Entrevista

Miguel Ángel Tobías: "A la gente del futuro les pareceremos más bárbaros de lo que nos parecen a nosotros los neandertales"

El productor, director y presentador Miguel Ángel Tobías, en '20Minutos'.
El productor, director y presentador Miguel Ángel Tobías, en '20Minutos'.
JOSÉ GONZÁLEZ
El productor, director y presentador Miguel Ángel Tobías, en '20Minutos'.

El Camino de Santiago suele ser, de por sí, un recorrido que invita al recogimiento, pero lo hace aún más si se recorre cuando nadie más puede hacerlo y se hace junto a personalidades que tienen mucho que decir en cuanto a la espiritualidad, el crecimiento interior y la filosofía de vida. Es lo que hizo Miguel Ángel Tobías para la serie documental El camino interior, que recorre 16 etapas de El Camino desde León a Finisterre.

El camino interior, disponible ya en Movistar + y de próxima emisión en La 2, cuenta entre sus invitados con el nadador David Meca, el coach Pedro García Aguado, el periodista Quico Taronjí y la montañera Edurne Pasaban, entre otras personalidades inspiradoras que día a día se dedican a ayudar a los demás a llevar su vida hacia formas más plenas. Hablamos con el creador sobre la serie documental, sobre la vida y sobre el futuro. 

La psicóloga Alejandra Vallejo-Nágera, el aventurero Albert Bosch, el neuropsiquiatra José María Poveda (ya fallecido), el cirujano Mario Alonso Puig, el tenor y humorista José Manuel Zapata, la aventurera Alicia Sornosa, el naturalista Nacho Dean, el periodista Miguel Blanco, el empresario José Ramón García, la empresaria Bisila Bokoko, el ex-esquiador paralímpico Cristian Sainz de Marles y el empresario Javier Benavente son el resto de personalidades con las que camina y charla Miguel Ángel Tobías en El camino interior.

¿El Camino de Santiago es una metáfora de ese camino interior que es el que se busca en la serie documental?Es una serie de 16 capítulos y cuando me planteé hacerla el Camino de Santiago llevaba cerrado un año y pico. Entonces me dí cuenta de que la humanidad después de la pandemia ya no iba a ser la misma, por lo tanto el camino no iba a ser el mismo. Es un camino que nunca jamás había estado cerrado y de repente estuvo un año sin transitarse. Comprendí que la energía que iba a tener era muy especial. Además, como se rodó la serie mientras todavía no se podía caminar por él me di cuenta de que se iba a generar ese ambiente especial donde la magia y la energía que el Camino de Santiago tiene nos iba a ayudar a tener esas conversaciones profundas que yo necesitaba para hacer la serie del Camino Interior.

Fue una ocasión especial…Queríamos hacer algo único, algo que nunca se hubiera podido hacer antes y que nunca más se podrá volver a hacer, que es tener el Camino de Santiago de libre a disposición para ti. Era un lujo que quien vea la serie, por ejemplo ahora mismo que vengo de EE UU de presentarla allí, pensará que qué nivel de producción más grande tienen estos que han alquilado el Camino de Santiago (risas).

¿Cuál es el mensaje de esta serie documental?, Si es que solo hay uno...Bueno, la serie tiene un objetivo... la serie que es, literalmente, medicina para el alma o medicina sin fármacos. Cuando me planteé hacer la serie lo hice con el objetivo, con el convencimiento y el conocimiento de que las secuelas que la pandemia nos iban a dejar eran psiquiátricas, psicológicas, emocionales y existenciales, y mi objetivo con la serie era darnos a todos herramientas para salir fortalecidos de esta situación de miedo, de angustia, de ansiedad, de depresión y de incertidumbre, que la pandemia ha dejado. El eslogan secundario de la serie, que a mí me gusta mucho, es “todos necesitamos de alguien que camine a nuestro lado”. La serie envía varios mensajes. Primero, que sintamos que no estamos solos. Que hay mucha más gente, aunque no nos lo creamos, sintiendo lo mismo que nosotros estamos sintiendo. Que siempre que estemos en una situación de vulnerabilidad debemos pedir ayuda. Que también, aunque no lo parezca, hay mucha más gente dispuesta a ayudarnos a cada uno de nosotros a salir de todas estas situaciones.

