro vez más.

Con la inseguridad de Unai Simón y de los centrales podía salir cruz en cualquier momento. Laporte y Eric García y después Pau Torres, son centrales aseados, con excelente salida de balón, pero no asustan, invitan a buscar la segunda jugada, a encararles y por eso así llegó el gol de Chiesa, tras el enésimo despeje tímido. Los titubeos se pagan carísimos y sobre todo en tu propio área.

A Luis Enrique no se le puede negar el mérito de haber hecho piña, al estilo Clemente, fijando el enemigo común en el exterior en todos aquellos que dudaban de la capacidad competitiva de este grupo y aferrándose a los fantasmas ausentes, especialmente a la no convocatoria de jugadores del Real Madrid, para convertir eso en fuente de máxima motivación dentro del grupo. 

Su mano se notó más que nunca en lo táctico en esta semifinal, pero el tremendo desgaste acabó pasando factura en el tiempo añadido y en especial en la tanda de penaltis, donde el mejor del encuentro, Dani Olmo, junto a Pedri y el goleador que nos llevó a la prórroga, les faltó mentalidad que en un futuro nos llevará lejos. Hoy lo que toca es repasar la lección que hemos suspendido y hacerlo sin pasar factura a los críticos de ésta España de Luis Enrique que ha llegado mucho más lejos de lo que los críticos pensaban y que se bajaron del barco antes de zarpar.

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