Mick Schumacher, el mejor homenaje a su padre a los seis años de su accidente

Mick Schumacher, durante la exhibición con un Ferrari F2004.
Mick Schumacher, durante la exhibición con un Ferrari F2004.
Ferrari
Mick Schumacher, durante la exhibición con un Ferrari F2004.

Fue uno de los primeros testigos de lo ocurrido el 29 de diciembre de 2013 en la estación alpina de Meribel. Mick Schumacher vivió que lo ningún hijo quiere ver: a su padre quedarse en el umbral de la muerte. 

Mick Schumacher, nuevo piloto de la Ferrari Drivers Academy

mick schumacher

  • 22 de marzo de 1999
Piloto de Fórmula 2.

El esquí, esa pasión que unía a toda la familia en las vacaciones de invierno, se convirtió en la mayor pesadilla del clan. El titán que arrasó con casi todos los récords de la historia de la Fórmula 1, algunos aún hoy vigentes, y que se había salvado de innumerables accidentes en los circuitos, sucumbía divirtiéndose junto a su familia.

Aquellos días de pesadilla hicieron madurar de golpe a un por entonces niño que comenzaba en los karts. El tal Mick Betsch (apellido de su madre) que corría en el karting se convirtió de golpe en Mick Schumacher, el príncipe heredero de un trono que su padre había dejado años atrás. Seis años después, de aquel crío que se mostraba huidizo de la atención mediática queda muy poco. Ahora es un gigantón que no sólo no oculta sus raíces, sino que presume de ellas. Lo que antes le provocaba pudor infantil, ahora es un orgullo del que presume sin tapujos.

A sus 20 años recién cumplidos, su progresión es lenta pero segura. De una generación a la que pertenecen Max Verstappen (su padre fue compañero del de Mick en Benetton), Charles Leclerc o Lando Norris, Mick Schumacher arrastra no sin dificultad el peso de toda la presión que supone su apellido. Ferrari le ató a finales de 2019, a sabiendas de que no sólo tiene ante sí la oportunidad de tener en sus filas al príncipe de la Fórmula 1, sino además a un piloto que si ha heredado el carácter competitivo de su legendario progenitor, tiene mucho que dar al espectáculo.

En su primer año en F2, con el potente equipo Prema, Mick Schumacher ha tenido un rendimiento razonablemente gris. Tras ganar con autoridad la F3 europea en 2018, muchos miraban con avidez lo que podía hacer en el penúltimo escalón antes de subir a la cúspide. Sin embargo, sólo logró una victoria, en la carrera corta del fin de semana Budapest. Suficiente como para renovarle otro año más, en el que sí tendrá que confirmarse como un corredor con el talento suficiente como para dar el salto definitivo.

De este 2019, dos imágenes. La primera, en lo deportivo, verle en lo más alto del podio de Hungría. La segunda, en lo emocional, verle rodar al volante de un Ferrari F2004, el monoplaza con el que su padre conquistó su séptimo y último Mundial de Fórmula 1, antes de que Fernando Alonso acabase con su reinado.

“Juntos somos más fuertes”

La figura de Michael Schumacher sigue muy presente en la Fórmula 1. El ‘Keep Fighting’ se ha convertido en un lema ya no sólo en Ferrari o Mercedes, los últimos equipos del heptacampeón, sino en todo el Gran Circo. El respeto reverencial que tienen todos los pilotos de la parrilla hacia la mayor leyenda (los números así lo dicen) de todos los tiempos es absoluto.

Consciente de que la figura de su esposo trasciende lo meramente deportivo, el lanzamiento de la campaña ‘KeepFightingMichael’ en estos días tratará de aunar en un mismo foco la admiración hacia Schumacher. “Las cosas grandes comienzan con pequeños pasos. Muchas partículas pequeñas pueden formar un gran mosaico. Juntos somos más fuertes, y así es exactamente cómo las fuerzas combinadas del movimiento KeepFighting hacen que sea más fácil alentar a los demás”, decía Corinna Schumacher, la matriarca del clan, en las vísperas del aniversario.

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