Y que hay que seguir caminando, ¿no?Que no debemos rendirnos… es otro de los grandes mensajes porque en las conversaciones que aparecen en el camino queda muy claro que no sabemos detrás de qué conversación, detrás de qué llamada de teléfono, detrás de qué circunstancia de repente la vida cambia y algo que era un problema irresoluble, de repente se resuelve. Es importantísimo que sepamos que no nos debemos rendir, que la vida, solo por el hecho de que estemos vivos, es la propia demostración de que tiene sentido y de que la vida de cada ser humano tiene valor, que cada uno de nosotros somos tan únicos que no hay nadie en el mundo que pueda hacer o decir lo que nosotros hacemos o decimos de la manera en que nosotros lo hacemos. Y un gran gran mensaje: que nunca se debe perder la esperanza.

Una escena de 'El camino interior', de Miguel Ángel Tobías.
Una escena de 'El camino interior', de Miguel Ángel Tobías.
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Tenemos muy asumido que podemos enfermar físicamente, ahora cada vez se habla más de la salud mental. Usted habla de medicina para el alma, ¿el alma también enferma?He hablado en la serie con todos los protagonistas de cosas trascendentes como la muerte, el duelo, la enfermedad, los miedos... Es imposible que un ser humano se sienta bien de salud, a pesar de que físicamente todo esté bien, si en ese algo que nos cuesta mucho muchas veces nombrar, si esa dimensión espiritual, las cosas no están bien. Uno de los problemas que tenemos los seres humanos para ser felices en nuestra vida es que no vamos en el camino que nuestros propósitos nos dictan y nuestro propósito nunca va a ser y nunca va a estar basado en nada material. Nuestro propósito siempre va a estar basado en algo espiritual. Si dejamos de lado la dimensión espiritual el ser humano se acaba sintiendo perdido. No estoy hablando de religión, de hecho no practico ninguna religión, pero sí tengo claro que en esta vida hay trascendencia. Tengo claro que esto no se acaba aquí y que cuando nos negamos a esta trascendencia, el ser humano haga lo que haga, tenga lo que tenga, consiga lo que consiga, se acaba dando cuenta de que no es feliz.

¿Tenemos poca formación en esto de la espiritualidad?Desgraciadamente es verdad que hemos creado un sistema de vida y un modelo de sociedad en la que prima lo material. Enseñamos a los niños desde pequeños el valor de ser el número uno. Enseñamos los valores de la competencia, hablamos del éxito en función de lo que uno consigue tener. Y, por lo tanto nos hemos olvidado del ser. Yo que he tenido la suerte por mi trabajo de recorrer el mundo veo esta diferencia no entre Oriente y Occidente, donde no en Occidente estamos en el tener y sin embargo en Oriente están en el ser. Y en ese ‘tener’ el ser humano se encuentra perdido, nos damos cuenta de que por muchas gratificaciones que busquemos, en comprarnos un coche más grande, un nuevo jersey, comernos ese helado que gusta, es decir, concedernos la mayoría de los caprichos que podemos, nos damos cuenta que estas son gratificaciones momentáneas que de la misma manera que llegan, se van. Y es justamente porque no hemos sido capaces de mirar hacia adentro, que es lo que yo pretendo también con la serie, con El camino interior. Es algo muy complicado porque mirar hacia adentro exige tener la valentía como para descubrir cosas de nosotros que pueden no gustarnos. Maslow decía que el miedo a saber es el miedo a tener que hacer. Es más fácil cerrar los ojos o negarnos a esa dimensión y esa realidad y seguir para adelante como animales que corren juntos dentro de una manada, sin preguntarse ni siquiera por qué corro, ni hacia dónde corro, ni para qué.

¿La zona de confort es zona de nuestras mayores enemigas, entonces?Tengo una charla TED que lleva cuatro millones de visualizaciones, con el título La vida está al otro lado del miedo. Yo creo que lo que nos impide a los seres humanos vivir la vida que realmente en nuestro interior y anhelamos vivir y que sabemos que estábamos destinados a vivir, es el miedo. El miedo a tener miedo, el miedo a lo desconocido, el miedo al fracaso. Porque no nos han enseñado cuál es el valor de todos estos miedos. El miedo a lo desconocido que tiene sentido porque si no te enfrentas a algo que no conoces, nunca crecerás, nunca evolucionaras. Por lo tanto, no tiene sentido quedarse solo en lo conocido, en esa zona de confort. El miedo al fracaso es absurdo, porque el único miedo que deberíamos tener respecto al fracaso es no intentarlo, no ir en esa dirección en la que queremos ir. El fracaso lo único que nos demuestra es que todavía no estábamos preparados para llegar al objetivo que nos hemos trazado y, por lo tanto, es un proceso de aprendizaje.

