Borja Terán Periodista
OPINIÓN

El incómodo momento de Leticia Sabater besando a Manel Fuentes en 'Tu cara me suena'

Leticia Sabater besa a Manel Fuentes.
Leticia Sabater besa a Manel Fuentes.
Atresmedia
Leticia Sabater besa a Manel Fuentes.

Aitana ya tiene imitadora oficial. Leticia Sabater ha calcado su 'Encima de ti' en Tu cara me suena. Se trata de la canción que causó polémica por una coreografía excitante. Y lo excitante todavía (a algunos) les parece una provocación. A Leticia Sabater no, claro. Ya hacía esto mismo en sus clases de aeróbic de sus programas infantiles en los años 90 en La 2, televisión cultural.

Leticia Sabater lo ha hecho todo antes. A veces, demasiado antes. Sin embargo, el momento de imitar a Aitana ha destacado por la profesionalidad de la intérprete del Leti-Rap. Es una currante del oficio de la tele que, a pesar de su gran popularidad, no ha pisado el gran escenario de Tu cara me suena hasta la edición número 11 del talent show. El motivo: su imagen de personaje amable se torció por su descenso a los videoclips sórdidos a la caza de la visibilidad a través del descaro que jamás causa indiferencia. Es lo que sucede si te terminan convenciendo de que la gente sólo te aplaude cuando se mofa de ti.

Así Leticia Sabater ha jugado a buscar ser meme para convertirse en reclamo de discotecas, fiestas poligoneras e incluso anuncios de desguaces como modo de vida. Aunque si Leticia Sabater caló tanto en varias generaciones es porque tiene más carisma que todo eso. Lo ha demostrado durante el número de Aitana, donde ha entendido que en Tu cara me suena hasta la broma hay que ensayársela muy en serio. Como consecuencia, se ha centrado en cuadrar la imitación y no en otras jocosidades. Y ha sorprendido. Y ha brillado. No ha sido un gag calentón, ha sido una imitación.

Leticia Sabater imitando a Aitana en 'Tu cara me suena'.
Leticia Sabater imitando a Aitana en 'Tu cara me suena'.
Atresmedia 

No ha sucedido lo mismo en los minutos previos a la actuación, cuando ha aparecido debajo del 'clonador' para la entrevista previa junto a Manel Fuentes. Ahí seguía la Leticia Sabater que ha interiorizado que la televisión es la provocación mal entendida, donde el erotismo se transforma en chabacanería. Con unos fascinantes pendientes de cotillón de fin de año desde los que colgaba un 2024, Leticia ha intentado aprovechar su regreso al prime time lanzándose a las doble intenciones de cabaret trasnochado. Bueno, y lanzándose literalmente a Manel, también.  "A saber el pepinazo que tendrás tú", suelta al presentador. "Te voy a poner una multa", continúa. Le empuja, le tira en el sofá, se sienta encima de él y le agarra la cabeza para darle un piquito o, más bien, un morrazo. El instante es incómodo. Muy incómodo para el espectador. Incluso la vergüenza ajena asoma. 

"Te voy a mover mis abdominales, qué te parece, toca". Leticia no puede parar de sentirse sexy.  Y llega la hora de subir al ascensor para que empiece el show. "Vámonos, que es gerundio", grita Leticia como arma de guerra. "¿Vámonos, es gerundio?", delata con una irónica y sabia expresividad Manel Fuentes con su habitual rapidez de reflejos. Porque sabe escuchar. Cosa que a Leticia le cuesta en la agitación para destacar sacando sus técnicas erotico-festivas. 

Pero, al final, con esa inconsciencia digna de la edad del pavo que sigue irradiando, Leticia hace que parezca fácil la imitación de Aitana, que no lo es. Leticia logra el show. Al menos, hasta cuando acaba la música. Entonces, intenta parodiar la voz de Aitana. Mal, claro. De nuevo, la exageración sin medida. La cara de Ángel Llàcer disfrazado de perrito caliente verbaliza estupor sin necesidad de palabras.

Jurado de 'Tu cara me suena' frente a Leticia Sabater.
Jurado de 'Tu cara me suena' frente a Leticia Sabater.
Atresmedia

¿Vendrías a una edición de Tu cara me suena a concursar?, pregunta Manel antes de despedir a Leticia. "Esto es como las historias de amor, poquito a poquito", responde la poliédrica artista. "Tú hace cuánto que no vas poquito a poquito...", remata mordaz Manel Fuentes. Aunque al comenzar a marcharse se escucha de la voz de Leticia un discreto "Gracias, Manel, un placer". El descaro se transforma en sinceridad.  Nos choca, nos lía, nos levanta las risas del desconcierto. Pero, al final, la seguimos queriendo. Porque es transparente. Porque, incluso cuando está perdida en la desmedida sobreactuación por sobrevivir en las fauces del show business, Leticia Sabater contagia una entrañable honestidad. 

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