Fue mejor de lo esperado. El augurio era una sesión de trámite y no lo fue. Imaginamos argumentos recurrentes y hubo matices. Nadie contaba con la emoción y sí se dio. Solo se cumplió el final previsto, el rechazo del Congreso a la moción y Podemos confinado en los únicos apoyos de Bildu y ERC. Irene Montero, a pesar de sus excesos, se ganó la portavocía morada mientras el aspirante ensayaba un tono atemperado de hombre de Estado. No pudo sin embargo con la retranca y el laconismo lacerante de Rajoy. Es obvio que se gustan en la pelea y ambos salieron reforzados ante sus respectivas parroquias. Albert Rivera logró despejar la irrelevancia a que parecía abocado y aún más puntuó el socialista José Luis Ábalos en su esperado estreno. El saludo buscado en su escaño de Pablo Iglesias fue la foto que más inquietó a los populares. Hasta Pedro Sánchez con su ausencia salió bien parado del trance. Y todos contentos, o casi.

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