Una imagen 'El camino interior', de Miguel Ángel Tobías.
Una imagen 'El camino interior', de Miguel Ángel Tobías.
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¿El fracaso es útil?Deberíamos utilizar el fracaso como un proceso de aprendizaje. Aquí es un estigma, sin embargo, en otras partes del mundo, como en Estados Unidos, por ejemplo, jamás van a contratar para un puesto importante en ninguna empresa a alguien que no haya fracasado, porque ellos asumen que el fracaso es un aprendizaje. Si tú has fracasado habrás aprendido una serie de cosas y ahora ya estás más preparado para hacer la siguiente.
Imagínate trasladar eso a nuestra vida, en cualquier cosa que hagamos. El fracaso no debería deprimirnos, ni debería anclarnos a nuestra zona de confort, sino que deberíamos usarlo como un trampolín de de fuerza y de conocimiento para ir con más claridad hacia el objetivo que tenemos. Muy relacionado con no querer movernos de nuestra zona de confort es que tenemos miedo al rechazo, por lo que la gente se mueve solo en su círculo pequeñito de relaciones, donde cree que está seguro, cuando en realidad, si lo pensáramos bien, el miedo al rechazo viene solamente por la falta de reflexión y de conocimiento de lo que significa este miedo. A veces pongo este ejemplo: tenemos miedo de que nos rechacen personas que si nos muriésemos mañana, pasado iban a seguir con su vida tan tranquilos. A veces uso en las conferencias esta frase: Si no estás dispuesto a enterrarte conmigo si yo me muero mañana, no te atrevas a opinar de mi vida. Tratar de vivir la vida que queremos vivir, perseguir nuestros sueños, no nos garantiza la felicidad, pero lo que sí te puedo firmar donde quieras es que no hacerlo sí garantiza la infelicidad. Por lo tanto, con esa balanza, deberíamos todos ser conscientes de que merece la pena perseguir los sueños, porque a lo mejor los consigues y si no, aprendes por el camino. No perseguirlos te garantizará el no.

La sinopsis de la serie documental dice que el Camino de Santiago les había aportado un espacio de calma y de tiempo para esas charlas profundas y relajadas, ¿la vida moderna y llenar cada minuto todo de ocio nos aleja de la reflexión?Es para mí es terrible, porque yo recuerdo cuando era niño haber dicho la frase de “mamá, me aburro”. Sabemos científicamente decir que cuando uno se aburre es cuando se puede crear. Tú no puedes crear en la vorágine de estar corriendo como un pollo sin cabeza de una actividad a otra. Los niños lo hacen a través de de estar permanentemente hiperconectados a todo tipo de pantallas y no tienen tiempo para pensar, no tienen tiempo para reflexionar. Las personas mayores lo hacemos porque hemos pervertido el sistema hasta tal punto que nos han hecho sentir que si no estás haciendo nada es que eres un vago o un inútil. Esto nos está generando muchos problemas como sociedad, porque una sociedad que no piensa, que no reflexiona, es una sociedad que va a cometer muchos errores. Y además, desde el punto de vista del ser humano, estoy cien por cien convencido de que es completamente patológico, de que no hay nada que genere más enfermedades que vivir una vida que no queremos vivir.

Es imposible sin tiempo para pensar, sin tiempo para reflexionar, que podamos mirar hacia adentro y tener ese diálogo interno con nosotros mismos que es quien nos dice quiénes somos, en qué dirección queremos caminar o qué es lo que queremos hacer con nuestra vida. Deberíamos fomentar por lo menos hacerlo con cada uno de nosotros. Marcárnoslo en agenda.


Yo estoy hago es un truco que utilizo ya hace años. Cuando veo que la agenda se me va rellenando mucho a lo largo de la semana de reuniones o de compromisos o cosas de trabajo, voy dejando huecos en blanco. Les pongo una equis y los respeto tanto como si fueran una reunión de trabajo, fueran o un compromiso. Lo hago para tener tiempo donde teóricamente no tengo que hacer nada. Son esos los momentos en los que aprovecho para repasar, para ver cómo me siento, ver cómo me estoy sintiendo con las cosas que estoy haciendo. Dedico ese tiempo para pensar en cosas nuevas que quiero hacer. Y esto es algo que yo le recomiendo a todo el mundo. Si no lo hacemos así, nunca va a suceder.

