Entrevista

Nacho Abad: "Todo el mundo es capaz de matar en determinadas circunstancias"

Nacho Abad, en 'Codigo 10', de Cuatro.
Nacho Abad, en 'Codigo 10', de Cuatro.
MEDIASET
Nacho Abad, en 'Codigo 10', de Cuatro.

Sea cual sea el tema, hay quienes tienen la capacidad de hablar del mismo transmitiendo su interés y su pasión. Es el caso de Nacho Abad, que hace de temas tan difíciles como los de los sucesos y los crímenes algo humano y a la vez, atractivo. No en vano, este tipo de información apela a lo más primitivo del ser humano. 

Al frente de Código 10 (Cuatro) y junto con su compañero David Alemán, desgranan con rigor los detalles y aristas de los casos más llamativos y traen a la actualidad nuevas informaciones que nunca nadie supo, sin olvidar el matiz humano. Hablamos con él sobre periodismo de sucesos, sobre cómo afecta como persona y el coste que puede tener.

¿Por qué nos fascinan tanto los crímenes?Es un gran misterio, porque no hay una respuesta única. Hay gente a la que nos interesa muchísimo y lo seguimos con mucho interés todo lo que es el programa de sucesos, pero hay gente a la que le horroriza y que como le conecta con la maldad humana, o ven la maldad humana en toda su dimensión, eso les provoca rechazo y no lo siguen. En mi familia tengo los dos ejemplos, gente que me pregunta y gente que no quiere saber nada respecto a mi trabajo.

¿Y por qué le interesa a Nacho Abad?A mí personalmente me interesan varias cosas. Me interesa tratar de conocer las razones por las que un ser humano puede acabar matando a otro, el qué puede mover a un asesino a matar, me interesa la mente criminal y me interesa la investigación policial, saber cómo se desgranan los indicios y las pistas para llegar a al autor... Me parece apasionante y aparte yo consumo muchísima literatura de novela negra.

¿Cómo seleccionan los casos de los que tratan en Código 10?En Código 10 ahora tenemos dos partes, una primera parte dedicada a la actualidad, con lo cual va pegado a lo que ocurra en el día a día y otra parte que está dedicada a hacer pequeños documentales sobre los casos más importantes que hayan ocurrido en España o en los que tengamos algo diferente que aportar. Por ejemplo, entrevistamos al hombre falsamente acusado de haber secuestrado a su mujer, haberla agredido y haberle puesto pegamento en la vagina. Este hombre no había hablado nunca y fue un caso muy mediático, muy público. Se le tiró todo el mundo encima en un primer momento y al final acabaron condenándola a ella a más de una década de prisión por haber mentido y haber tenido a su pareja en prisión durante un año. Eso no era un caso de primera línea, pero creíamos que podíamos aportar una perspectiva diferente y tuvo muy buenos resultados.

Hay muchos programas en todo el mundo del tipo true crime, ¿España difiere de otros países en este género?Desde el punto de vista televisivo hay programas sobre crímenes absolutamente consolidados en la televisión alemana o americana, por ejemplo y en España es complicado que un programa dedicado a los tribunales o sucesos termine de triunfar, porque no tenemos esa cultura. En Cuatro sin embargo está apostando mucho por nosotros y nos está haciendo un hueco y estamos teniendo el apoyo de la gente, con lo cual hay un cambio en España a raíz de Código 10.

¿Y desde el punto de vista del crimen?Es un poco igual en todos lados. Y va por temporadas también. Hay una teoría que dice que en verano se cometen más delitos al aire libre y en invierno más en el interior de las casas. Y es porque como en verano hay altas temperaturas la gente suele beber más alcohol y pierde más los nervios o se enajena y en invierno se hace más vida dentro de las casas. Las tipologías son más o menos iguales en todos lados y se mata de la misma manera. Cambian a veces por la geografía o la climatología.

Después de tantos años viendo, hablando y estudiando sucesos y crímenes, ¿le siguen impactando?Nunca sabes lo que te va a tocar. Es cierto que hay casos con los que me derrumbo y que me sacan las lágrimas y me sigue pasando 22 años o 23 años después dedicarme a esto. Y también es cierto que acabas teniendo un poco de callo, porque si tuviera que llevarme a casa todas las tragedias que cuento o sobre las que hablo o escribo, al final no tendría ni amigos, ni familia, ni hijos, porque les amargaría la vida todos. He conseguido poner una barrera entre mi vida personal y mi vida profesional, aunque también te digo que estoy conectado 24 horas al día los 7 días de la semana, que es la única forma de trabajar de esto.

¿Estos temas salen en reuniones con amigos, le preguntan?Sí, sobre todo te preguntan por los casos más impactantes o más gordos. Me han preguntado recientemente, por ejemplo, por los sucesos de Maracena o por los de Granada, porque cuando no se sabía quién lo había hecho chocaba que hubieran matado a una mujer embarazada y a su hijo y sin forzar la puerta… me van preguntando por los casos que están de actualidad.

