De las dudas a la garra: Morata aparece en el momento más necesario para resucitar las ilusiones de España

Morata celebra su gol crucial ante Croacia.
Morata celebra su gol crucial ante Croacia.
EFE
Morata celebra su gol crucial ante Croacia.

La selección española venció a Croacia y estará en los cuartos de final de la Eurocopa. Una proeza que hace apenas una semana resultaba casi ajena, debido a las dudas ofrecidas por los de Luis Enrique que conllevaron a un gran desapego por parte de la afición.

Sin embargo, la goleada cosechada ante Eslovaquia en el último partido de la fase de grupos en el que España ganó el billete a octavos con un contundente 5-0, ya había hecho aflorar la ilusión de los aficionados que, con el pase a cuartos, se acrecienta pese a los altibajos del encuentro.

España se plantó ante Croacia con firmeza sobre el campo, pese a la incertidumbre que siempre provoca esta selección, formada en su mayor parte por jugadores que no llevan a sus espaldas demasiada experiencia en grandes torneos. Con una delantera formada por Ferrán Torres, Morata y Sarabia, la Roja le echó el pulso al equipo de Luka Modric.

Y no pudo comenzar peor: una tremenda cantada de Unai Simón al no controlar la cesión de Pedri colocó a los croatas por delante en lo que pudo suponer un duro varapalo moral que pudo haber determinado el resto del encuentro.

Pero no. Esta España que suscita dudas las va acallando poco a poco a golpe de partido. Si los inicios en el torneo ante Suecia y Polonia dejaron casi indiferente a los fieles de la Roja, la goleada ante Eslovaquia y, sobre todo, la capacidad de reponerse al error del portero y a los golpes de Croacia demuestran que quizá a esta selección había que darle, al menos, algún tiempo de cortesía.

Busquets volvió a ser determinante en la medular, uno de los jugadores españoles con más experiencia en grandes plazas, y la firmeza de Azpilicueta en defensa -e incluso de cara al gol, fue el autor del segundo- y el buen entendimiento entre los hombres de arriba marcaron el partido que, aun lleno de altibajos, fue satisfactorio.

¿Hasta dónde llegará la selección española en la Eurocopa?

La falta de gol que desesperaba en el inicio de la Euro y que pareció disiparse contra Eslovaquia, quedó del todo en el pasado ante Croacia, con la aportación del central del Chelsea y de tres de tres de los delanteros titulares encontrando la gloria: Sarabia (el del empate tras la pifia de Simón) y Ferrán (el de la tranquilidad que suponía el 1-3) y Morata (el crucial 4-3 en la prórroga).

Error, euforia, miedo... y euforia de nuevo

En los últimos minutos del tiempo reglamentario, la selección croata acortó distancias gracias a Orsic, lo que metió el miedo en los españoles, un nerviosismo que se confirmó con el empate a tres que llevó el partido a la prórroga. 

Sin embargo, esa España que parece pedir a gritos confianza de la afición, volvió a reponerse del palo que supuso el 3-3 con el partido ganado.

Lo mejor de España, la capacidad de reponerse

Y entonces pasó. Si ha habido un jugador señalado por encima del resto en la presente Euro ha sido Álvaro Morata. El delantero de la Juventus ha sido objeto de críticas de todos los colores por sus fallos de cara al gol y, sin embargo, y casi a modo de justicia poética, fue él quien encarriló el arreón español de camino a cuartos.

Recibió el madrileño en el área y bajó la bola con el pecho mientras armaba la pierna con la tranquilidad de quien sabe que ha llegado su momento. Un 4-3 del '9' de España que le sirve para dejar atrás los fantasmas. Poco después, Oyarzabal remataba la hazaña. 

En cuartos de final espera, salvo gran sorpresa, Francia, que este lunes se mide a Suiza buscando su plaza. Un equipo temible, uno de los grandes, si no el más. favorito a conquistar el título.

Pero la ausencia de certeza y confianza que provocaba el combinado de Luis Enrique se ha ido poco a poco convirtiendo en ilusión y una sensación de que, pese a la falta de 'mili', este equipo sabe hacer más de lo que en un principio transmitían.

Una selección que parece una auténtica montaña rusa, con tramos que aumentan a límites peligrosos el ritmo cardíaco, pero con episodios de euforia que invitan a soñar con lo más alto. 

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