¿Habrá quien te diga que en la teoría tiene todo el sentido del mundo, pero que a lo mejor es difícil hacerlo si tienes una hipoteca, cuatro hijos y eres madre soltera, por ejemplo…Me encanta que digas esto, buenísimo. Los seres humanos tendemos a pensar varias cosas absurdas, una que nadie nos comprende, y dos, que nuestros problemas o circunstancias son las peores. Pero realmente son excusas que nos ponemos a nosotros mismos. Por muy frío y muy duro que suene, yo vengo de una familia humilde, me fui de casa con 19 años con dinero para vivir tres días. Si mi propia vida no hubiera sido la que es, yo no tendría autoridad moral para decir estas cosas que digo, con conocimiento de causa, ¿no? He recorrido el mundo en zonas de guerra, de catástrofes, de pobreza. Y no me olvido, no dejo de darme cuenta de que, incluso en las peores circunstancias, he visto situaciones brutales de altruismo, de generosidad, de solidaridad, de amor, de compromiso.... Entonces, independientemente de cómo estén nuestras circunstancias deberíamos darnos cuenta de que tenemos que buscar esos espacios y esos huecos para amarnos a nosotros mismos. Tenemos que buscar esos huecos que nos generen paz, que nos generen felicidad, básicamente porque tú no puedes dar lo que no tienes y si tú no eres feliz, no puedes transmitir felicidad a ningún ser humano que tengas alrededor, empezando por tu familia. Si no tienes espacio interior no vas a poder generar paz interior en nadie que tengas a tu alrededor. Si no los hiciéramos trampa nos daríamos cuenta de que todos podemos sacar momentos en nuestra vida y a lo mejor no es cada día, pero sin duda sí cada semana, como para tener ese momento de parada y de reflexión con nosotros mismos. Si buscamos excusas, siempre las vamos a tener. Cuando yo aplico este concepto que te digo de poner huecos en mi agenda, que son exclusivamente para mí, si yo quisiera y me hiciera trampas, los acabaría rellenando, porque siempre hay una reunión más, siempre hay otra persona a la que ver, siempre hay un proyecto, siempre hay una necesidad…

El tiempo que se pierde no se recupera, ¿es eso?La enfermedad y la muerte nos lo demuestran a todos y la pandemia nos lo ha demostrado de una manera escandalosa, aunque antes de la pandemia ya sucedía. La muerte camina con nosotros todos los días. En España fallecen 1.300 personas diarias, independientemente de la COVID y por mil y una causas. Además, todos los días se llenan los hospitales de personas por un ictus, por un infarto, por un accidente, por lo que sea, que un minuto antes de ese momento hubieran jurado que no tenían tiempo para nada. Y en ese momento en que se les está yendo la vida o que se ve una situación crítica y límite se dan cuenta y piden una segunda oportunidad, porque en ese momento se han dado cuenta de que efectivamente sí podrían cambiar determinadas cosas de su vida. Lo que debemos hacer realmente es no utilizar nuestras necesidades, ni las cosas negativas que nos pasan en la vida, ni las obligaciones que tenemos, utilizarlas como excusa para no sacar algo de tiempo para saber si estamos en el sitio en el que queremos estar y para saber si realmente queremos seguir con la vida que estamos llevando.

En 'El camino interior' han tenido muchos invitados ilustres, ¿cómo se seleccionaron?Cuando me planteé la serie mi objetivo era generar herramientas para ayudar a la gente a salir de esta situación de miedo, de crisis, de angustia y ansiedad. Y para elegir a las personas me planteé que tenían que cumplir todos ellos cuatro requisitos, para que la serie tuviera sentido y tuviéramos todos autoridad moral para decir lo que decíamos. El primer requisito es que fueran todos personas del mundo del conocimiento, es decir, gente que se dedica a transmitir conocimiento a otros. También me planteé que todos fueran conferenciantes internacionales, lo cual de alguna manera demuestra que lo que dicen tiene valor y que es así aceptado por muchísimas personas en muchas partes del mundo. El tercer requisito que me planteé es que todo el mundo tuviera libros escritos y publicados, porque también, de alguna manera demostraba el hecho de que efectivamente se habían parado a pensar y reflexionar en determinados temas de una manera profunda como para acabar plasmándolos en libros. Y el cuarto requisito, que para mí era el más importante, era que todos hubieran tenido en su vida alguna situación de crisis brutal o de quiebre, que les hubiera obligado a pensar y repensar sobre la vida que querían tener.