¿Hay algún caso sin resolver que querría esclarecer?Me gustaría que se resolvieran todos lo casos, porque todos los familiares de las víctimas tienen el mismo derecho a que ocurra eso, pero uno en el que me he implicado especialmente es en el de Marta del Castillo y me encantaría averiguar dónde está cuando está el cuerpo, sobre todo por darle paz a su familia.

¿Aprende uno cosas prácticas viendo y estudiando investigaciones policiales?Uno aprende de todo, de lo bueno y de lo malo (risas). Hablando en serio, por ejemplo, a mis hijos les doy determinadas advertencias de seguridad para que se minimice el riesgo, que nunca es cero, porque eso es imposible en una sociedad. Tenemos que asumir determinado nivel de riesgo, pero les explico como comportarse y reaccionar para que sea el menor posible.

¿Cómo se convierte uno en criminólogo?Estudiando, estudiando (risas). Yo era periodista y a los 39 años, que ya llevaba tiempo siguiendo sucesos, veía que me faltaba base y solo por mejorar comencé a estudiar Criminología y estuve durante 2 años haciendo el grado, estudiando viernes y sábados.

¿Y por qué esos temas y no corazón, cultura o cualquier otra cosa?Me llegó de casualidad. De repente me ofrecieron la posibilidad de participar en una revista que se dedicaba a esto y me apunté y me pareció entretenidísimo desde el punto de vista periodístico, porque tenías que conseguir que te contasen lo que nadie quería contar y eso suponía un reto mayúsculo, y los retos siempre me gustaron. Mis padres siempre me decían que fuera el mejor en lo que hiciese. Me llamó la atención y me quedé.

¿En temas como estos es más importante separar la información del morbo?Sí, por supuesto. Al final todos los tipos de periodismo tienen un apellido. El de sucesos es el morbo, el de corazón, que venda, el político, dependiendo de la tendencia, tiene apellido también… ponemos apellidos cuando no es un periodismo puro. Es complicado porque trabajas con sentimientos y con materia humana. Esto no te lo enseñan en la carrera y vas aprendido sobre la marcha, cuando vas ganando una experiencia que no tienes a los 20 años. Todos acabamos metiendo la pata más tarde o más temprano, porque el error es inherente al ser humano y el que diga que no se ha equivocado nunca, miente. Se trata de meter la pata lo menos posible.

¿Cómo hace usted para no caer en esos errores? Vas aprendiendo trucos para tomar decisiones con los que tu conciencia esté tranquila. Yo me marco a diario la norma de irme a la cama la conciencia tranquila. Ya tengo trucos para no meter la pata, porque hay veces que todo es muy rápido, que la actualidad que atropella y no puedes reflexionar y puedes cometer errores. Así que he ido estableciendo parámetros y límites. Y uno va interiorizando comportamientos y recursos para parar los errores. Aún así, el error cero es imposible.

¿Cualquiera puede ser un asesino?Sí, cualquiera puede ser un asesino. En unas determinadas circunstancias de presión o estrés o en un entorno desfavorable o porque lucha por su vida. No un asesino despiadado o psicópata, que va matando sin más, pero sí en ciertas circunstancias... Por ejemplo, alguien está intentando matar a tu hijo y te metes por medio para defenderle y ahí te sale un nivel de agresividad que probablemente te pueda llevar a dar un golpe en la cabeza y matar… Mejor dicho, no creo que todo el mundo pueda ser un asesino, pero creo que todo el mundo es capaz de matar. No todos somos asesinos, pero todos tenemos la capacidad de matar.

¿Qué tal se llevan los periodistas de sucesos y los criminólogos con la Policía y la Guardia Civil?Hay de todo, como en la viña del señor (risas). Lo que es lo que es importante para cualquier investigador es que un periodista, por el ansia de dar una información, no cometa el error de estropear una investigación. Primero ponemos los resultados, que resuelvan los casos. Por el camino puedes ir contando cosas que no molesten, que no interfieran, peculiaridades, pero no compartir nada que pueda frustrar una potencial detención. Es una cuestión de paciencia, hay que aguantar. Con los límites en los que no se perjudique una investigación, vamos bien.

¿Alguna vez ha colaborado activamente en una investigación?Si lo he hecho, no te lo puedo contar (risas). Eso será ya para mis memorias.

¿Es incómodo para las altas instancias que algunos detalles salgan a la luz?En una ocasión estaba propuesto para un reconocimiento policial por un trabajo periodístico del que estaba especialmente orgulloso y el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, lo paró. Debió ver mi nombre en la lista y como no le caigo bien…

¿Y eso?Entre otras cosas porque yo estaba a favor de la equiparación salarial y eso era un conflicto para él así que tachó mi nombre. Pero para mí vale más vivir con tranquilo con mi conciencia y dar el mayor número posible de noticias y contar bien las cosas.

¿La realidad supera la ficción en los sucesos?Pues solo hay que darse cuenta de que las plataformas y otras cadenas están empezando a hacer capítulos y series de true-crime con casos de la historia en nuestro país. Hay veces que uno se queda alucinado de la capacidad humana para hacer el mal.

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