Retrato de Marta Calvo: la joven "protectora" que quería ser madre de gemelos

Jorge Ignacio P.V., principal sospechoso por la desaparición de la joven valenciana Marta Calvo se ha entregado a las autoridades este miércoles.
La pista de Marta Calvo se pierde en la localidad valenciana de Manuel una noche de noviembre de 2019 tras haber quedado con el hombre detenido después por su muerte.
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Jorge Ignacio P.V., principal sospechoso por la desaparición de la joven valenciana Marta Calvo se ha entregado a las autoridades este miércoles.

"Poco a poco, Marta. Primero tendrás que tener pareja estable”, le repetía Marisol Burón a su hija cada vez que ella insistía en su deseo de tener hijos. “Quería ser madre joven, como yo, que la tuve con 24 años”, cuenta a 20minutos días después de ver cómo el Congreso de los Diputados (gracias a su tenacidad) abría la puerta a una ampliación de la prisión permanente revisable para aquellos supuestos en los que el presunto asesino oculte el cuerpo de su víctima o sea reincidente.

Marta Calvo, la joven valenciana de 25 años presuntamente descuartizada por Jorge Ignacio Palma, ya nunca será madre. “Un hijo es un sufrimiento, dos hijos son dos sufrimientos. Primero uno, luego el otro”, le insistía Marisol cada vez que Marta volvía sobre su “sueño”: “Quiero tener gemelos”.

Casi dos años y medio después de su desaparición y muerte, han llegado gemelos a la familia: “Mi sobrina ha tenido dos niñas. Tengo una ahijada que se llama Marta. Una de ellas lleva su nombre. Nos las ha dado ella”.

La familia se agarra al recuerdo sanador de la joven que ya no está. “Mi sobrina no podía tener hijos. Llevaba varios intentos. Y al tercero, ya sin Marta, llegan las niñas. Es el destino. Es Marta”, reflexiona su madre.

“No se vive, se sobrevive”, sentencia con aplomo esta mujer que físicamente es un calco de su hija. O más bien al revés. La hija era un calco de la madre. “Sí, parecíamos hermanas”, sonríe intentando explicar cómo se lidia con la muerte violenta de un ser querido. “Me la han arrebatado. No puedo hablar con ella, no puedo escucharla ni llamarla. No se lo deseo ni a mi peor enemigo. El dolor, este dolor...”. Uno dolor que se acrecentará el 13 de junio, día en el que está previsto que arranque el juicio por su asesinato. 

Me la han arrebatado, no puedo hablar con ella, no puedo escucharla ni llamarla...

Cuando una mujer desaparece o es asesinada (Marta del Castillo, Diana Quer, Manuela Chavero, Esther López…), la sociedad habla de ellas como las ‘víctimas’. Y lo son. Pero esas ‘víctimas’ eran mujeres, jóvenes en su mayoría, llenas de “sueños” y proyectos. Marta Calvo desapareció el día que tenía que firmar el contrato de su negocio. “Ibamos a montar un centro de estética. A ella le encantaba. Siempre iba hecha un pincel”. “Pero Marta, hija, dónde vas así de arreglada”, solía repetirle. “Para cualquier cosa siempre iba perfecta”, recuerda con orgulllo Marisol.

Marta siempre iba hecha un pincel, por eso iba a montar un negocio de estética

“Había dejado la cafetería en la que trabajaba de camarera en Valencia. Ya estaba independizada, vivía sola, pero ese trabajo no le gustaba. El negocio iba a pagarlo yo, a ayudarla… por eso cuando no se presentó…, no cogía el teléfono, supe que algo no iba bien”, confiesa su progenitora. “Siempre mandaba mil mensajes, wasaps, no era normal ese silencio. No quería que me preocupara”.

Un presunto "asesino en serie" 

Por eso, ni corta ni perezosa, Marisol Burón se personó en la casa del presunto asesino de su hija. “Marta me había mandado la ubicación. Sabía que mi hija había estado allí esa noche, pero me dijo que no la conocía”. La madre de Marta se refiere a Jorge Ignacio Palma, el traficante de drogas que permanece en prisión acusado de la Muerte de Marta Calvo, de dos asesinatos más (los de Arliene Ramos y Lady Marcela) y de otras ocho tentativas.

“Marta jamás hubiera subido a ese coche de saber que traficaba con drogas de forma habitual. Era una chica liberal, alegre y de su tiempo, pero era muy noble, siempre dispuesta a ayudar y no desconfiaba de nadie”, relata su madre.