¿Ha pasado eso con la pandemia?Es un poco el mensaje que la pandemia nos ha traído a todos, a la población mundial. El mensaje a nivel global es el game over, o sea, esto así no puede seguir, hay que ir a un cambio de paradigma. Este planeta tal y como está, tal y como lo estamos manejando no va bien. Es tremendo que crezcan las desigualdades, que haya personas con trabajo que no llegan a fin de mes, millones de personas que siguen pasando hambre, la destrucción de los ecosistemas, estamos matando especies permanentemente, la contaminación de las aguas de los océanos... Es decir, la destrucción por exceso de ambición que estamos generando sobre el planeta. El mensaje, la pandemia es ¿queréis parar y daros cuenta no de de que esto tiene que cambiar? A título individual creo que el mensaje ha sido que como no usáis tiempo para pensar y para reflexionar sobre la vida que tenéis y lo que queréis vivir, vamos a parar esto. Y en esa parada obligada en la que hemos estado todos encerrados un año hacernos preguntas. ¿Tiene sentido lo que estamos haciendo? ¿Para qué quiero hacer esto con mi vida ahora que me he dado cuenta de que soy más vulnerable de lo que pensaba? La pandemia ha sido una cosa absurda, pero ha sido como una especie de descubrimiento de la muerte, para muchos seres humanos. Yo me he llevado al límite ese cuarto requisito, de tal manera que los 17 personajes, contándome a mí, 13 hemos estado al borde de la muerte. Cuando estás en una experiencia cercana a la muerte de repente empiezas a ver con mucha más claridad lo que quieres hacer con tu vida y el sentido que tiene estar vivo.

¿La suya fue en los Andes?Yo he estado tres veces a punto de morir. Las dos primeras fueron en África, ahogado y envenenado. La última fue en los Andes y me llevó a escribir un libro sobre esto, titulado Renacer en los Andes, donde cuento cómo han sido esas experiencias. Esas ocasiones al borde de la muerte me enseñaron la impermanencia de las cosas y de las personas. Me di cuenta de lo vulnerables que somos, me di cuenta del milagro de la vida, del regalo que es estar vivo. Y, por lo tanto, una vez que tú asumes que cada día que estamos aquí, que nos despertamos por la mañana, es maravilloso. Pensamos que lo normal es despertarse por la mañana, pero lo cierto es que hay personas que fallecen durmiendo. Deberíamos cuando nos despertamos decir, ¡ostras, que guay, que sigo aquí! Y, por lo tanto, si tú asumes que que cada día que vivimos es un regalo, tenemos es la obligación de celebrar la vida. Y tenemos la obligación de celebrarla por nosotros, por los que ya no están, por los que llenan los hospitales del planeta cada día que entran en esos hospitales.

Yo hubiera jurado en los Andes que ese era mi último día de vida y que yo moría ahí. Pero no me rendí, no perdí la esperanza y gracias a eso salí de allí. Ese es el gran mensaje que tengo para todo el mundo: que por muy mal que estén las cosas, no sabemos en qué momento de repente pueden mejorar.

