Borja Terán Periodista
OPINIÓN

El triunfo de 'TardeAR' en Instagram y TikTok

El programa de Ana Rosa Quintana encuentra con éxito la visibilidad entre su público potencial a través de las redes sociales.
Captura del TikTok de 'TardeAR' de Telecinco
Captura del TikTok de 'TardeAR' de Telecinco
TikTok
Captura del TikTok de 'TardeAR' de Telecinco

TardeAR es el magacín de tarde de Ana Rosa Quintana, como su nombre recalca con el juego de expresión, palabra y siglas. Lleva desde septiembre intentando abrirse camino en una franja altamente competitiva desde el mismo estudio que sólo hace unos meses ocupaba Sálvame en sus diferentes versiones.

Pero la televisión ya no sólo se ve por la televisión. Vivimos en la era de la multipantalla que logra que sigamos programas sin buscarlos. De hecho, uno de los aciertos de TardeAR ha sido no pensar sus perfiles principales en Instagram y Tiktok como meros trampolines para el reclamo publicitario con cebos del estilo "pon la tele, ahora desvelaremos tal cosa".  

Al contrario, el programa realiza contenido exclusivo que puede enriquecer hasta la propia emisión. No siempre verás lo mismo que en la tele en sus redes sociales. Incluso descubrirás entresijos que ni asoman en la tele. TardeAR huye de ser un cansino replicante y ha entendido que se cimentan vínculos de fidelidad con el público cuando se le hace partícipe del proyecto desde la complicidad y no desde el spam.

Y, en tiempos en los que recibimos tantos mensajes anónimos, esa conchabanza siempre es más poderosa si detrás de las redes sociales hay un profesional reconocible que sirve como nexo de unión entre plató y exterior. Así las redes de TardeAR se sostienen en un autor con carácter propio. Con su punto travieso, con su punto audaz, con su punto cómplice. Su nombre, Carlos Hernández. Alcanzó popularidad viral porque rompió la cuarta pared de los reportajes y conexiones de Cuatro al día, donde trabajaba como cámara. Ahora, ya de manera oficial, cuenta las curiosidades que se producen en el plató de TardeAR: desde el vestuario de Ana Rosa Quintana a los trucos artesanales para mejorar la técnica de la realidad aumentada. Vamos, cuando se pone un ventilador para que se mueva el pelo de Laura Madrueño en plena ventisca virtual.

Para estas redes, Hernández también realiza noticias propias con el lenguaje tiktokero, que nace de la tele de impacto. Aunque no es igual que el que demanda ahora la tele tradicional. Incluso hay secciones del programa que graba él mismo con su móvil para que entren mejor por los ojos verticales de las pantallas del móvil. Es el ejemplo del rato de autocrítica del magacín con las pullas del sobrino de Ana Rosa. Lo obvio hubiera sido colgar en Instagram y TikTok la realización de imágenes que sale por Telecinco. Pero no, Hernández graba con el móvil el instante que se produce en la escalera de la grada de público del programa y, luego, coloca el sonido del directo del programa. Así el momento cala mejor en el ecosistema viral, pues está encuadrado a tono con las redes sociales.

No importa que el plano sea más guerrillero, los usuarios de Instagram y TikTok conectan con esa imperfección de sentir que estás en el lugar. Como uno más. TardeAR ha crecido con fuerza en las redes sociales porque las ha entendido como lo que son: un canal principal en el que o estás desde la pasión de la curiosidad o serás una reposición de previsible autobombo. Y la tele es la antítesis de la previsibilidad. Las redes sociales, también. Ya no basta con colgar un fragmento del programa, deben ser arte y parte de la creatividad, riesgo y emoción de la emisión.

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