Borja Terán Periodista
OPINIÓN

El odio a Samantha Hudson

Las palabras de Samantha Hudson no se quedan en la frase de taza. 
Samantha Hudson en 'OT'
Samantha Hudson en 'OT'
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Samantha Hudson en 'OT'

"Al final, lo más revolucionario que pude hacer es abrazar el fracaso. Y entender que las cosas malas que nos suceden no dependen exclusivamente de nosotras. Que el mundo es injusto, que si nos pasa una desgracia, si no tenemos suerte, no es porque no nos hayamos esforzado. La meritocracia no existe. No el que más se esfuerza, mejor le salen las cosas. Y que, paradójicamente, abrazar el fracaso te convierte en una triunfadora. Aunque sea una triunfadora en fracasar". Los alumnos de la academia de Operación Triunfo se quedan con la boca abierta ante estas profundas palabras de Samantha Hudson.

Los talents shows hasta ahora estaban plagados de visitas con manidas expresiones vacías de mal libro de autoayuda: "los sueños se cumplen", "dándolo todo llegarás a donde tú quieras", "el tiempo pone a cada uno en su sitio". Mentira. Y, de repente, aparece Hudson con este chute de realidad. La vida no depende exclusivamente de nuestros actos. Somos consecuencia también de otras circunstancias, propias y ajenas. Incluso somos fruto de los prejuicios de los demás. No al que más se esfuerza le salen las cosas mejor, aunque la constancia suela ser vital para evolucionar. La vida es así de contradictoria. Y empezamos a saber que no hay que "darlo todo". Mejor guardarse algo para nosotros mismos.

Las palabras de Samantha Hudson son útiles, pues no se quedan en la frase de taza. Intentan ir más allá. Son agridulces, como el crecer. Y eso provoca a la artista de la viralidad ataques desde las redes sociales. Indigna. Tal vez porque su mensaje despierta el espíritu crítico, descolocando el discurso individualista y demagógico del "sí quieres, puedes". 

No obstante, también sus declaraciones ofenden por su estética. Hudson no encaja en ningún molde de la sociedad que nos dijo cómo teníamos que vestir, cómo teníamos que expresarnos, cómo teníamos que sentir dependiendo de nuestro sexo. Bueno, sí, para algunos Samantha Hudson podría encajar a primera vista en 'lo excéntrico'. Se trata de la cuota a la que solían reducir los medios de comunicación a las personas del colectivo LGTBI+, enfocando en sus programas la diversidad a través del frívolo prisma de lo exótico, lo esperpéntico, lo exagerado, lo festivo que evidencian los que intentan parecer modernos y sueltan "¡quiero tener un amigo gay!". Como si las personas LGTBI+ fueran un complemento, un bolso de colores o una mascota. 

La sexualidad e identidad reducida al prejuicio de los personajes extravagantes que dan vidilla, que dan risa. Y, claro, Samantha descola todas esas condescendencias. Porque su carcajada no es controlable desde la trivialidad que da la razón a los clichés, su carcajada es honda. Su mensaje traspasa en un tiempo en el que poco permanece.

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