Marta no desconfiaba de nadie, era una chica alegre, de su tiempo y muy noble

“Marta ten cuidado, Marta ten cuidado”, solía repetirle Marisol cada vez que su hija le refería los ‘novietes’ y ‘citas’ con las que quedaba por internet. “De qué tengo que tener cuidado”, repetía la joven, que jamás veía peligros acechando.

Por eso Marisol cree que el caso de su hija se ha convertido en “mediático”. Creo que quieren “alertar contra los peligros de internet, que están ahí, que son reales”. Marta conoció a su presunto asesino en la red, a través de aplicaciones de citas por internet. Un hombre con el perfil de un "asesino en serie", admite la madre.

“Marta era luz y fiesta. Todo era fácil para ella. Todo eran risas. Siempre confiada, siempre protectora, siempre atenta”. Aunque madre e hija también tenían sus peloteras. “El día que me presenté en casa de su asesino… en realidad iba a regañarla. A decirle: ‘Enciende el móvil y, si lo has perdido, pide uno y llámame, para decirme que estás bien”, recuerda Marisol. En ese momento no pensó jamás que Marta estuviera muerta. “Pensé que se había ido de fiesta. Vi la hora de la última conexión, las seis de la mañana y pensé: ‘No me va a coger el teléfono’.

Y no, Marta Calvo no cogió el teléfono porque Marta ya no estaba. Días después, y tras una huida infructuosa, el que fuera sospechoso de su muerte desde el primer momento se entregó a la Guardia Civil. Dijo que estuvieron juntos. Que mantuvieron relaciones sexuales y que Marta murió de forma natural. Él no la mató, pero sí admitió que la descuartizó.

Idéntico 'modus operandi'

“Su versión no tiene sentido. ¿Estás con una chica, le pasa algo, se te muere mientras estáis juntos y no tratas de socorrerla o ayudarla llamando al 112? No se lo puede creer nadie. Él la mató. Ya lo había hecho antes. Con otras dos chicas. Les ponía cantidades letales de droga en la vagina, eso va directamente a la sangre y causa una reacción fatal. Marta murió así”, narra su madre.

Les ponía cantidades letales de droga en la vagina, eso va directamente a la sangre

“Luego no tuvo tiempo de descuartizarla. En su casa no hay ni un rastro de la sangre de mi hija. Sí ha aparecido su ADN, normal porque la Guardia Civil sí cree que estuvo allí. Pero la sacó. No ha aparecido nada, ni un trozo de su cuerpo en el vertedero donde buscaron a pleno sol, con 40 grados y provistos de EPI”.

“No dice dónde está el cuerpo de Marta porque si lo dice y le encuentran, el cuerpo hablaría”. Y el cuerpo de esa joven “alegre, despreocupada y noble” contaría cómo la asesinó. Algo por lo que se enfrenta a una petición de 130 años de prisión por parte de la Fiscalía y de prisión permanente revisable por parte de la familia.

“Lo había hecho dos veces antes y había salido impune. Había matado a dos mujeres, dos prostitutas sin familia y que no importaban a nadie. Pero de repente se cruzó con mi hija. Y mi hija sí tenía familia, sí le importaba a alguien. Va a lamentar haberle hecho daño a mi niña”.

No dice dónde está el cuerpo porque si lo dice y el encuentran, ese cuerpo hablaría

Pero la lucha de esta madre coraje, “no es solo por ella”. Marisol lucha “por hacerle justicia a Marta”, pero también por “hacerles justicia a todas las demás. Y porque mi hija no será desgraciadamente la última. Porque estos psicópatas no pueden estar en la calle. Es un asesinó en serie y necesitamos leyes más duras para protegernos como sociedad. Para sacarles de las calles”.

Y mientras Marisol lidia con su pena mantiene la compostura ante la abuela. “Mi madre tiene 90 años y lo sabe todo. ‘No me ocultéis nada, nos dijo, era mi nieta’”, dice. “Y sufre por su nieta que ya no está y por mí, que soy su hija”.

“Cuando murió mi padre hace unos años tenía 80 años. Había tenido una buena vida. Su mujer, sus cuatro hijas, sus nietos…. Pero Marta tenía 25 años y toda la vida por delante. No es justo. Estamos desprotegidos”, reflexiona Marisol, que no duda en etiquetar lo que le pasó a su hija: “Marta es una víctima de violencia machista. Con todas las letras”. 

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