¿Qué sintió o pensó en esos momentos en los que pensó que moriría?Cuando estuve a punto de morir ahogado y envenenado en África en realidad no tenía mucho tiempo para pensar, porque estás luchando para sobrevivir. Estás en medio del mar, te vas ahogar y no puedes pensar, solo piensas tengo que llegar, tengo que llegar a la orilla, cosa que pasó horas después. Piensas estoy aquí, no me quiero morir y por lo tanto, luchas. Pero los Andes fue diferente, porque sobreviví a una noche a 15º bajo cero, sin ropa adecuada. Muchos médicos especialistas yo en alta montaña con los que he hablado me dicen “Miguel Ángel, deberías haber sobrevivido una hora. Y sobreviví siete horas y media esa primera noche. Pero a la mañana siguiente, cuando yo me despierto y me levanto y veo que sigo vivo de repente, tomo conciencia de que una segunda noche ya no iba a sobrevivir. Y sabía que dentro en 12 o 14 horas yo moriría, cuando volviese a caer la temperatura. Cuando tú sabes que vas a morir en las próximas horas, sin estar herido, en buena forma física, dices joder, estoy sano y me voy a morir. Entonces ahí se dan dos pensamientos muy fuertes, uno es el miedo que yo tenía en aquel momento. Luego ya he perdido el miedo a la muerte, pero en aquel momento lo tenía y es el miedo de decir, “me voy a morir”, o sea, es una realidad. Y luego hay un segundo pensamiento mucho más duro, muchísimo más duro. Tremendamente duro. Me horrorizaba pensar que al día siguiente mi familia iba a saber que yo había muerto y yo no iba a poder estar con ellos para consolarles de mi propia muerte. Es decir, que el sentimiento de dolor y de horror por el daño y el dolor que yo les iba a generar a mi familia era insoportable. Y pensaba ero “no puedes hacer nada y ellos mañana sea no despertar con la noticia de tu muerte”. Fue horroroso.

¿Series documentales como esta demuestran que la televisión entendida en forma amplia no es solo entretenimiento?Tengo que decir que afortunadamente la serie, que ya se ha estrenado en Movistar y que está pendiente de estrenarse en el prime time de La 2 de Televisión Española ya ha provocado que miles de espectadores a través de las redes sociales hayan contactado. Y lo que la gente dice, además de qué bonita es la serie, qué imágenes tiene, los paisajes, etcétera, lo que la gente dice es gracias. Lo que más oigo es gracias. La gente lo que pone en valor es que, efectivamente, otra televisión se puede hacer.

Hace años, cuando la oferta televisiva era muy pequeña, los directivos de las televisiones ponían como excusa para programar lo que programaban, los índices de audiencia. Pero yo, que me he reunido con todos los directivos de las televisiones de España y de otros países del mundo, cuando ya la oferta se atomizó tanto, cuando la oferta se amplió, he tratado de explicarles y de convencerles, y algunas veces lo he conseguido, de que al final las audiencias están atomizadas, que la media de las cadenas estará en un 11% o un 12. Y les digo que voy a hacer programas o voy a hacer proyectos audiovisuales que ayuden a la gente, que mejoren la vida de las personas en algún sentido, por supuesto que pelean por la audiencia y que además sean entretenidas y que ese contenido te va a hacer esa misma audiencia. Por lo tanto, cada vez tienen menos excusa para seguir haciendo programas absurdos o programas basura, porque la realidad es que hay una necesidad por parte de los espectadores de tener una serie de contenidos que además de entretener, te ayuden, que además te aporten algo positivo. El camino interior es un clarísimo ejemplo de que estos proyectos tienen sentido de que la audiencia los demanda y los valora.

Dice usted que el audiovisual es el motor más potente para cambiar el mundo, ¿percibe que algo cambia? ¿Es demasiado lento ese cambio? ¿Es suficiente el número de personas que cambian?Cuando escribí Renacer en los Andes la primera personas que lo leyó me escribió por las redes sociales y me dijo, "Miguel Ángel, te escuché hace 20 días en una entrevista en un programa de televisión, donde hablabas de lo que te había pasado en los Andes y ese día yo había decidido suicidarme. Te escuché en televisión hablando de esto y decidí esperar a leerme el libro. He comprendido el sentido de mi vida, he comprendido el sentido de la vida. He comprendido que mi vida tiene sentido, no me voy a suicidar, gracias por haber escrito el libro". He interactuado como con 3000 espectdores de El camino interior y tengo centenares de mensajes que dicen que tras ver la serie han aparcado pensamientos suicidas. Hay oncólogos, psicólogos y psiquiatras que están recomendando la serie a sus pacientes, profesores de facultades de Medicina están utilizando los capítulos de la serie para generar conversación con los propios alumnos y personas que están viviendo situaciones duras por mil razones y que me dicen abiertamente cómo la serie les está ayudando porque está llena de mensajes para todas estas situaciones.
La cuestión es muy simple, ¿cuánto vale salvarle la vida a una persona? Ya tendría la justificación solo con que una persona decidiera no suicidarse por por haber visto la serie, por haber leído el libro. Cuando ves que hay miles y miles de personas que te lo están diciendo o gente que me dice, que está viendo la serie con sus hijos o que está viendo la serie toda la familia, padres e hijos. Hay gente que dice que la serie les ha permitido tener conversaciones, con su pareja, con sus padres o con sus hijos, que nunca había sido capaces de tener.

Desde el terremoto de Haití, hace 15 años ya, llevo rodando proyectos audiovisuales sociales por todo el planeta. Y he visto, literalmente, cómo estos proyectos cambian miles y miles de vidas en todas partes. Estoy cien por cien convencido. Con la pandemia se hablaba de que íbamos a cambiar y oigo a mucha gente decir que no nos ha cambiado nada o que incluso se ha cambiado a peor. Pero solo con que haya habido un 10% de gente y estoy seguro que sí la habido, que ha cambiado a mejor, en los 8.000 millones de personas que somos en el mundo, un 10% es muchísima gente. Por lo tanto, todos estos proyectos tienen sentido. Hago lo que hago porque comprendí que el audiovisual es el motor más potente para cambiar el mundo. No podemos llevar al planeta Tierra a vivir cada una de las situaciones que queremos mostrar, pero sí podemos a través del cine o los documentales llevar esas situaciones a todo el planeta.

Me dijo el Presidente de Haití, Michel Martelly, cuando fue el terremoto que nunca sabrían la cantidad de millones de euros que el documental había llevado para ayudar a las víctimas de nuestro país porque lo habían utilizado en la Conferencia de Donantes, con la Fundación Bill Clinton, en la Unión Europea para explicar cómo es su país y cómo son y por qué merece la pena ayudarles. Estoy cien por cien convencido de que de que tenemos una herramienta enorme para mejorar la vida de las personas y para cambiar el mundo a mejor.

¿Es optimista entonces, deduzco, pero a qué plazo? ¿Será el mundo alguna vez un lugar sin injusticias, desigualdades, guerras, hambrunas, etcétera? ¿Cuál es el futuro de la humanidad? ¿Cuál es el futuro del planeta? Esta pandemia a mí me hubiera gustado que hubiera servido para que más gente despertara, en el sentido de ser más consciente de la responsabilidad que tenemos en este mundo, con nosotros mismos y con las personas con las que interactuamos. Es verdad que esto no ha sido así desde un punto de vista global, aunque sí individual, pero estoy seguro que va a venir otra pandemia u otra catástrofe. El cambio climático tal y como va, es imparable, vamos a seguir viendo grandes catástrofes, cada vez más, vamos a seguir padeciendo enfermedades que no deberíamos padecer, por por la destrucción de los ecosistemas... Esto va a ser así y creo que va a llegar un momento en el que sí, los seres humanos nos vamos a dar cuenta de que tenemos que cambiar el paradigma, pero porque si no lo hacemos nos vamos a destruir a nosotros mismos por el camino. No sé si esto va a pasar dentro de 100 años, de 300, de 500, pero indiscutiblemente va a pasar. Forma parte del propio desarrollo y evolución del ser humano a todos los niveles, no solo tecnológico, que está claro, sino también desde un punto de vista ético y desde el punto de vista espiritual, esto va a suceder.
​No hay otra alternativa. Estoy convencido de que llegará un momento donde cuando las generaciones que vengan, miren para atrás, nosotros, en 2022, les pareceremos más bárbaros de lo que nos parecen a nosotros los neandertales. Pensarán “¿Sabéis que en 2022, cuando tenían capacidad de ir al espacio, cuando se hablaban de un lado al otro del planeta, etc y habiendo comida para todos, sabéis que permitían que 900 millones de personas pasaran hambre? ¿Sabéis que permitían que cada 15 segundos muriese un niño en el mundo por beber agua en mal estado, cuando tenían la tecnología para corregir eso?”. Les pareceremos muchísimo más el bárbaros y menos evolucionados de lo que a nosotros nos parecen a los neandertales. Nos llamamos actualmente Homo sapiens, pero es una broma. Seguimos mucho más cerca del neandertal que del sapiens. Es inconcebible que realmente con los conocimientos que tenemos y con la tecnología que tenemos no habíamos evolucionado de la misma manera y desde el punto de vista espiritual como para permitir que haya tanto sufrimiento, tanto dolor, tanta muerte y tanta gente pasándolo mal en el planeta.

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